Artículo de investigación


KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS CULTURALES,
No. 58 (Julio-Diciembre, 2025), 43-64. ISSN: 1390-0102


Literatura en contextos pandémicos: caras de la muerte, deseos de vida


Literature in Pandemic Contexts: Faces of Death, Desires for Life


DOI: https://doi.org/10.32719/13900102.2025.58.3


Fecha de recepción: 15 de enero de 2025 - Fecha de aceptación: 24 de marzo de 2025 - Fecha de publicación: 1 de julio de 2025




Ivana Teixeira Figueiredo Gund ORCID

Universidad del Estado de Bahía (UNEB), DEDC-X Teixeira de Freitas, Brasil igund@uneb.br

RESUMEN

El artículo analiza algunas implicaciones que se evidencian en contextos de aislamiento o posibilidad de contagio colectivo. Para ello, utiliza como corpus las obras literarias latinoamericanas La Tierra en pandemia (2020), del brasileño Aleilton Fonseca; Mugre Rosa (2022), de la uruguaya Fernanda Trías, y El amor en los tiempos del cólera (1985), del colombiano Gabriel García Márquez. Interesa, sobre todo, analizar la administración política de la vida humana y las estrategias de supervivencia colectiva que aparecen en estas obras.

Palabras clave: literatura latinoamericana, pandemia, gestión de la vida, poder político.


ABSTRACT

This article analyzes certain implications that arise in contexts of isolation or the potential for widespread contagion. To this end, it draws upon a corpus of Latin American literary works: La Tierra en pandemia (2020) by Brazilian author Aleilton Fonseca; Mugre Rosa (2022) by Uruguayan writer Fernanda Trías; and Love in the Time of Cholera (1985) by Colombian author Gabriel García Márquez. The primary focus is to examine the political administration of human life and the strategies of collective survival depicted in these works.

Keywords: Latin American literature, pandemic, management of life, political power.





INTRODUCCIÓN


DICIEMBRE DE 2019. Con la llegada del fin de año, el mundo se vio ante un escenario global lleno de incertidumbres sobre el futuro, desesperación frente a la posibilidad de la muerte, asombro en un tiempo suspendido, sin futuro ni perspectivas. Aquello que solo veíamos en narrativas de ciencia ficción o en contenidos de las clases de Historia, muy distante en siglos, llegó rápidamente y nos sacó de nuestra condición pasiva. Nosotros, que estábamos inmersos en nuestras rutinas comunes, en la falta de comprensión de nuestra dependencia económica, social, cultural y geopolítica, ahora tendríamos que lidiar con lo desconocido: el virus voraz que, cada día, se esparcía por todos los rincones del mundo, contaminando a todos, desde las metrópolis hasta los lugares más recónditos.

Nadie estaba seguro ni inmune, cuando -desde Wuhan, en China- se oficializó la primera muerte: se instauró así lo insólito, lo increíble, lo monstruoso revestido de un rostro perverso: la pandemia de COVID-19 que se convirtió, en pocos meses, en una presencia indeseada que traería consigo escenas desgarradoras en hospitales y cementerios, el aislamiento social y sus implicaciones psicológicas, problemas económicos, entre otros graves obstáculos que los seres humanos tuvieron que enfrentar.

Por otro lado, fue en este mismo escenario de muerte, soledad y angustia que se reveló la resiliencia de aquellos que insistieron en vivir. Así, los avances de la ciencia, las estrategias de supervivencia, las acciones promovidas para el bienestar de una colectividad mostraron que superaríamos este momento, a pesar del número inimaginable de pérdidas. De esta manera, en estos dos caminos laberínticos que se encontraban permanentemente -el dolor y la resiliencia- estuvimos todos nosotros, habitantes del planeta Tierra durante largos meses.

En este escenario de asombro, también se pudo inferir que la pandemia de COVID-19 resignificó las relaciones de poder, mostró que las vidas tienen valores diversos, según el lugar, el dinero, la edad o el estatus que sostienen, y nos hizo reflexionar sobre la fuerza que la vida (o el deseo de vivir) presenta ante la idea del fin. A contracorriente de la esperanza en días mejores, la crueldad de los sistemas de poder mostró su potencia en el control y la administración de las vidas. Las personas fueron vistas como materia y sus cuerpos muertos -ya improductivos para los sistemas económicos- se convirtieron en el centro de cuestiones éticas relacionadas con la existencia humana. En todo caso, esto sirvió para que comprendiéramos que, en cada nueva estadística con el número de muertos, en cada acción gubernamental, en cada empresa que ganaba o que quebraba durante la pandemia de COVID-19, había la certeza de que, en un mundo globalizado, lo que sucede con el planeta nos afecta como un todo.

A partir de este grave acontecimiento mundial, es importante reflexionar sobre cómo las artes se hicieron productivas en contextos pandémicos, tanto en la contemporaneidad como en épocas anteriores. Tratándose de la literatura, el mundo a nuestro alrededor, que siempre ha sido materia esencial para la escritura en prosa o verso, se transformó en motivaciones para la producción literaria que se centró en la temática de la administración de la vida en contextos de aislamiento social. Por ello, las situaciones de enfermedades colectivas son temas que aparecen en muchas obras de literatura, en las más diversas tradiciones literarias. Ejemplos de ello son las novelas Decamerón (1353), del italiano Giovanni Boccaccio; La peste (1947), del franco-argelino Albert Camus, o Ensayo sobre la ceguera (1995), del escritor portugués José Saramago. En estas obras, la literatura cumple la función que tiene el arte de provocar reflexiones sobre la vida, a partir del mundo en el que está inserta, así como investiga las patologías desde aspectos concernientes al deseo de vida, al derecho de vivir o al poder de dejar morir.

Partiendo de este recorte temático, para el análisis que aquí se propone, se seleccionarán tres libros de autores latinoamericanos que también utilizan como tema la contaminación por enfermedades que afectan a una población. Estos son: La Tierra en pandemia (2020), del escritor brasileño Aleilton Fonseca; Mugre rosa (2022), de la uruguaya Fernanda Trías, y "El amor en los tiempos del cólera" (1985), del colombiano Gabriel García Márquez. En estas tres producciones literarias interesa, sobre todo, reflexionar respecto al control de la vida y el deseo de vivir que se manifiestan en contextos de epidemias.


LA ADMINISTRACIÓN DE LA VIDA Y EL PODER SOBRE LA MUERTE

Jacques Derrida, al escribir sobre la literatura, en una amplia discusión sobre las características, el poder, el lenguaje, la estructura y otras categorías de este arte de la palabra, comenta que "el nombre de literatura no puede ser identificado con ningún otro discurso. Nunca será científica, filosófica, coloquial. Pero si no se abriera a todos estos discursos, si no se abriera a ninguno de esos discursos, tampoco sería literatura" (2018, 70). A partir de esta afirmación, se puede decir que el mundo, de humanos y no humanos, naturaleza o urbanidades, contextos y todas las implicaciones derivadas de las interrelaciones entre formas distintas de vida, se convierten en materia para la producción literaria. Es a partir de la inmersión en la vida que el escritor puede utilizar su oficio para hacer reflexiones necesarias. Al respecto, Derrida comenta:

En su experiencia de escritura como tal, sino en una actividad de investigación, el escritor no puede dejar de estar involucrado, interesado, inquieto respecto al pasado, ya sea el de la literatura, la historia o la filosofía, la cultura en general. No puede dejar de tenerlo en cuenta de alguna manera, ni dejar de sentirse un heredero responsable, inscrito en una genealogía, cualesquiera que sean las rupturas o negaciones a este respecto. (83-4; traducción libre)

A la afirmación "el escritor no puede dejar de estar involucrado, interesado, inquieto respecto al pasado", se añade la condición de estar también involucrado con el presente, pues muchas veces nuestro tiempo histórico nos llega abruptamente, de manera tan urgente y voraz, que es imperativo tomar una posición frente a él. Esta postura de reflexionar sobre su propio tiempo se percibe en los escritores Aleilton Fonseca, Fernanda Trías y Gabriel García Márquez -ya que las tres obras a ser analizadas promueven reflexiones sobre el estar en el mundo en momentos complejos, en los cuales la vida humana y sus interrelaciones sirven como tema para sus producciones literarias.

Las obras -dos novelas y un largo poema- presentan contextos marcados por contagios colectivos que obligan a la población a cambios, no solo en cuanto a las acciones cotidianas, sino también, y sobre todo, en cuanto a la conservación de la vida, en sus pliegues de sentido psicológico, económico, cultural, social, con el fin de reflexionar, frente a las catástrofes o lo inesperado, sobre lo que puede hacer el ser humano para conservar en sí mismo el instinto de preservación de su propia especie.

La primera -La Tierra en pandemia (2020)-, escrita por el brasileño Aleilton Fonseca, nos presenta la pandemia de COVID-19. Este largo poema comienza con un epígrafe compuesto por el propio autor. En este texto, Fonseca devela el rostro de la muerte colectiva, muchas veces propiciada por la ignorancia ante el peligro y la "voracidad del virus", colocando la esperanza de la preservación de los seres en "la diosa inoculada" -la vacuna-, que solo llegó a nosotros después de dos años de investigaciones, pruebas de laboratorio, producción farmacológica y distribución masiva, pero que fue la gran responsable de nuestro regreso a la convivencia social.

Fonseca denuncia, desde el principio, que el negacionismo 1 contribuyó enormemente a los altos índices de muerte por COVID-19, porque fue un instrumento utilizado para agravar un contexto ya muy triste y desolador. Según la definición de este término, encontrado en el sitio de la Academia Brasileña de Letras, el negacionismo sería una "actitud tendenciosa que consiste en la negativa a aceptar la existencia, la validez o la verdad de algo, como eventos históricos o hechos científicos, a pesar de las evidencias o argumentos que lo comprueban" (ABL 2024).

Este contexto aparece a lo largo de todo el poema, compuesto por cinco partes: "El entierro de los muertos", "Un juego de cartas", "La Tierra en pandemia", "El desfile de las infamias" y "Canto final". Nostalgia, luto, soledad, ansiedad, incertidumbres. Sentimientos entrelazados y duraderos, a los que tuvimos que acostumbrarnos, son, en los versos, como preocupaciones y desahogos: el poema nos muestra nuestros propios dolores que quizá los silencios de las calles y la oscuridad de nuestra comprensión no lograran expresar. También muestra que la negación de la pandemia fue un arma del poder establecido, que provocó muchas más muertes y que defendió intereses oscuros.

Sobre el negacionismo, Valim y Avelar (2020) consideran que no debemos simplificar nuestra comprensión sobre este concepto, "reduciendo la complejidad del problema al bajo repertorio cultural e intelectual de los falsificadores de la historia. A pesar de que los negacionistas sean personas moralmente condenables, no estamos ante un problema cognitivo", sino ante un "elemento estructurante de una cierta gubernamentalidad contemporánea". Es decir, el discurso difundido que niega la ciencia es parte de un proyecto brutal de necropolítica, que aquí se piensa desde la perspectiva de Achille Mbembe, ya que se comprende este concepto como política soberana que tiene "la capacidad de definir quién importa y quién no importa, quién es 'desechable' y quién no es" (2016, 135). Este discurso que mata, compuesto por negación e ignorancia, es criticado por el poeta en la acusación: "la palabra se vuelve equívoca y bastarda" y "mentiras y falacias empalan a tanta gente" (Fonseca 2020, 49).

Ante este discurso de poder, no siempre nos fue posible cuestionar, ponderar o incluso percibir las ataduras que nos sujetan. Para denunciar esto, el poema pasa, entonces, al relato de la historia de esta nefasta enfermedad que se amplió rizomaticamente en otros senderos, más allá de la cuestión sanitaria, más allá de negar la ciencia, dejando ver las interferencias de las fuerzas políticas y económicas, exponiendo que las vidas no valen lo mismo, dependiendo de quiénes sean, como se puede leer en la interrogante presentada en el verso "¿El beso de la muerte, tierno y eterno, a todos iguala?" (2020, 11).

Este aspecto perverso señalado por el poeta coincide con la reflexión del filósofo y químico español Santiago López Petit, quien, al cuestionar sobre los efectos de la pandemia en una colectividad, comprende como falacia el hecho de decir que habría un enfrentamiento igualitario y que pararíamos el virus de forma colectiva. Ante esto, el filósofo pondera: "Pero solamente van a trabajar y se exponen en el metro aquellos que necesitan el dinero imperiosamente" (2020, 56-7), llamando la atención sobre la condición de los trabajadores. Petit comprende el problema de la pandemia en su doble sentido, que abarca el capitalismo, entendido por él como un estado de guerra. Para Petit, "el capitalismo desbocado produce el virus que él mismo reutiliza más tarde para controlarnos. Los efectos colaterales (despolitización, reestructuraciones, despidos, muertes, etc.) son esenciales para imponer un estado de excepción normalizado. El capitalismo es asesino" (57). Así, se percibe que este gran mal llegó a todos, sin embargo, mucho más inhumano para algunos, que son controlados, explotados y dependientes, en otras formas de aniquilamiento, como denuncia el poema, al cuestionar -y también evidenciar- que hubo patrones diversos para la elección de quién debería morir o vivir.

Fonseca también afirma en sus versos que la vida cotidiana no nos preparó para lo que vino junto con la COVID-19. Estábamos todos inmersos en nuestros pequeños mundos, con nuestras demandas personales, y tardamos en comprender la gravedad de lo que nos rodeaba. Como forma de develar nuestro entorpecimiento social, el poema nos revela lo estático que estábamos, pues ni siquiera podíamos ver las señales de la gran desgracia, como se evidencia en la imagen desoladora que se expone en el verso "Futuros muertos cruzaban nuestro camino, distraídos" (Fonseca 2020, 13). Se puede notar el desconocimiento sobre las cuestiones geopolíticas que nos afectarían, la incomprensión de un tema gravísimo que, en poco tiempo, arrasaría el planeta y el negacionismo como arma de exterminio.

Días insólitos y vacíos, repletos solamente de silencio y ausencia, se presentan en el poema asociados al aspecto político y económico de nuestra interdependencia económica y social: "Las bolsas naufragan", todos los grandes centros urbanos vacíos; "Procesiones de llantos y funerales"; "Cierre total". El poeta denuncia los discursos antivacuna y anticiencia de una turba enfurecida dispuesta a invadir hospitales, romper las leyes, difundir fake news.

En relación con la economía, se nota en el poema una denuncia directa de los moldes de producción capitalista, ya que en ella la vida humana se convierte en parte de un sistema del cual no se puede escapar y en el que se ve la participación humana transformándose en fuerza motriz, pues, al ser explotada, es quien mantiene el lucro y la codicia del sistema. Sobre la explotación del trabajador y su alienación dentro del capitalismo, el filósofo italiano Franco "Bifo" Berardi, al reflexionar sobre la pandemia COVID-19 en un contexto capitalista, afirmó que "Hace tiempo que el capitalismo se encontraba en un estado de estancamiento irremediable. Pero seguía azotando a los animales de carga que somos, para obligarnos a seguir corriendo, aunque el crecimiento se había convertido en un espejismo triste e imposible" (2020, 41). El filósofo ponderó que, a pesar de que el coronavirus afectó significativamente la economía global, no logró detener la circulación de personas y la acumulación de capital. Ante esto, demostró desesperanza en una proyección de futuro, pues para él "pronto nacerá una forma más peligrosa de capitalismo, que contará con un mayor control y una mayor purificación de las poblaciones" (44). En esta afirmación, comprendemos que son muchas las formas de dependencia de las vidas humanas dentro de sistemas de poder. Entre ellas, la explotación del trabajador o aun -y quizá de forma más cruel- el descarte de esta vida ante su imposibilidad de continuar siendo productiva, ya sea por enfermedad o por vejez, como se pudo notar en relación a los ancianos contaminados por la COVID-19.

Posicionándose en contra de la ignorancia de la condición de explotado a la que se somete el trabajador y, de la misma forma, colocándose en contra del control de la opinión pública por parte del poder capitalista, el poeta bahiano utiliza la forma que sabe combatir: "¡Disparo mi pluma como un arma mortal!" (49). Por eso, el poema cumple una función fundamental de la literatura, que es la de examinar el mundo, sumergirse en él y, a partir de esta experiencia, usar la palabra para resignificarlo, atribuir culpa a quienes esparcen la muerte, defender la vida.

El segundo libro aquí analizado -Mugre rosa (2022), de la uruguaya Fernanda Trías, publicado originalmente con el título Tría Rosa en 2020, también presenta el tema de la enfermedad y el contagio a través de otra patología no nombrada, tratada solo como una neblina rosa o "un viento rojo" (Trías 2022, 22) que cubría el cielo. Como neblina, podría llegar a todos los lugares, entrar por las rendijas de las casas y afectar a todos. Con la enfermedad extendida, se abre un lugar de reflexión sobre muchos aspectos relevantes en la vida social.

Uno de esos aspectos se refiere al surgimiento de una epidemia que, en este libro, está asociado a alguna forma de desequilibrio ambiental. La primera evidencia de que algo está mal es la presencia de una gran cantidad de peces muertos, sin motivo aparente, así como el extraño aspecto del río y la constante neblina que se ha instalado sobre el cielo de la ciudad y "se aferra en el aire", presionándolo "con su puño gris" (223). Se sugiere que estas ocurrencias no sucedieron de inmediato, sino que se configuran como resultado de largos años de acciones humanas irresponsables y perjudiciales para el medio ambiente. Sobre esto, la narradora-personaje nos alerta que "el comienzo nunca es el comienzo. Lo que confundimos con el comienzo es solo el momento en que entendemos que las cosas han cambiado" (2022, 37). Este tema abordado en la novela se alinea con lo que el geógrafo inglés David Harvey trata en sus estudios sobre la relación entre los humanos y la naturaleza dentro de un sistema capitalista. Al reflexionar sobre el contexto de la pandemia, Harvey considera que:

Durante mucho tiempo había rechazado yo la idea de "naturaleza" como algo exterior y separado de la cultura, la economía y la vida diaria. Adopto una visión más dialéctica y relacional de la relación metabólica con la naturaleza. El capital modifica las condiciones medioambientales de su propia reproducción, pero lo hace en un contexto de consecuencias involuntarias (como el cambio climático) y con el trasfondo de fuerzas evolutivas autónomas e independientes que andan perpetuamente reconfigurando las condiciones ambientales. (82)

Así, se entiende que, dentro del sistema capitalista, todo puede ser transformado en materia de producción y consumo, con miras a la ganancia. Ante esto, deberíamos reflexionar sobre las consecuencias que surgirían sobre las formas de vida, ya que la destrucción de lo natural afecta a todos. Sin embargo, lejos de elegir un final feliz, esta novela denuncia una cotidianidad absorta en otras nieblas -en el sentido de la ignorancia de sí mismo y de los problemas venideros- con seres cada vez más alejados de su humanidad, consumiendo alimentos ultraprocesados y llenos de pesticidas, reduciendo sus existencias a hábitos mecanizados, aislándose en sus vidas altamente controladas por sistemas de poder.

Este cambio de percepción señalado por Harvey -tan necesario para todos nosotros- no se presenta en Mugre Rosa como una preocupación colectiva en ninguna de las capas sociales. No presentarlo así es, por lo tanto, una postura política y ética de esta autora que denuncia este desprecio. Lo que se nota en la novela es una crítica al gobierno que manipula la información con "palabras resbaladizas e inofensivas, de nombres técnicos, pero con poca convicción" (161) o incluso a la apatía de las personas, que "caminaban por las calles como si nada estuviera sucediendo" (119); personas que, de cierta manera, estaban igualadas en sus pánicos y expresiones nulas, incluso ante lo innegable, ya que el escenario tétrico que se veía era tan aterrador que en "pleno día, se hizo de noche, con una oscuridad roja, como sangre coagulada" (157).

En este contexto caótico propuesto en la novela Mugre Rosa, también se nota una crítica al consumo exacerbado. En una situación pandémica, algunos hábitos considerados por muchos como elementos necesarios dejan de tener sentido, ya que la lucha por mantenerse saludable y vivo se convierte en prioridad. Así, las etiquetas en la mesa, la porcelana, los cubiertos indicados para cada alimento, el maquillaje, el peso adecuado, los suplementos vitamínicos o las cremas para arrugas -sin los cuales poco se podría vivir- se vuelven superfluos y caricaturescos, oliendo a pasado ante la inminencia de la muerte. Por eso, también se puede pensar que, de cierta forma, la epidemia es un obstáculo para el sistema de producción y consumo. Entonces, la preservación de la especie humana garantiza la continuación de la explotación y la ganancia; es decir, no se trata de una valoración de la vida, dado que se inserta en el sistema como moneda de cambio.

Estas vidas humanas aparecen, en la novela en cuestión, como piezas de un engranaje movido por un poder intangible y pulverizado. Quizá la propia niebla que cubría la ciudad pueda ser pensada como una metáfora de ese poder, llamado por Michel Foucault biopoder, que es la administración y la normalización de las vidas humanas, instalándose en todas las formas de existencia, desde el nacimiento hasta la muerte. Foucault lo define como "el conjunto de los mecanismos por los cuales aquello que, en la especie humana, constituye sus características biológicas fundamentales, va a poder entrar en una política, una estrategia política, una estrategia general del poder" (Foucault 2008, 03). O, también, el filósofo francés argumenta que "tales procesos son asumidos mediante toda una serie de intervenciones y controles reguladores: una biopolítica de la población (Foucault 1988, 131).

En Mugre Rosa, esta forma de poder se materializa en algunas subdivisiones, especialmente a través del sistema de salud, de las redes de comunicación y de la fuerza militar. Al principio, en los cuerpos afectados por el mal aparecen los síntomas -piel seca, descamación, cuerpo en carne viva, postración- que los transforman en piezas de un espectáculo repugnante, vistas con asombro como futuras estadísticas de muertos, alejados de aquellos que aún no habían sido contaminados. Son colocados dentro de las alas de los crónicos, en total aislamiento, cuyo destino no se sabría más. El sistema de salud se muestra como un dispositivo (Foucault 2000), y con ello se tiene la reglamentación de la vida; se tiene el poder de hacer vivir a la fuerza productiva o dejar morir, si esa vida se considera prescindible en los modos de producción. Puede pensarse, desde la perspectiva del poder, en los seres enfermos en esta novela, concordando con lo que denuncia Foucault sobre las formas de vida consideradas indeseables y, por lo tanto, descartables. Él afirma que la muerte de ese "otro" que es considerado malo, inferior, degenerado, anormal -y aquí se añade, enfermo- dentro de un sistema de administración de la vida humana, no representa una pérdida humanitaria, sino que "es lo que va a dejar la vida en general más sana; más sana y más pura" (2000, 305).

Este poder instaurado en el entorno urbano revela su monstruosa cara de control también mediante la fuerza militar en un escenario devastado: barrios moribundos, sonidos de alarmas con toque de queda, soldados armados, camiones que llevaban "a las personas a campamentos temporales de reubicación" (Trías 2022, 215), evacuación a lugares desconocidos y no identificados. Otro brazo del poder que administra la vida humana está compuesto por canales de información, en los cuales se establece un orden sin aclaraciones ni diálogo. Los personajes son informados por noticias fabricadas, parciales, controvertidas, que solo seguían un flujo de información permitido por el gobierno.

De esta forma, se comprende que la novela de Trías enfatiza otra cara de un contexto pandémico, al considerar el poder que manipula y controla a las personas en una sociedad. Esta discusión clasifica la novela -y también el poema de Fonseca- dentro de lo que propone Giorgio Agamben cuando reflexiona sobre el concepto de contemporáneo. Para Agamben, el "contemporáneo es aquel que mantiene fija la mirada en su tiempo, para percibir no las luces, sino la oscuridad" (2009, 62). Para ser contemporáneo, el/la escritor(a) necesita "sumergir la pluma en las tinieblas del presente" y "neutralizar las luces que provienen de la época para descubrir sus tinieblas, su oscuridad especial, que no está, sin embargo, separada de aquellas luces" del pasado (2009, 63). Se debe tener una mirada que se dirija a cuestionar ese presente, en todo aquello que queda bajo la oscuridad del poder, ese que es la gran luz que nos ciega y oscurece todo lo demás, como sugiere Georges Didi-Huberman (2011), en su metáfora sobre la fuerza del pequeño brillo, intermitente y constante de las luciérnagas (las formas de resistencia) contra el gran reflector que sobrepone y apaga violentamente otros brillos, el biopoder.

Se puede afirmar, entonces, que Trías y Fonseca forman parte del cuadro de escritores contemporáneos latinoamericanos, no porque vivan y produzcan literatura en este mismo contexto histórico, sino porque sus literaturas denuncian el control del poder en sus caras políticas, sociales y económicas que desde hace tiempo destruyen el medioambiente e imponen su codicia sobre los seres vivos, manipulándolos, sirviéndose de sus fuerzas vitales. La escritura de Trías y también la de Fonseca se concentran en la observación de aspectos cotidianos que parecen pequeños -dentro de la oscuridad de nuestra imposibilidad de percepción- y los exponen a la vista de todos.

Para completar el análisis de las tres obras seleccionadas, se tiene la novela del colombiano Gabriel García Márquez, El amor en los tiempos del cólera (1985). El autor logra, en este texto, hacer lo que Derrida pensó sobre lo que podría ser la literatura, pues, para el filósofo, esta sería "una institución que consiste en transgredir y transformar" (1985, 113-4).

La gran transgresión de la obra radica en la comprensión del concepto de amor, que no se trata del modelo romántico e idealizado, sino que se aproxima a una construcción de tono más realista, en la que se presentan rasgos de perversión, obsesión, individualismo, ambición, celos, estatus en las relaciones sociales, entre otras formas de contraposición a lo que estipuló el Romanticismo al establecer una visión idealizada y disimulada del amor como algo sublime, puro y virtuoso. En cuanto a la transformación -o la desbordante transformación-, es necesario pensar en los significados del amor y el cólera en la novela de Gabo; estos se dan dentro de una trama cuyo escenario está marcado por tiempos de guerra, pues en esta novela, el amor y el cólera aparecen juntos desde el título y también se comparan a lo largo del libro, como se lee en el pasaje en el que se afirma que "los síntomas del amor son los mismos del cólera" (García Márquez 1985, 49).

Sobre esa pandemia en particular, es relevante decir que el cólera llegó a América Latina a mediados del siglo XIX. Es una enfermedad gastrointestinal provocada por la bacteria "vibrio cholerae". Se transmite por agua o alimentos contaminados. Como síntomas principales se tienen: vómitos, diarrea, deshidratación, fiebre, dolores que pueden agravarse hasta llegar a la muerte. Esta enfermedad está relacionada con la falta de saneamiento básico, políticas públicas y acceso a la información. Con medidas afirmativas para el control de la enfermedad, se podría reducir el número de muertes. Este dato es importante para establecer una conexión entre dicha enfermedad y el desinterés del poder público en combatirla. Para Maria Antónia Pires de Almeida, "la prevención se reduce a la adopción de medidas de saneamiento básico: la desinfección de las aguas con cloro" (Almeida 2011).

La autora afirma, además, que estas medidas se pusieron en práctica en Europa y América del Norte a lo largo del siglo XX, y con eso se logró erradicar el cólera en esas regiones del planeta; por otro lado, destaca que en otras regiones donde no hubo el mismo esfuerzo por parte de los gobiernos para controlar la epidemia, se puede verificar que "la enfermedad aún aparece con gravedad" (Almeida 2011). Más concretamente: los países pobres terminaron sufriendo más pérdidas debido a la falta de inversión en políticas públicas e infraestructura. La novela denuncia esto al afirmar que "el cólera se cebó mucho más contra la población negra, por ser la más numerosa y pobre" (García Márquez 1985, 86). El siguiente extracto muestra la denuncia en relación con la condición social de los enfermos:

La epidemia de cólera morbo, cuyas primeras víctimas cayeron fulminadas en los charcos del mercado, causó en once semanas la mayor mortandad de nuestra historia. Hasta entonces, algunos muertos insignes eran sepultados bajo las losas de las iglesias, en la vecindad esquiva de los arzobispos y dignatarios, y los menos ricos eran enterrados en los patios de los conventos. Los pobres iban al cementerio colonial, en una colina ventosa separada de la ciudad por un canal de aguas áridas, cuyo puente de argamasa tenía una marquesina con un letrero esculpido por orden de algún alcalde clarividente: Lasciate ogni speranza voi ch'entrate. En las dos primeras semanas del cólera, el cementerio se desbordó y no quedó un solo lugar en las iglesias, a pesar de que habían pasado al osario común los restos carcomidos de numerosos próceres sin nombre. El aire de la catedral se enrareció con los vapores de las criptas mal selladas, y sus puertas solo se volvieron a abrir tres años después. (85)

En este extracto se plantean algunas cuestiones. Una de ellas: el vasto número de víctimas -compuesto por personas pobres- para una enfermedad que podría ser controlada; otro punto sería que, incluso en la muerte, hay diferencias entre ricos y pobres; además, la cita en latín -retirada del cartel en la puerta del infierno en la Divina Comedia de Dante- excluye toda esperanza de alguna mejora en la vida de los enfermos, tanto en vida como después de su muerte. Otro aspecto relevante en la novela en cuestión es que la enfermedad, en muchos momentos, se asemeja a otro gran infortunio para la población: la presencia de la guerra civil entre liberales y conservadores, y del poder que la sostenía, evidenciando que el conflicto era una cuestión política, como se puede leer en el extracto:

En agosto de ese año, una nueva guerra civil de las tantas que asolaban el país hacía más de medio siglo amenazó con generalizarse, y el gobierno impuso la ley marcial y el toque de queda a las seis de la tarde en los estados del litoral caribe. Aunque ya habían ocurrido algunos disturbios y la tropa cometía toda clase de abusos a título de escarmiento. (56)

El cólera, en muchos momentos, puede asociarse a la cólera, en el sentido de la violencia explícita o velada por las costumbres de la sociedad, que imponen restricciones a los afectos verdaderos, es decir: la conveniencia en detrimento del amor; o también en los crímenes de guerra, con la aparición de cuerpos flotando en las aguas, sin una definición concreta de la causa de la muerte, ya sea por enfermedad o por asesinato, como se lee en el fragmento:

En un solo día vio pasar flotando tres cuerpos humanos, hinchados y verdes, con varios buitres encima. Pasaron primero los cuerpos de dos hombres, uno de ellos sin cabeza, luego el de una niña de pocos años cuyos cabellos de medusa seguían ondeando en la estela del barco. Nunca supo, porque nunca se sabía, si eran víctimas del cólera o de la guerra. (108)

De esta forma, todo el espacio de la novela está atravesado por estas dos calamidades sociales: se mencionan las presencias de refugiados, de muertes por disparos y decretos, puestos de cuarentena individual o barrios sometidos a estricta vigilancia médica y otras formas de control, al mismo tiempo que también se mencionan muertes, pánico al cólera, fiebres de enfermedad y de amor.

En cuanto al amor, hay algo de fingimiento ficcional en el título que, al principio, puede parecer un encuentro de almas entre los personajes protagonistas. Sin embargo, la trama se estructura en torno a un triángulo amoroso entre Fermina Daza, Florentino Ariza y Juvenal Urbino -con un tiempo cronológico correspondiente a más de cincuenta años, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Los dolores de los amores impedidos, los síntomas de la enfermedad y los sufrimientos de la guerra se hermanan en las vidas de los personajes, singularmente humanizados en la novela, pues no son ni buenos ni malos, sino susceptibles de sufrir las inclemencias de su tiempo.

Así, en la novela de García Márquez, la literatura se convierte en un instrumento de cuestionamiento del statu quo, por ejemplo, en relación a los temas que fundamentan y construyen un ordenamiento para la sociedad. Aunque la fecha de su primera publicación esté distante, el escritor colombiano puede ser pensado, como Trías y Fonseca, a partir de lo que propone Agamben sobre lo contemporáneo, pues, al igual que los dos escritores mencionados, García Márquez también hace de su literatura un dispositivo de reflexión sobre los poderes que nos estructuran como cuerpo colectivo, y de crítica en relación con las acciones humanas dentro de contextos en los cuales lo que está en juego es la propia vida o las interrelaciones personales e inserción social, haciéndonos pensar en un límite ético para nuestras propias acciones.


CUANDO EL DESEO DE VIVIR TRASCIENDE EL CONTROL DE LA VIDA Y EL PODER DE MATAR

Aunque las vidas humanas estén sometidas a la administración de sus existencias por parte de un biopoder, siempre habrá un carácter individual que pondrá ese poder en riesgo; siempre habrá la fuerza de cada ser, la creatividad, la capacidad de adaptarse y reinventarse. Ante la inminencia de la muerte, esto se vuelve mucho más evidente. Y cada persona producirá, dentro de lo posible, estrategias para garantizar la vida, pues normalmente la presencia del impulso y de la potencia de la vida nos impulsa a crear salidas.

En las tres obras literarias que sirven como corpus para el análisis, el deseo de vivir y la esperanza en la preservación de la vida se superponen a la aceptación de la muerte inminente. Luchar por ello es como una trampa saludable que afloja -aunque no rompa por completo- las ataduras del poder controlador o, como lo conceptualiza Michel Foucault, de un biopoder.

En La Tierra en pandemia, la esperanza se concentra en la ciencia, en especial, en el descubrimiento de la vacuna y su producción y distribución a gran escala. Durante los años en los que estuvimos bajo el peligro del contagio por la COVID-19, se propagaron muchas noticias infundadas, que involucraron discusiones sobre la eficacia de la vacuna, su seguridad en cuanto a la velocidad de producción y la sospecha sobre la capacidad de las pruebas antes de la aplicación masiva de las dosis, entre otros rumores que terminaron ayudando a infundir el miedo a vacunarse en las poblaciones.

Al debatir sobre la importancia de la vacuna, Judith Butler (2020) criticó al gobierno estadounidense por priorizar la vacuna solo para su propio país, y esa reflexión destacó algunos aspectos que necesitan ser considerados. El primero discute el hecho de que el aislamiento obligatorio nos hizo percibir una interdependencia global, y con ello, la comprensión de que el virus no discriminó a nadie, pero que los humanos sí lo hicieron, ya que quedó claro en el contexto pandémico que "la desigualdad radical, que incluye el nacionalismo, la supremacía blanca, la violencia contra las mujeres, las personas queer y trans, y la explotación capitalista encontró maneras de reproducir y fortalecer sus poderes dentro de las zonas pandémicas" (60), pues durante la pandemia lo que se observó fue una mayor vulnerabilidad entre las personas en situación de calle, los pobres y aquellos sin cobertura de planes de salud. Otro aspecto relevante es la reflexión de Butler sobre una creciente concienciación -fuera de la visión capitalista-, que provocó "un número cada vez mayor" de personas interesadas en repensar los medios de producción, el uso de recursos, las relaciones sociales, entre otros; muchas de ellas "por primera vez, desearon un cambio en el mundo" (65), en claro contraste con aquellos que querían para sí las vacunas y que podían tener mejores condiciones de aislamiento social. En contraposición al movimiento antivacunas, se encuentra el poema de Aleilton Fonseca (2020). En su última parte -titulada "Canto final"- se leen los versos: "La diosa que salva, y ahora se gesta en las fórmulas de la Ciencia, / Ha de restaurarnos el honor de vivir sin pedir clemencia. / La vida en su lecho recto, en busca de un nuevo porvenir". (57).

El poeta -clarividente de su tiempo- tenía razón. Con la llegada de la vacuna, se logró controlar la COVID-19 y se retornó a la convivencia social, a la restauración de las interrelaciones, a la reconstrucción de lo que fue destruido o limitado por el tiempo de espera y aislamiento. Sobre la fe en la ciencia y en una nueva propuesta política, el filósofo Alain Badiou hizo un llamado, en 2020, antes de la llegada de la vacuna:

Demos crédito, incluso y sobre todo confinados, únicamente a las verdades verificables de la ciencia y a las perspectivas fundamentadas en una nueva política, en sus experiencias localizadas y en su objetivo estratégico. (2020, 78)

También la escritora Fernanda Trías elige, en Mugre Rosa, reflexionar sobre las estrategias de supervivencia y, después del peligro del contagio, la reconstrucción de nuestras humanidades. Esta elección se manifiesta, sobre todo, a través de las formas de afecto. La protagonista trabaja como cuidadora de un niño que, de alguna manera, es abandonado por un tiempo incluso por sus propios padres. Además, se observa el cuidado que tiene hacia su madre, a pesar de la relación conflictiva entre ambas; con su exmarido, contaminado por la enfermedad, e incluso se pueden notar gestos de afecto hacia otros personajes como el señor que busca a su hija en las instituciones de salud y que descubre la muerte de esta, pero sin profundizar en los detalles de su muerte o el destino del cuerpo. En cuanto a este cuidado por los demás y el fortalecimiento en la convivencia y el en-frentamiento de un problema colectivo, parece ser una elección ética de la autora optar por escribir soluciones a partir de la solidaridad y la empatía.

Al reflexionar sobre nuestra condición contemporánea, dentro de un sistema capitalista que incluye individualismos, hiperconectividad, cambios en las relaciones -que se vuelven más virtuales-, ambiciones que colocan el lucro como el objetivo siempre más importante, entre otros problemas del cambio del siglo XIX al siglo XX, el filósofo italiano Franco "Bifo" Berardi (2020) cuestiona:

¿Cómo reacciona el organismo colectivo, el cuerpo planetario, la mente hiperconectada sometida durante tres décadas a la tensión ininterrumpida de la competencia y de la hiperestimulación nerviosa, a la guerra por la supervivencia, a la soledad metropolitana y a la tristeza, incapaz de liberarse de la resaca que roba la vida y la transforma en estrés permanente, como un drogadicto que nunca consigue alcanzar a la heroína que sin embargo baila ante sus ojos, sometido a la humillación de la desigualdad y de la impotencia? (39)

Para este cuestionamiento, se puede inferir que Trías encuentra -si no la principal salida- al menos un camino alternativo, que parece ser lo que mantendrá la vida en su aspecto humano, pues somos seres de lenguaje y necesitamos vivir juntos en sociedad. Todo lo que producimos, para bien o para mal, es compartido, permanece y genera otras perspectivas y descubrimientos dentro de una colectividad. También a través del afecto, la vida se mantiene, supera obstáculos y se nutre para levantarse nuevamente. Sin embargo, por afecto no se entiende el amor romántico ni algún otro sentimiento acrítico, movido por el instinto o la alienación.

Sobre el tema del afecto, Safatle (2016), en su análisis de las experiencias políticas de esta época, muchas veces pautadas en relaciones violentas y extremistas, marcadas por discriminaciones, racismo, tendencias autoritarias y otros obstáculos al buen vivir colectivo, observa que toda forma de poder impone afectos que bloquean o potencian a los seres. En las relaciones de poder en las que no hay coerción, sino adhesión de los participantes de esa comunidad, también surgirá la aparición de nuevas formas de pensamiento y de afectividades, así como nuevas identidades de los seres y nuevas estructuraciones de convivencia. Para Safatle, la política es una cuestión de circulación de afectos.

Cabe aquí pensar en algunas cuestiones. Por un lado, muchas veces la política -y el poder que la sostiene- nos afecta a partir del sometimiento que las dominaciones producen en los dominados, por ejemplo, con la producción y diseminación de la melancolía. Esta siempre será la búsqueda de algo perdido, una fijación que paraliza el tiempo y el yo, que ante la imposibilidad que la melancolía instituye, entra en un proceso de desintegración de la capacidad de acción y se transforma en su propio censor. Así, el afecto tendría esta otra faceta: ser el organizador del horizonte de expectativas, sometiendo a las personas a un cierto control.

Pensando más allá de este control, pero desde la perspectiva de la autonomía de los seres, Safatle defiende que la política sería la disolución de todo lugar fijo, en el sentido de que en ella los elementos pueden intercambiar sus lugares; para él, las "sociedades son, en su nivel más fundamental, circuitos de afectos" (2016, 8). En este pensamiento, el autor destaca que hay una gran fuerza en una sociedad que se constituye como una zona de indiferencia, entendida no como desprecio, sino como un espacio en el que todas las diferencias pueden constituirse y desconstituirse, ya que todas conciernen a todos. Así, a través de los afectos potenciadores, todos son capaces de dejarse tocar y de dejarse transformar, en continuo movimiento.

Esta construcción de los caminos del afecto como salidas a los problemas colectivos se puede ver en Mugre Rosa. Además, la protagonista sobrevive, no enloquece con la soledad, la angustia y la incertidumbre propias de los contextos pandémicos; se deja tocar por los dolores a su alrededor, demuestra paciencia y solidaridad con los cuidados que intenta llevar a cabo, mantiene la conciencia de su condición, de su contexto y, sobre todo, comprende las estrategias de manipulación del biopoder instituido.

En cuanto a El amor en los tiempos del cólera, en principio, en una lectura superficial del título, podría pensarse como una historia de amor que atraviesa más de cinco décadas, resiliente y verdadero. Si la leyéramos así, la estrategia para salir de una situación de desdicha colectiva -patología de hecho o enfermedad metafórica- sería pensar en el amor como la solución. Sin embargo, lo que atraviesa la trama va más allá de las palabras y solo puede inferirse en la profundidad de la escritura de Gabo.

Una forma de supervivencia en el contexto descrito en esta narrativa, que mezcla el cólera y la guerra, es la capacidad de leer la colectividad, de comprender las artimañas del poder, de vacunarse metafóricamente contra la alienación de una lectura basada, sobre todo, en la idealización del amor romántico -que se deconstruye en esta novela- y en la peligrosa disimulación que hay en una supuesta ingenuidad de un final feliz.

Posicionándose de forma crítica sobre su presente, el autor colombiano enumera temas relevantes que atraviesan la construcción de su país como nación, tales como los conflictos históricos, la falta de infraestructura, los lugares privilegiados de la intelectualidad y del clero dentro de las relaciones de poder, los crímenes impunes, situados bajo la condescendencia de un poder político y económico, la desigualdad social, la hipocresía, las perversiones de los ciudadanos de renombre, entre otros aspectos. Esta mirada crítica hacia su presente, con vistas a la comprensión o reflexión del pasado histórico, hace que García Márquez también pueda ser considerado (al igual que Trías y Fonseca) como contemporáneo. Esta conceptualización se alinea con el argumento de Agamben cuando afirma que:

El contemporáneo no es solo aquel que, al percibir la oscuridad del presente, capta en ella la luz resuelta, sino también aquel que, dividiendo e interpolando el tiempo, está a la altura de transformarlo y de ponerlo en relación con otros tiempos, de leer en él de un modo inédito la historia, de citarla según una necesidad que no proviene en absoluto de su propio arbitrio, sino de una exigencia a la cual no puede dejar de responder. (2009, 72)

Por eso, esta novela se afirma como un instrumento crítico de la construcción histórica de Colombia, y al ampliar sus fronteras se extiende también a una revisión de las historias de otras naciones de América Latina, ya que otras naciones que componen este vasto territorio también pueden ser objeto de crítica en cuanto a las consecuencias de la colonización europea, como el enriquecimiento de una parte de la población, la explotación del trabajo, la desigualdad y el alejamiento de los derechos civiles, la creación de una élite blanqueada y la propagación de la pobreza entre los pueblos negros e indígenas, todo ello producido y solidificado bajo velos disimulados que comprenden nuestras formaciones étnicas y sociales, constituidas por un supuesto amor y respeto que nunca existieron realmente, pero que se cristalizan en nuestras mentes cuando buscamos justificar nuestras identidades mestizas.




CONCLUSIÓN


A partir del análisis de estas tres obras literarias, se puede inferir que en situaciones en las que una colectividad se ve amenazada por el peligro de un contagio, siempre hay más que leer que la propia enfermedad. Es necesario percibir las caras de contextos como estos, especialmente en lo que respecta a los aspectos económicos, políticos y sociales. También es necesario pensar que existen salidas posibles y no solo un único camino.

Como sugerencia para reflexionar sobre el contexto pospandemia de COVID-19, Žižek (2020) comenta y aconseja: "otras catástrofes se avecinan en el horizonte o ya están ocurriendo: sequías, olas de calor, tormentas masivas, etc. En todos estos casos, la respuesta no es pánico, sino un trabajo duro y urgente para establecer algún tipo de eficiente coordinación global" (25). Sin pánico ni desaliento, lo que las tres obras literarias analizadas en este estudio presentan son formas de reacción y de resistencia física, emocional y de autonomía de pensamiento.

En las tres obras analizadas, la confianza en la capacidad de la ciencia, los afectos que potencian las humanidades y la criticidad frente al mundo que nos rodea son diversas formas de vacunas y, cuando se aplican en conjunto, son capaces de salvar cuerpos, subjetividades y autonomía de pensamiento. En ellas se cumple la función que tiene la literatura, cuando se pone a observar el mundo que rodea su producción, para así resignificar los interdictos, reflexionar sobre las relaciones de poder y revelar los puntos oscuros de nuestra historia.


Lista de referencias


Agamben, Giorgio. 2009. O que é o contemporâneo e outros ensaios. Traducido por Vinícius Nicastro Honesko. Chapecó: Argos.

Agamben, Giorgio, et al. 2020. Sopa de Wuhan. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). https://bit.ly/sopadewuhan.

Almeida, Maria Antónia Pires de. 2011. A epidemia de cólera de 1853-1856 na imprensa portuguesa. https://www.scielo.br/j/hcsm/a/TvjCDMypk3fkN-9nBSKnpCHh/#.

Badiou, Alain. 2020. "Sobre la situación epidémica". En Giorgio Agamben et al., Sopa de Wuhan. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio).

Berardi, Franco. "Crónica de la psicodeflación". En Giorgio Agamben et al., Sopa de Wuhan. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio).

Derrida, Jacques. 2018. Essa estranha instituição chamada literatura: uma entrevista com Jacques Derrida. Traducido por Marileide Dias Esqueda. Belo Horizonte: Editora da UFMG.

Diccionario Academia Brasileña de las Letras (DABL). https://www.academia.org.br/nossa-lingua/abl-responde. Accedido diciembre de 2024.

Didi-Huberman, Georges. 2011. Sobrevivência dos vaga-lumes. Belo Horizonte: Editora da UFMG .

Fonseca, Aleilton. 2020. A Terra em pandemia. Itabuna: Mondrongo.

Foucault, Michel. 1988. História da sexualidade I: A vontade de saber. Traducido por Maria Thereza da Costa Albuquerque y J. A. Guilhon Albuquerque. Río de Janeiro: Edições Graal.

______. 2000. Em defesa da sociedade: Curso no Collège de France (1975-1976). Traducido por Maria Ermantina Galvão. São Paulo: Martins Fontes.

______. 2008. Segurança, território, população: Curso dado no Collège de France (19771978). São Paulo: Martins Fontes.

Harvey, David. 2020. "Política anticapitalista en tiempos de coronavirus". En Giorgio Agamben et al., Sopa de Wuhan. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio).

García Márquez, Gabriel. 1985. O amor nos tempos do cólera. Traducido por Antônio Callado. Río de Janeiro: Record.

López Petit, Santiago López. 2020. "El coronavirus como declaración de guerra". En Giorgio Agamben et al., Sopa de Wuhan. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio).

Mbembe, Achille. 2016. "Necropolítica". Revista Arte e Ensaios, 32: 122-51.

. Acesso em 10 abr. 2024. p. 122-151.

Nancy, Jean-Luc. 2020. "Excepción viral". En Giorgio Agamben et al., Sopa de Wuhan. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio).

“Negacionismo". Academia Brasileira de Letras. Accedido 14 de abril de 2024. https://www.academia.org.br/nossa-lingua/nova-palavra/negacionismo.

Safatle, Vladimir. 2016. O circuito dos afetos: corpos políticos, desamparo e o fim do indivíduo. 2a ed. Belo Horizonte: Autêntica.

Valim, Patrícia, Avelar, Alexandre de Sá. 2020. "Negacionismo histórico: entre a governamentalidade e a violação dos direitos fundamentais". Revista Cult. https://revistacult.uol.com.br/home/negacionismo-historico/.

Trías, Fernanda. 2022. Gosma rosa. Traducido por Ellen Maria Vasconcelos. Belo Horizonte: Moinhos.

Žižek, Slavoj. 2020. "El coronavirus es un golpe al capitalismo a lo Kill Bill...". En Giorgio Agamben et al., Sopa de Wuhan. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio).