En primer lugar, me gustaría agradecerles la invitación a participar en este VII Congreso Internacional de la Red Pilares, en el panel Epistemología y Praxis en Estudios Organizacionales en Brasil, junto con personas que admiro: Paulo Ricardo Abdala, Guilherme Dornelas Camara y Luiza Damboriarena.
El objetivo de esta reflexión es, desde una perspectiva ontológica y epistemológica, cuestionar la ausencia de la materialidad concreta del objeto en los Estudios Organizacionales, sea por cuenta del empirismo descriptivo o por cuenta de la abstracción mística. Esto se debe a que la concepción de organización que guía estos estudios no es solo abstracta, sino mística.
El argumento desarrollado aquí, aunque este es un tema demasiado complejo para ser debatido en tan poco tiempo, es que hay una prevalencia en los estudios organizacionales de dos modos excluyentes de investigación en los que se suprime la materialidad del objeto: i. el empirista-descriptivo, que se agota en lo inmediato del objeto, sin profundización teórica; ii. el idealista, que reemplaza el objeto con el movimiento del pensamiento y de los conceptos.
En esta reflexión, aunque mencione el empirismo, enfatizará la crítica del idealismo, dejando el análisis del empirismo descriptivo para otra ocasión o para el debate.
Este problema ontológico y epistemológico se sitúa, desde el principio, en el fundamento del propio campo empírico de los estudios organizacionales, en el que la organización es considerada como sujeto de la realidad, como la Organización, cuando, de hecho, la organización es un predicado de la materialidad de las unidades productivas (fábricas, hospitales, escuelas, sindicatos, organismos públicos, bancos, etc.).
La organización abstracta mística gana el estatus de una cosa concreta, de modo que lo que debería ser un predicado parece ser un sujeto. Esta cuestión tiene una interferencia directa tanto en la investigación en estudios organizacionales, como en las prácticas del mundo del trabajo. ¿Por qué? Porque es una cuestión planteada por la lógica de la abstracción formal, en la medida en que su término principal (organización) entra en problematización en su forma arbitraria como sustancia.
La organización ha sido concebida, aristotélicamente, como sustancia, es decir, como aquello que es permanente en las cosas, como el soporte por el cual la materia se constituye en algo según una forma.
Por lo tanto, para los idealistas la organización se refiere a lo universal abstracto que, exactamente a partir de esta abstracción, se clasifica en tipos, formas y especies. Con esto, lo concreto deja de ser materia constitutiva, de modo que la clasificación (organización) ocupa el lugar de los objetos que la constituyen (fábricas, escuelas, etc.); el predicado ocupa el lugar de lo sujeto.
¿Cuál es el misterio? Para llegar a la sustancia, uno toma los elementos reales, en sus formas singulares, para unir idealmente estos elementos en una sustancia universal. La sustancia es, obviamente, una abstracción. Dado que es el resultado del pensamiento, la abstracción no puede ser el origen concreto de sus formas reales.
El problema que se plantea es exactamente este: después de crear la sustancia los idealistas vuelven a su origen concreto siendo el resultado de la sustancia. Así, se va de las partes al todo, se da al todo el carácter de sustancia, y luego se confiere a este todo abstracto el origen de las partes. Unimos fábrica, escuela, hospitales, asociaciones, organismos públicos en una sustancia llamada organización. Entonces, empezamos a dar a la organización el origen de las fábricas, escuelas, hospitales, etc.
La metafísica idealista parte de manzanas, peras, uvas, para crear la idea abstracta de la fruta, y luego pretende explicar los frutos reales a partir de la idea de la fruta misma, de la sustancia, de la esencia eterna, del arquetipo de la fruta. En este camino se atreve a preguntarle al tomate si es fruta o verdura.
Dado que a la fábrica, a la escuela, al hospital, al banco, se confiere el estatus de organización, parece haber una autorización para que los empiristas describan las condiciones empíricas de las unidades particulares o de los conjuntos singulares como formas de esta sustancia, e igualmente que los idealistas consideren la organización como el lugar de origen ideal de las fábricas, escuelas, hospitales, etc.
En estas concepciones prevalece no el objeto, sino su descripción empírica inmediata como forma de sustancia; no lo objeto, sino la idea sobre el objeto; no la praxis social e histórica que constituye el objeto, sino la forma abstracta inmediata del objeto; no la apropiación de la actividad en la producción de las condiciones materiales de la existencia social, sino el ejercicio axiológicamente neutro y ahistórico de la actividad que solo puede afirmarse desde la sustancia universal.
Esta concepción de organización como sustancia ha alcanzado el estatus de entidad. La organización no como unidad productiva de bienes y servicios, como expresión objetivada de la producción material de la existencia social, sino como entidad que está por encima de las dimensiones del espacio y el tiempo. La organización como entidad mística, cuya constitución es ahistórica y no humana. A partir de la sustancia, la organización se clasifica como un modelo estructurado por reglas (organización formal) o por relaciones de convivencia (organización informal), como organismo, como empresa, como asociación, etc., es decir, no como una forma social colectiva producida histórica e materialmente, sino como una estructura, como un sistema dado que existe independientemente de los modos de producción social.
Como se puede comprobar, uno primero toma las cosas como son en sus singularidades y particularidades reales. A partir de estas cosas concretas se crea una cosa abstracta universal. A estas cosas universales se atribuyen, entonces, al origen de las cosas concretas (tipos, formas, actividades, funciones, etc.).
Esta es la concepción dominante, casi unánime, en la investigación en estudios organizacionales en Brasil y, me atrevo a decir, en todo el mundo. Es en este sentido que los estudios organizacionales parten de lo abstracto, de los presupuestos teóricos y conceptuales, en busca de un objeto concreto que idealmente le corresponda: un caso, una empresa, una fábrica, una situación, un fenómeno, una actividad. A partir del estudio de los casos particulares se pretende volver a la abstracción inicial para reafirmar su carácter místico.
Lo que sucede es que la organización, cuando es considerada como una abstracción, es decir, como una cosa en sí misma vacía de materialidad, coloca al investigador no en confrontación con lo concreto, sino con las ideas, no con la representación de la realidad, sino con su descripción, de modo que este investigador cree que confrontando las ideas o describiendo los fenómenos se enfrentará a la realidad que enmascaran. Este es un engaño.
¿Cuál es la magia que el espíritu crea aquí? Cuando los investigadores empiristas e idealistas operan sobre realidades (fábricas, escuelas, hospitales, asociaciones, partidos, organismos públicos), forman en sí mismos una idea general de "organización". Continuando, este investigador imagina que la mera descripción de las formas particulares de organización o que la idea abstracta deducida de los tipos formales (fábricas, escuelas, hospitales, etc.), es algo que existe fuera de ál (investigador) y que esto constituye la verdadera esencia de las fábricas, escuelas, hospitales, partidos, organismos públicos, etc. Al hacerlo, el investigador declara que la organización es la sustancia de las fábricas, escuelas, hospitales, partidos, asociaciones, etc., y que las fábricas, escuelas, etc. son formas particulares de esa entidad llamada organización.
Lo que era predicado se convierte en sujeto. Para este investigador, lo esencial en la fábrica, en la escuela, en el hospital, no es ser una fábrica o ser una escuela o un hospital, no es su materialidad real, sino la esencia de su representación. Fábrica, escuela, hospital, etc., acaban siendo, para estos investigadores, formas de existencia de la organización. Es decir, tipos o modos de organización, que para entender basta solamente describir o mistificar.
Una vez concluido este entendimiento, el investigador distingue la fábrica de la escuela, el hospital de la agencia pública, el partido de la asociación, la tienda de la cooperativa.
Para los estudios organizacionales empiristas e idealistas, cada uno de estos modos (o tipos) es una forma diferente de la misma cosa: eso es organización. Así, la organización, como ya se ha dicho, se convierte en una entidad. La organización planifica, produce, define la estrategia, actúa, habla, piensa, programa, contrata, despide, etc. Con esto procedimiento, el investigador no alcanza la riqueza de las determinaciones. No investiga el proceso histórico real, sino su forma inmediata o su forma conceptual.
Después de haber hecho de las diferentes formas reales una abstracción llamada organización, ¿qué hacen la descripción y la especulación? La descripción niega la esencia del objeto para presentarlo en su forma particular. La especulación vuelve a formas particulares y sus singularidades (hospital público, escuela privada, fábrica recuperada, empresa de economía solidaria, cooperativa de crédito, etc.), es decir, la especulación vuelve a los tipos profanos reales de diferentes especies. Luego, después de haber engendrado estas categorías del misterio del mundo real, el investigador crea el mundo místico a partir de estas categorías. Mundo místico que él, sin embargo, entiende que es real.
La realidad es sustituida por su aparición inmediata o por su concepto, por clasificaciones, por tipos puros. Sin embargo, no hay manera de pasar de una descripción y una abstracción a su opuesto real a menos que uno renuncie a la descripción y a la abstracción inmediata o arbitraria. Pero tal renuncia es especulativa, porque solo ocurre en apariencia.
Si la fábrica, el partido, el hospital, etc., constituyen la sustancia organización, vale la pena preguntarse ¿cómo trata este investigador el hecho de que tal organización se define a veces como una fábrica, a veces como una cooperativa, a veces como un banco, a veces como una escuela, a veces como una agencia pública? ¿Cuál es el origen de la diversidad de esta unidad llamada organización?
La respuesta es que el origen de estas diversidades es o bien la descripción empírica de singularidades o bien la razón especulativa, en la que las diferentes formas de organización son cristalizaciones de la organización misma, como substancia, como abstracción universal.
La organización adquiere, en el empirismo, una existencia única en el mundo como forma particular de sustancia, y en el idealismo, adquirir una existencia mística propia, dando lugar a la existencia de tipos, formas y manifestaciones que terminan sirviendo, para el investigador, como una forma de entender la sustancia que se creó abstractamente.
Estas formas de investigación crean una unidad aislada en un conjunto de unidades particulares, o una totalidad abstracta que existe solo en la imaginación. Así, cada forma de organización es una encarnación de la sustancia organización, es una forma de ser de la sustancia que se presenta como abstracción. Con esto, de la sustancia abstracta de organización se extrae solo formas abstractas de organización.
La especulación coloca al investigador ante esquemas, modelos y paradigmas que dividen abstractamente la realidad en partes, clasifican la materia en escalas y cuadrantes, en formas y jerarquías, y luego cuestionan cómo estas partes arbitrariamente separadas se relacionan entre sí en el mundo concreto. Debido a la actividad del pensamiento, los idealistas unen los objetos reales en una sustancia universal y luego los cuestionan. Primero, se toman varios elementos reales que constituyen el conjunto de relaciones materiales y a estos elementos se les confiere, entonces, una cualidad abstracta general, una sustancia. Luego, esa sustancia es idealmente descompuesta en los mismos elementos que se usaron para crearla. Finalmente, se preguntan a estos elementos idealmente separados no solo si existen como separación, sino si ellos realmente existen como elementos, si se relacionan entre sí y cómo se relacionan.
Para escapar de la artimaña de lo inmediato sensible y la idealización, es necesario rescatar la materialidad concreta del objeto en estudios organizacionales. Es urgente superar el empirismo descriptivo y la especulación mística y promover una ontología y una epistemología crítica de lo concreto.