Artículo de investigación


KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS CULTURALES,
No. 58 (Julio-Diciembre, 2025), 9-18. ISSN: 1390-0102


¿Qué lugar ocupa hoy la literatura brasileña en América Latina?


What Place Does Brazilian Literature Hold in Latin America Today?


DOI: https://doi.org/10.32719/13900102.2025.58.1


Fecha de recepción: 7 de enero de 2025 - Fecha de aceptación: 25 de marzo de 2025 - Fecha de publicación: 1 de julio de 2025




Santiago Toral Reyes ORCID

Universidad Casa Grande Guayaquil, Ecuador storal@casagrande.edu.ec

RESUMEN

El artículo tiene como propósito reflexionar sobre la posición de la literatura brasileña contemporánea en el panorama latinoamericano actual. A partir de la noción de la república mundial de las letras de Pascale Casanova, se pretende arrojar luz sobre las razones por las que la literatura brasileña tiene poca presencia dentro de la escena literaria latinoamericana. Pese a que las letras brasileñas contemporáneas han llamado la atención por una serie de acontecimientos sociopolíticos colaterales, como la Copa del Mundo en el 2014, el apoyo a la traducción de la Biblioteca Nacional o el hecho de que Brasil fuera el país invitado a la Feria Internacional de Frankfurt en 2013, todavía la literatura brasileña no se percibe como parte del conjunto latinoamericano, lo que no ha permitido un intercambio activo entre Brasil y los países de América Latina de habla hispana.

Palabras clave: literatura brasileña, Latinoamérica, Brasil, cultura brasileña, edición.


ABSTRACT

This article aims to reflect on the position of contemporary Brazilian literature within the current Latin American literary landscape. Drawing on Pascale Casanova’s concept of the “world republic of letters”, it seeks to shed light on the reasons behind the limited presence of Brazilian literature in the broader Latin American literary scene. Although contemporary Brazilian literature has gained some attention due to various sociopolitical events—such as the 2014 World Cup, translation support from the National Library of Brazil, or Brazil’s role as guest country at the 2013 Frankfurt International Book Fair—it is still not widely perceived as part of the Latin American literary whole. This has hindered active exchange between Brazil and Spanish-speaking Latin American countries.

Keywords: Brazilian literature, Latin America, Brazil, Brazilian culture, publishing.






DENTRO DE LA oferta de literatura que circula en Latinoamérica, la brasileña no es exactamente la más leída entre los países de la región. Los autores brasileños contemporáneos todavía son prácticamente desconocidos, tanto por los lectores como por los periodistas, críticos o académicos especializados de América Latina de habla española. Cuando se piensa en Brasil y en su literatura, la imagen que se asocia es la de un país exótico, de carnaval, del jogo bonito en el fútbol, de violencia urbana, en parte porque los medios de comunicación se han encargado de exportar esos imaginarios. También es cierto que, desde lo propiamente literario, la obra de Jorge Amado -con sus paisajes y personajes pintorescos de Bahía- se ha convertido en un distintivo colorido de lo que se piensa de Brasil hasta el día de hoy, al ser uno de los autores más traducidos de la ficción brasileña (Rissardo 2015, 102).

Sin embargo, ese escenario ha ido cambiando poco a poco por medio de dos iniciativas consideradas clave dentro del proceso de circulación de la literatura brasileña en el exterior. La primera, el convenio Brazilian Publishers, firmado entre la Cámara Brasileña del Libro y la Agencia de Exportación de Brasil (Apex-Brasil), en 2008, que tenía como objetivo la promoción y difusión de la producción editorial brasileña en el exterior. La segunda, el retorno del Programa de Apoyo a la Traducción y a la Publicación de Autores Brasileños, en 2011, desarrollado por la Fundación de la Biblioteca Nacional (FBN), que había sido creado en 1991 y que veinte años después decidió invertir 12 millones de reales en traducciones de obras de literatura brasileña hasta el 2020.

Hacia el final de 2012, la Apex Brasil realizó una investigación para conocer la percepción de la imagen del país en dieciséis naciones consideradas estratégicas. Los resultados obtenidos arrojaron que a Brasil aún se lo relacionaba con la imagen de productor agrícola, poco reconocido como proveedor de bienes de alto valor agregado. Fue necesario plantear una estrategia que mostrara otra cara del país y fue así que se creó Brasil Beyond, una marca que sintetizaba la idea de una nación diversa, lo que incluía también al campo de las artes.

Con esta marca, se pudieron aprovechar eventos en los que Brasil fue el país homenajeado como en la Feria del Libro de Frankurt (2013), la Feria Internacional del Libro de Boloña (2014) y el Salón del Libro de París (2015). La presencia en estos espacios fue clave para evidenciar la diversidad cultural y literaria de Brasil, sobre todo por la fuerte exposición mediática que comprenden estos encuentros en un escenario de gran repercusión internacional para escritores, traductores, agentes literarios (Villarino Pardo 2013, 1).

También vale destacar la edición especial que realizó la revista literaria británica Granta en 2012, titulada "Os melhores jovens escritores brasileiros", que eligió a veinte escritores como Cristhiano Aguiar, Daniel Galera, Carol Bensimon, Tatiana Salem Levy, entre otros. Esta publicación supuso un interés real por la literatura producida en Brasil y permitió visibilizar el trabajo de jóvenes autores en el extranjero. Asimismo, podría destacarse el auge colateral de la Copa del Mundo en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016, en los que nuevamente Brasil pudo mostrar otro rostro más allá de los estereotipos con los que se ha asociado al país. La búsqueda era posicionar a Brasil como un proveedor autónomo de cultura, y ya específicamente desde el campo de la literatura, como un país legitimado dentro del mapa geocultural mundial.

Pese a los esfuerzos que se han venido realizando, para Magri (2017, 242) no existe todavía una política real de inserción de los autores brasileños en el escenario latinoamericano, señalando que con excepción de Argentina, son vistos como un mercado pequeño en comparación a Francia, Alemania o Estados Unidos. Como ejemplo, señala que de las 768 traducciones apoyadas por la Biblioteca Nacional, apenas 102 fueron para países de América Latina en el período de 1991 a 2014, y de las 550 apoyadas entre 2011 y 2015, 77 fueron países latinoamericanos.

Invertir en la traducción de obras es fundamental para la ampliación del público extranjero. No obstante, aunque el portugués se ubique entre las seis lenguas más habladas del mundo, todavía está lejos de ser reconocida como una "lengua literaria" (Rissardo 2015, 3-4). La mayor dificultad pueden ser las pugnas de poder entre literaturas dominantes y dominadas, marcadas por una jerarquía de lenguas, como sostiene Casanova (2001): "En razón del prestigio de los textos escritos en determinadas lenguas, hay en el universo literario lenguas consideradas más literarias que otras y que supuestamente encarnan la propia literatura" (32). Así, la legitimidad literaria vendría dada por unas lenguas con mayor patrimonio lingüístico-literario (como Casanova considera al inglés y al francés), que se evidenciaría en una serie de procesos concretos como traducciones y ediciones que amplían la circulación de los textos literarios. En el caso específico del sistema mundial de la traducciones, según Johan Heilbron (2010, 2), el inglés ocupa una posición hipercentral con cerca del 50 % de las traducciones de libros realizadas a partir de esa lengua, seguido del alemán y del francés en una posición central, con aproximadamente el 10 % de las traducciones hechas a nivel mundial. Ocho lenguas ocuparían la posición semiperiférica entre el 1 y el 3 % de las traducciones, ubicándose entre ellas el español y el italiano. Las otras lenguas, el portugués incluido, ocuparían una posición periférica con menos del 1 % de las traducciones en el mercado mundial.

El sistema literario mundial se percibe así como una constante negociación entre un centro legitimador -que Casanova señala que es París- y las naciones periféricas que buscan reconocimiento. Sin embargo, a día de hoy, esta centralidad parisina se ha desplazado hacia otras ciudades como Londres, Nueva York, Roma, Barcelona y Frankfurt, que compiten por una hegemonía literaria.

En este escenario, para los escritores de naciones alejadas de estos centros, el reto radica en la lucha por la legitimidad, primero, dentro de sus propios países, para, luego, entrar en el campo literario transnacional. Casanova (2001) señala que los premios, las traducciones y la acogida de críticos influyentes son fundamentales para que una obra adquiera prestigio globalmente. Magri (2017, 242), en el caso brasileño, sostiene que los premios literarios nacionales tienen poco prestigio en el exterior y, por tanto, no logran movilizar a la literatura brasileña en el campo internacional, como sí lo podría hacer un Booker, un Pulitzer o un Goncourt.

El mayor interés por la traducción de literatura brasileña en América Latina ha venido, como demuestra Sorá (2003), de Argentina y México, principalmente a través de editoriales medianas o pequeñas. Se publican autores considerados clásicos como Machado de Assis (que fue publicado rápidamente en Argentina luego de su primera edición en Brasil y Portugal), Lima Barreto, Mário De Andrade, Graciliano Ramos. Es importante recordar el proyecto editorial emprendido en los años 70 por la Biblioteca Ayacucho, liderado por Ángel Rama, cuyo objetivo era la publicación de obras literarias relevantes latinoamericanas, en las que se incluyeron clásicos de la literatura brasileña como Casa grande y Senzala, de Gilberto Freyre; Memorias de un sargento de milícias, de Manuel Antonio de Almeida; Dos novelas (Recuerdos del escribiente Isaías Caminha y El triste fin de Policarpo Quaresma), de Lima Barreto; Quincas Borba, de Machado de Assis, entre otros. Quizá haya sido el contacto activo que tuvo Rama con intelectuales brasileños como Antonio Candido, Darcy Ribeiro, Berta Gleizer Ribeiro e Gilda de Mello e Souza, los que propiciaron la inclusión de obras de Brasil dentro de ese proyecto latinoamericano. Durante el siglo XX, muchas de las publicaciones de obras brasileñas con sus debidas traducciones se sustentaron sobre todo por el apoyo diplomático, y no por las lógicas del mercado editorial (Magri 2016, 168). Por tanto, las publicaciones de literatura brasileña tenían un flujo periódico pero eran más motivadas por intereses intelectuales. Por el lado del público lector, la literatura brasileña todavía seguía sin ganar espacio.

Siguiendo esta misma línea, Magri (2024, 7) destaca la diferencia entre circulación e inserción. En el primer caso, se refiere al acto de colocar los libros a disposición de los lectores, mientras que en el segundo tiene que ver con el hecho de generar discusiones, lecturas autónomas por parte del público común o lecturas que hacen parte del programa de materias en cursos universitarios, bibliotecas públicas o escolares. Como ya han demostrado Sorá (2003), Magri (2024), entre otros, la literatura brasileña en América Latina ha circulado a través de publicaciones en editoriales de diversos tamaños, pero la tarea pendiente sigue siendo la inserción. En 1990, la ensayista Susan Sontag, quien llegó a conocer la obra de Machado de Assis gracias a la escritora Nélida Piñón, dedicó un largo artículo en The New Yorker, en el que destacaba el impacto que el autor brasileño había generado en ella y su importancia para la literatura latinoamericana. Luego, en el prefacio para la edición traducida al inglés de Memórias póstumas de Brás Cubas, Sontag resaltaba la ausencia de Machado de Assis dentro de la literatura mundial, pero, sobre todo, su ausencia en la propia Latinoamérica, afirmando que pese al tamaño de Brasil siempre ha sido un país colocado al margen (Sontag 2005, 42). En el ensayo "El mundo como la India" señalaba que Memórias Póstumas de Brás Cubas y Dom Casmurro, de Machado de Assis, junto a O cortiço, de Aluísio Azevedo, eran tres de las mejores novelas escritas al final del siglo XIX y que serían mundialmente conocidas si hubieran sido escritas en alemán, francés, ruso o inglés (2003). A pesar de eso, para Sontag el mayor problema no sería tanto la lengua de escritura sino que los libros no han sido lo suficientemente comentados, volviendo así nuevamente a lo que señalaba Magri como el problema de la inserción.

También es importante destacar que a partir de los años 90 los intercambios literarios en América Latina comenzaron a ser mediados por Frankfurt y otros centros culturales como España (Magri 2016). Siguiendo el pensamiento de Casanova (2003), en el sistema literario de habla hispana, Madrid y Barcelona se convirtieron en las capitales literarias que a través de sus emporios editoriales empezaron a legitimar la circulación e inserción, de determinados autores en toda Latinoamérica. Empezó así lo que Ludmer (2020) denomina el "territorio de la lengua" que plantea una suerte de unidad en términos culturales, económicos, políticos entre el territorio español y América Latina a través de la lengua española. En una especie de recolonización, en la que ahora "se vende y se compra lengua en forma de radios, diarios, editoriales, call centers, libros" (28), la literatura brasileña tiene menos espacio para una inserción. Magri señala que se lee más desde Brasil a los autores de Hispanoamérica que lo que leen los hispanoamericanos a los brasileños. Una excepción podría ser Clarice Lispector, quien a partir del siglo XXI ha empezado a ser centro de discusiones en mesas literarias o clubes de lectura y sí se encuentra plenamente insertada, por ejemplo, en el mercado de España (Magri 2024, 7).

En el ámbito educativo, tanto de nivel medio como de educación superior, también se observa la ausencia de la literatura brasileña. En los programas de literatura latinoamericana no suele incluirse el estudio de obras y autores brasileños, salvo algunas excepciones como Jorge Amado, Rubem Fonseca o Clarice Lispector. Tampoco suelen utilizarse obras como objeto de estudio para investigaciones académicas destinada a la elaboración de artículos, conferencias o tesis, y, cuando se producen, suelen ser trabajos producidos por brasileños que viven en el exterior (Rissardo 2015) o investigadores que tienen alguna afinidad con Brasil y que trabajan en departamentos especializados en estudios brasileños como en el caso de la Universidad de Buenos Aires.

Si por un lado la literatura brasileña no ha logrado la inserción en los países latinoamericanos, por el lado de Brasil también ha existido poco interés por esta región, prefiriendo mirar hacia Estados Unidos o Europa. Magri (2016) recuerda que en el prefacio al libro de Darcy Ribeiro, A América Latina existe? (2010), el escritor Eric Nepomuceno dice: "Puede parecer obvio, pero conviene recordar que los brasileños suelen referirse a nuestros vecinos dejando claro que ellos son ellos y que nosotros, nacidos en Brasil, pertenecemos a otra estirpe" (Ribeiro 2010, 19; traducción propia). También el escritor Joca Reiners Terron, que está a cargo de la colección Outra Língua, dedicada a la publicación de autores hispanoamericanos, afirmó para el diario O Globo: "Brasil sufre de la ilusión de la autosuficiencia. Está enfocado hacia el Norte y olvida lo que está a su alrededor [...]. Eso solo aumenta el desconocimiento casi místico que la América española tiene sobre nosotros" (2013; traducción propia). En su paso por la Feria del Libro de Guadalajara de 2015, en la que Brasil fue el país homenajeado, el escritor Antonio Prata manifestó que Brasil está empezando a cambiar esa mirada sobre América Latina: "Estar aquí es el inicio de ese cambio. Somos muy parecidos, pero vamos a París antes de visitar Ciudad de México" (Diario El País Brasil 2015; traducción propia).

La integración entre América Latina de habla española con Brasil empieza poco a poco una nueva dinámica de diálogo. Como recuerda Rissardo (2018, 10), la investigadora chilena Ana Pizarro afirma que Brasil y la América hispánica han comenzado a desarrollar un reconocimiento mutuo, aunque lento, subrayando la importancia de los estudios de fronteras culturales como un campo abierto y necesario para el desarrollo de los estudios latinoamericanos. Como parte de esos diálogos, vale destacar la creación del Instituto Guimarães Rosa, en 2022, cuyo objetivo es difundir la cultura, la literatura y la lengua de Brasil en el exterior. De igual manera, el interés por la publicación en Brasil de autores hispanoamericanos, así como por el estudio de sus obras en el ámbito académico, demuestra el acercamiento que Brasil busca para generar un intercambio y que también encuentra eco de los países latinos de habla española.




REFLEXIONES FINALES


La circulación en la República Mundial de las Letras que plantea Casanova no es equilibrada, ni sus regiones ni capitales literarias corresponden a los mapas físicos convencionales. Se trata de espacios de poder en los que los autores luchan por una legitimación, aunque con armas desiguales. En este sentido, la literatura brasileña tiene circulación en América Latina de habla hispana, pero aún no ha conseguido insertarse dentro de los programas curriculares académicos o como objeto de investigación para la elaboración de artículos o tesis. Vale destacar la labor realizada por editoriales pequeñas y medianas de países como Argentina, México, Chile o Colombia, que gracias a los fondos de la Biblioteca Nacional han podido publicar autores contemporáneos brasileños más allá de los textos de autores considerados clásicos que son los que más se asocian a Brasil. Estas publicaciones ayudan a mostrar una multiplicidad de voces, temáticas y narrativas, desmontando los estereotipos que se pueden tener sobre Brasil en los países latinoamericanos de habla española. Para Magri (2017, 242) hace falta además una política seria de inserción de los autores en el escenario hispanoamericano, cuyo mercado (con excepción de Argentina) siempre se lo ha visto insignificante en comparación al de Francia, Alemania o Estados Unidos.

La traducción a una gran lengua literaria no se trata de un simple paso de una lengua a la otra, sino de un proceso de literarización (Casanova 2001), es decir, implica el reconocimiento de un autor dentro del mercado literario mundial. Aunque el español no es una lengua dominante (Heillbron 2010), la traducción de las obras brasileñas implica una acogida interesante en Hispanoamérica que debe ser acompañada por unas estrategias claras de distribución. Los simposios que se organizan desde México y Argentina especialmente pueden contribuir a esa inserción, aunque deberían extenderse a más países latinoamericanos, acompañados de estudios críticos e investigaciones que, como sugieren Santana Siqueira y Andrade dos Santos (2020, 13), podrían abordar la influencia que pudieron tener los autores brasileños sobre otras culturas y/o tradiciones literarias.


Lista de referencias


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