Desarrollo Económico Territorial N.° 20, diciembre 2021, pp. 97-112

ISSN 13905708/e-ISSN 26028239

DOI: 10.17141/eutopia.20.2021.5160

 

                                                                               Ensamblando la cadena de cultivos de alto valor en el occidente de Honduras

Assembling the chain of high value crops in western Honduras

 

Arie Sanders .EAP Zamorano, Profesor asociado, asanders@zamorano.edu, https://orcid.org/0000-0001-6548-4454

 

Recibido: 30/08/2021 • Aceptado: 10/11/2021

Publicado: 21/12/2021

 

Resumen. La cooperación internacional ha introducido el desarrollo de las cadenas de valor como un enfoque fundamental para lograr el desarrollo rural de forma sostenible. Este enfoque de “ desarrollo de sistemas de mercado” se ha introducido ampliamente en el sector agrícola hondureño en un esfuerzo por integrar a los pequeños agricultores en las cadenas agrícolas de alto valor, como la horticultura. En este trabajo se ha elaborado un marco teórico crítico para analizar la retórica del desarrollo, que supone el uso de las cadenas de valor agrícolas como solución para la reducción de la pobreza rural en los países de bajos ingresos; y se utilizó un enfoque sociológico basado en el “pensamiento de ensamblaje”. Este análisis revela que el ensamblaje de cadenas de valor es relativamente complejo, con diversas relaciones, intereses y afectos; y que el enfoque descendente para impulsar mejoras en los pequeños agricultores y modernizar las cadenas de valor deja poco margen de maniobra para la toma de decisiones y la autonomía de dichos agricultores. La hegemonía del conocimiento de los proyectos o de los expertos prevalece sobre todas las demás alternativas. Se necesita reflexividad para abordar esta estrategia de desarrollo dominante e idear un modelo de desarrollo alternativo en el que la forma de producción de los pequeños agricultores pueda desempeñar un papel importante en la suficiente producción de alimentos locales, de forma cultural y ecológicamente adecuada.

Palabras Clave: Cadenas de valor, agricultura, desarrollo rural, ensamblaje, Honduras

Abstract. International donors have introduced value chain development as a fundamental approach to achieve rural development cost effectively. Thismarket systems developmentapproach has been widely introduced in the Honduran agricultural sector to integrate small farmers into high-value agricultural chains, such as horticulture. In this paper, they elaborated a critical theoretical framework to analyze the development rhetoric of using horticultural value chains as a solution for rural poverty reduction in low-income countries. I used a sociological approach based onassemblage thinking.” The analysis reveals that a value chain assemblage is relatively complex with many relations, with different interests and affects and that a top-down approach to upgrading smallholders and modernizing value chains leaves little maneuvering room for smallholdersdecision making and autonomy. The hegemony of project or expert knowledge takes precedence over all other alternatives. There is a need for reflexivity to address this dominant development strategy and devise an alternative development model where the smallholder form of production could play an important role in producing enough local food in a culturally and ecologically appropriate way.

 

Keywords: Value chain, agriculture, rural development, assemblage, Honduras

 

Introducción

El enfoque de la cadena de cultivos de alto valor (ECAV) se ha convertido en una importante estrategia de la cooperación internacional de desarrollo para reducir la pobreza y aumentar la seguridad alimentaria en las zonas rurales empobrecidas de países en desarrollo (German et al. 2020). La popularidad del ECAV queda demostrada por el gran número de documentos estratégicos, resúmenes de políticas, guías y manuales publicados por diferentes donantes internacionales, centrados en las lecciones aprendidas y las estrategias para una intervención exitosa. El interés de la cooperación internacional por ECAV se basa en la suposición de que el crecimiento económico, que puede reformularse como desarrollo del sector privado, es una condición previa importante para la reducción de la pobreza (German et al. 2020). En cierto sentido, ECAV refuerza los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que también plantean el aumento de los ingresos como precursor de la mejora de los medios de vida y del nivel de vida rurales (Stamm and Drachenfels 2011).

Con la creciente demanda de productos agrícolas, especialmente de bienes de alto valor como el café y los productos hortícolas que dan a los pequeños agricultores una ventaja comparativa, el crecimiento económico y la reducción de la pobreza parecen combinarse perfectamente con el desarrollo de esta cadena de valor. Esto también hace que sea atractivo y legítimo para los donantes apoyar el desarrollo del sector privado, como las iniciativas de “asociación público-privada” con cadenas de supermercados nacionales o internacionales, intermediarios o empresas de exportación (Dunn, Schiff, and Creevey 2011). Un gran número de agencias de desarrollo están aplicando ECAV en sus proyectos de desarrollo agrícola, y aunque hay grandes diferencias entre proyectos en cuanto a escala, cultivos, mercados (nacionales/internacionales), formas de integración horizontal (entre agricultores) y vertical (a lo largo de la cadena de valor, desde el agricultor hasta el consumidor), en general, el fundamento de su modelo de desarrollo se basa en la integración de los pequeños agricultores en el mercado.

La idea del desarrollo de la cadena de valor y el aumento de la participación del sector privado son dos pilares importantes de la actual agenda de desarrollo agrícola promovida por el gobierno hondureño y los organismos donantes bilaterales y multilaterales. Los programas de desarrollo agrícola presuponen la inevitabilidad de integrar a los pequeños agricultores en los mercados, ya que, según la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la diversificación agrícola orientada al mercado es “una de las estrategias más eficaces para crear nuevos ingresos y oportunidades de empleo para los pobres de las zonas rurales de Honduras” (US Government 2011, 11). Adicionalmente, se presta mucha atención al desarrollo de capacidades y a la implementación de tecnologías destinadas a aumentar la producción agrícola.

A partir de un proyecto de investigación sociológica longitudinal,[i] se busca contribuir a la discusión sobre la ambivalencia y las contradicciones del enfoque de la cadena de valor para el desarrollo, en el contexto del occidente de Honduras. En este sentido, se analiza el significado y las implicaciones de ECAV en un entorno en el que los pequeños productores hondureños se enfrentan a situaciones complejas como el cambio climático, las enfermedades de los cultivos, la degradación del suelo, los acuerdos comerciales internacionales y la creciente inseguridad ciudadana. Esto se hará dejando a un lado superando el punto de vista de que los productores de bajos recursos están sujetos a un proceso de diferenciación social en un contexto capitalista creciente. En su lugar, se utilizará un enfoque sociológico para presentar dos estudios de caso de asociaciones rurales en el occidente de Honduras, que toman en cuenta la gama de “materiales”, incluyendo las ideas de desarrollo y los deseos y aspiraciones de los agricultores que pueden afectar estos elementos y hacer conexiones con un contexto social, instructivo y económico más amplio. Mediante el uso de una ontología social materialista, será posible construir “ensamblajes de cadenas de valor” que enfaticen la interrelación de entidades humanas y no humanas, y vayan más allá de la ontología tradicional al enfatizar los vínculos entre estas entidades (DeLanda 2016). El uso del concepto de ensamblaje (“assemblage” en inglés) es útil para una mejor comprensión y reflexividad sobre la creación de mercados para los productores de bajos recursos, incluyendo el aspecto de la reducción de la pobreza en el occidente de Honduras.

El presente documento está organizado de la siguiente manera: La sección 2 presenta un marco conceptual basado en la sociología del nuevo materialismo, con especial atención a la construcción del ensamblaje, un concepto clave en la ontología materialista. En la sección 3, se discute la transformación de la horticultura y de los campesinos aplicando el concepto de “devenires“ (“becoming” en inglés) (Deleuze and Guattari 1987), y por último, en la sección 4 se exponen algunas reflexiones sobre ECAV como herramienta de desarrollo.

La cadena como ensamblaje

Este marco conceptual se basa en la nueva sociología materialista que considera la cadena de valor agrícola como un ensamblaje (DeLanda 2016). La sociología materialista es caracterizada por prestar atención a todos los tipos de materia y por tener una ontología social plana que se centra en sus cualidades relacionales. Al hacerlo, la sociología materialista rechaza las dualidades sociológicas tradicionales como agencia[ii]/estructura, naturaleza/cultura y micro/macro, a favor de una ontología social plana o “monoísta” en la que la materia se autoorganiza: “La materia no es inerte, ni simplemente el fondo de la actividad humana, sino que ‘se conceptualiza como actor con múltiples fuentes de representación, tanto humanas como no humanas, con capacidades para tener algún efecto” (Fox and Alldred 2014, 400). No se puede hacer predicciones sobre la estructura, sino que hay que observarla en interacción. Esto significa que el poder y la agencia no pueden asignarse a un actor como en el caso del materialismo histórico de Marx, en el cual la superestructura crece a partir de la base y refleja los intereses de la clase dominante que la controla. El poder y la agencia son más bien capacidades contingentes que surgen en un contexto relacional particular (Fox and Alldred 2018).

Al dejar de lado el aspecto sociológico del dualismo, el nuevo materialismo ofrece la oportunidad de examinar aspectos como la agricultura a pequeña escala y la integración de la cadena de valor. El uso de una ontología plana facilita la asignación de agencia a lo no humano y el establecimiento de relaciones con otros seres vivos (Fox and Alldred 2018). En este artículo, por ejemplo, se incluyen las relaciones semióticas, como los conceptos de “cadena de valor” y “mejora” o las ideas sobre el desarrollo agrícola y económico. Al evitar la dualidad de la micro sociología, que examina las actividades diarias y la agencia, y la macro sociología, que se refiere a la estructura institucional global en la que actuamos, el nuevo materialismo pretende seguir empíricamente el proceso de transformación en curso.

Utilizando el enfoque de Fox and Alldred (2017) para presentar un ensamblaje en una cadena de valor, el ensamblaje básico para un cultivo como, por ejemplo, el tomate podría ser:

Agricultor - tomate - contrato - intermediario - supermercado.

En este conjunto, los tomates son producidos por un agricultor y vendidos a un intermediario que ha establecido un contrato informal con el agricultor. El intermediario vende los tomates a un supermercado de una de las principales zonas urbanas de Honduras. Sin embargo, el análisis de la cadena de valor deja claro que una cadena de valor es mucho más compleja que la presentada en este esquema. Hay otros tipos de relaciones sociales, políticas e institucionales implicadas, que contribuirán a la economía de los afectos, creando un conjunto que podría parecerse (sin ningún orden en particular) a lo siguiente:

Crédito - agricultor - fertilizante - intermediario - contratista de desarrollo - supermercado - certificación - redes sociales - transporte - discurso de desarrollo - extensionista - riego por goteo - herbicidas - semillas - asociaciones.

Este conjunto repercutirá en la estrategia de producción del agricultor en cuanto a la cantidad y la calidad que puede producir, incluyendo la producción de otros tipos de cultivos o el trabajo como jornalero en otras explotaciones. En cadenas de valor más complejas, por ejemplo, las de exportación a Europa y Estados Unidos, entrarían en juego otras relaciones como los permisos de exportación, las normas sanitarias y los intermediarios internacionales, así como acuerdos comerciales internacionales. La producción de tomates está condicionada por su gran cantidad de relaciones. Puede tener tanto que ver con la aspiración de un agricultor de convertirse en un gran productor de exportación, como con una estrategia de desarrollo agrícola hondureña diseñada en una oficina en Washington DC o Bruselas.

Las cadenas de alto valor se basan en una mezcla de relaciones económicas, institucionales y socioculturales. Las relaciones económicas pueden incluir líneas de crédito ofrecidas por proveedores formales o informales, proveedores de semillas y fertilizantes, intermediarios que compran los productos, y mercados locales para los productos que no cumplen los estándares de calidad del supermercado. Las relaciones institucionales pueden incluir la asistencia técnica ofrecida por un proyecto de desarrollo en la zona, pero también incluye las asociaciones de agricultores creadas para conseguir economías de escala y poder de negociación con los grandes compradores. Las relaciones socioculturales pueden incluir las redes sociales para compartir el riesgo de la producción y tener acceso a los mercados de trabajo fuera de la temporada de producción de sus propios cultivos, o a los conocimientos, pero también a las prácticas de cultivos, los objetivos de producción y la estrategia general de subsistencia.

Las relaciones en un conjunto de cadenas de alto valor también tienen que verse desde una perspectiva más histórica en el contexto más amplio de la transformación agraria. Coppin (2003) utilizó los conceptos de regímenes antiguos y disciplinarios y de tecnologías disciplinarias de Foucault para entender la transición de la ganadería porcina en Illinois. Estos conceptos también son muy útiles para el contexto de la horticultura en Honduras. La ideología subyacente de “disciplinar” a los agricultores y sus cultivos desde el antiguo modo campesino a un modo empresarial de agricultura en un régimen disciplinario de cadena de valor es lo que podemos observar en la actual estrategia de desarrollo agrícola del gobierno hondureño. No obstante, las reacciones de los agricultores son diversas, y no todos están interesados en integrarse en las cadenas de alto valor. En algunos casos, los agricultores optarán por abandonar el modo de agricultura empresarial para volver a ser “campesinos” (Ploeg van der 2014). La coexistencia de múltiples modos de cultivo en una misma región es un reflejo de la gran heterogeneidad de los modos de producción de los agricultores como resultado de ensamblajes agrícolas particulares.

Desde una perspectiva materialista, las capacidades que produce el conjunto de la cadena de valor tienen un significado social relevante, especialmente a nivel de la explotación. La integración de los agricultores en la cadena de cultivos de alto valor puede crear un nuevo proceso de diferenciación social. La integración de la cadena de valor tenderá a producir nuevos modos de cultivo, en los que la intensidad de la integración reflejará diferentes modelos. El modo de cultivo elegido por un hogar agrícola será el resultado de la gama de afectos en sus sistemas agrícolas, de los cuales las razones técnicas y económicas no necesariamente son las más significativas, lo que requiere ir más allá de un modelo simplista de desarrollo tecno-económico. Por ejemplo, la diversificación de los ingresos a través de actividades no agrícolas o la producción de maíz/granos básicos son actividades fundamentales para que los hogares rurales empobrecidos puedan hacer frente a externalidades como la sequía y las fluctuaciones de los precios. Un análisis materialista de la agricultura y las cadenas de valor exige una comprensión holística de cómo las múltiples entidades humanas y no humanas se ensamblan para producir y modificar la forma de cultivar de un agricultor.

La cadena de valor hortícola

Sobre la base del trabajo de campo es posible detectar un gran número de relaciones y entidades que intervienen en las cadenas de valor hortícola en Honduras: personas (agricultores, extensionistas agrícolas, intermediarios); factores de producción (tierra, crédito, mano de obra); organizaciones e instituciones (asociaciones de agricultores, proyectos de desarrollo, supermercados); infraestructura (plantas de procesamiento, sistemas de riego); y conceptos (integración de mercados, mejoramiento, género). En esta sección se describe las economías de afecto de estas relaciones y entidades y la consiguiente creación del ensamblaje de la cadena de valor hortícola promovido por las agencias de desarrollo en el occidente de Honduras, en términos de convertirse en horticultor (territorialización) y de convertirse en campesino (desterritorialización), utilizando dos estudios de caso de asociaciones de agricultores.

La horticultura en el occidente de Honduras

La producción hortícola en el occidente de Honduras fue introducida a mediados del siglo XX y promovida por la Ley de Modernización Agrícola. En los últimos diez años, la producción hortícola en Honduras ha aumentado considerablemente. El destino de la producción a pequeña escala en Honduras es mayoritariamente el mercado interno, ya sean supermercados o mercados mayoristas informales. Las estimaciones de las ventas en el mercado interno indican que la participación de los supermercados en la venta minorista de alimentos en general está aumentando rápidamente. Los mercados mayoristas informales siguen representando la mayor parte de los productos vendidos en el país (Chalmers et al. 2012), pero esta situación ha ido cambiando en las principales zonas urbanas, donde los supermercados se están convirtiendo en el punto de venta dominante de los productos alimentarios.

Dos tendencias importantes en las cadenas mundiales de suministro de alimentos son la posición cada vez más dominante de los grandes agronegocios internacionales y la creciente participación de los supermercados en la venta minorista de alimentos, especialmente de frutas y verduras frescas (Ogutu, Ochieng, and Qaim 2020).

En Honduras, encontramos una tendencia similar: los grandes agronegocios dominan el sector agrícola y los supermercados son cada vez más importantes en el sector minorista. La creciente demanda de servicios de supermercado está relacionada con el aumento de la renta per cápita, junto con otros cambios demográficos, como la urbanización y la creciente participación de las mujeres en el mercado laboral (Andersson et al. 2015). Una mayor desregulación del mercado, la mejora de las infraestructuras y las nuevas tecnologías de refrigeración también han permitido a las cadenas de supermercados de Honduras ampliar sus operaciones y controlar las cadenas alimentarias.

La cadena de valor de la horticultura en Honduras puede caracterizarse como una “cadena de valor modular” (Gereffi, Humphrey, and Sturgeon 2005) en la que los agricultores suministran productos que cumplen las especificaciones de la empresa líder (supermercado o empresa exportadora). En esta situación, supuestamente beneficiosa para ambas partes, el riesgo de la producción es asumido en su totalidad por el pequeño agricultor. Los cultivos hortícolas son muy sensibles a las condiciones meteorológicas y a los ataques de plagas y enfermedades, que pueden aumentar los costes de producción y/o reducir el rendimiento (Schreinemachers et al. 2016). Pero también existen riesgos de comercialización, como el cumplimiento de las normas de calidad y la volatilidad de los precios.

En la cadena de valor de la horticultura existe una cierta tendencia a la integración vertical entre los supermercados y sus proveedores especializados de productos hortícolas (González, Livio Zúniga, and Wilson 2013). Esta integración se da mayoritariamente en forma de algún tipo de agricultura informal por contrato entre la agroindustria y los productores locales o las organizaciones de productores. Esta integración vertical está motivada por el deseo de garantizar un suministro constante de productos; al mismo tiempo, permite a los agricultores y a las organizaciones de agricultores mejorar la planificación de su esquema de producción (Chalmers et al. 2012).

Las asociaciones de agricultores desempeñan un papel importante en el sector de la pequeña escala de Honduras, para reducir los costos de transacción mediante la consecución de economías de escala. Las asociaciones de agricultores, cuya historia se remonta a la década de 1990 cuando se establecieron como alternativa al fallido modelo de producción cooperativa, son vehículos para organizar grupos de 20 a 40 pequeños agricultores, aproximadamente, en torno a actividades comerciales como el suministro de insumos, la comercialización y los planes de crédito.

Las asociaciones de agricultores han sido los principales grupos destinatarios de casi todos los proyectos de desarrollo agrícola del país. Debido al pequeño volumen de producto por agricultor, son ellas las responsables de la colecta y primera selección de un producto. Además, son las que negocian el volumen, los ciclos de producción y el precio con el comprador. Sin embargo, estas asociaciones son también el eslabón más débil de la cadena. La falta de contratos formales y de mecanismos de ejecución les dificulta obligar a sus asociados a entregar los volúmenes acordados. Cuando el precio en el mercado informal es más alto, los asociados venden sus productos a otros compradores (Leones Arcentales 2016).

La construcción de un ensamblaje

La identificación de las entidades y de las posibles relaciones en un ensamblaje de la cadena de valor, no significa que un ensamblaje sea funcional o esté funcionando. En un proceso de pruebas de fuerza que surgen cuando las ideas de desarrollo se convierten en práctica y las entidades se interrelacionan, es necesario llegar a un acuerdo sobre las ideas y las reglas del juego para estabilizar la identidad del ensamblaje. El papel de los proyectos de desarrollo es fomentar la construcción de la cadena de valor hortícola. Los proyectos no sólo tienen que capacitar a los pequeños agricultores y modernizar las cadenas de valor, sino también tienen que establecer un “control” sobre su población objeto, los pequeños agricultores y sus asociaciones. Este tipo de control no es por coacción ni por un plan totalizador, sino que se basa en el deseo de reducir la pobreza rural mediante la mejora del sistema de producción de los pequeños agricultores y la modernización de las cadenas de valor.

A través de los proyectos de desarrollo, los conocimientos y la tecnología se transfieren a los pequeños agricultores, generando una gran cantidad de (nuevas) prácticas de producción. Los sistemas de conocimiento/tecnología locales y externos del proyecto se unen y forman nuevos tipos de acuerdos. La producción de cultivos hortícolas no es nueva en la zona; según algunos de los entrevistados, como mencionado anteriormente, la producción hortícola fue introducida a mediados del siglo XX por agricultores de origen europeo y se ha extendido lentamente en la región. Así, un gran número de pequeños agricultores se dedica a la producción de tomates, zanahorias, chile dulce y papas desde hace décadas. En particular, la producción de papas tiene una larga tradición en la región. Esta es considerada por muchos productores como un importante “bien o patrimonio cultural”, lo que puede interpretarse como un bien productivo que se ha arraigado culturalmente en la región.

Salvo algunas excepciones, antes de que se iniciaran los proyectos de desarrollo de la cadena de valor, la mayoría de los pequeños productores nunca habían producido cultivos hortícolas directamente para los mercados de primera calidad de San Pedro Sula o Tegucigalpa, ni para los mercados de exportación. La mayoría de los pequeños agricultores se dedicaban a la producción de cultivos hortícolas y vendían sus productos en los mercados locales domésticos o a intermediarios para los mercados mayoristas de las zonas urbanas. Con la creciente demanda de productos frescos de alta calidad, los productos hortícolas son cada vez más valiosos y un cultivo económicamente atractivo. Sin embargo, esto no significa que los pequeños agricultores estén preparados para suministrar sus productos directamente a esos mercados de primera calidad. Sus sistemas de producción y gestión tienen que actualizarse para encajar en este nuevo acuerdo sociotécnico.

En muchos aspectos, la producción de cultivos hortícolas se combina con las actividades de subsistencia existentes. En general, todos los agricultores tienen al menos una superficie con maíz y frijoles -llamados conjuntamente milpa-, cuya producción está profundamente arraigada en las normas y valores culturales de la población indígena. Cuando se les preguntó a los agricultores por qué seguían sembrando milpa, se refirieron a la preservación de sus raíces culturales. La producción de milpa es para ellos algo más que producción de maíz y frijoles, ya que constituye la base de una red social que puede absorber choques en tiempos de crisis. También es una línea de fuga para mantener cierto nivel de autonomía frente al mercado. El equilibrio entre los cultivos hortícolas y la producción de milpa es una forma de encontrar estabilidad en su deseo de salir de la pobreza y asegurar sus medios de vida. Los pequeños propietarios tienen la capacidad de subvencionar los insumos de mano de obra para la producción de cultivos hortícolas y/o de maíz mediante el trabajo familiar no remunerado. Si la producción hortícola aumenta, pueden contratar mano de obra temporal para la preparación de la tierra o la fumigación. En la mayoría de los casos, los pequeños propietarios que contratan mano de obra temporal emplean a una o dos personas, normalmente vecinos o miembros de la familia extendida.

La influencia externa ha sido importante para fomentar el interés de los agricultores, pero la decisión de iniciar la producción de cultivos hortícolas está impulsada por el deseo de mejorar sus condiciones de vida. Los cultivos de alto valor potencian el rendimiento marginal de la mano de obra familiar y pueden dar lugar a mayores beneficios en la explotación. Otra razón mencionada con frecuencia para producir cultivos hortícolas es su corto ciclo de producción. Los altos beneficios y el rápido retorno de la inversión hacen de la horticultura una actividad atractiva para los pequeños agricultores. Existen grandes diferencias entre los distintos cultivos hortícolas. Algunos cultivos, como la lechuga, son relativamente fáciles de cultivar sin necesidad de grandes inversiones, mientras que otros tienen ciclos de cultivo más largos (coliflor) o necesitan una inversión importante (papa). La elección de los cultivos está muy influenciada por las recomendaciones de las asociaciones de agricultores y/o los proyectos de desarrollo, debido a los contratos con minoristas.

Una estrategia generalizada de los proyectos de desarrollo para establecer un conjunto de cadenas de valor ha sido la creación o el fortalecimiento de las asociaciones de agricultores. Tal como lo señaló uno de los productores, “los proyectos siempre van a la asociación, así que hay que ser miembro para ser beneficiario”. Las asociaciones de agricultores reducen los costos de transacción al lograr economías de escala, permitir la negociación colectiva y proporcionar acceso a la información de mercado. Estas economías de escala, combinadas con la presión de entrega de los proyectos de desarrollo, son la razón por la que los proyectos prefieren trabajar con agricultores organizados: Un proyecto de desarrollo agrícola del Banco Mundial afirma que “es poco probable que el pequeño agricultor, actuando solo, pueda competir eficazmente en un mercado dominado por intermediarios con poder de negociación e información asimétricos” (World Bank 2008, 2). A través de la organización, los pequeños agricultores “podrán beneficiarse de: (i) el poder de negociación colectiva en la negociación con otros actores de la cadena; (ii) una mayor adopción de tecnologías; y (iii) la reducción de los riesgos individuales a través de la distribución del riesgo” (World Bank 2008, 2). A largo plazo, las asociaciones de agricultores serán (económicamente) independientes, lo que podría contribuir al crecimiento económico local y a la reducción de la pobreza (World Bank 2008).

Estudio de caso 1: Formar parte del ensamblaje

Existen grandes diferencias entre las asociaciones en cuanto a capacidad de gestión, acumulación de capital y número de socios. Una de las asociaciones más exitosas en la zona de Intibucá es Empresa Campesina Agroindustrial De La Reforma Agraria de Intibucá (ECARAI), fundada en 1994 en el contexto de la reforma agraria. El cambio drástico en el discurso internacional sobre el desarrollo, por el que temas como la reforma agraria y la producción común desaparecieron de la agenda de desarrollo, ha hecho que ECARAI cambie su enfoque con el tiempo. Desde 2006, trabajan como intermediarios de cultivos hortícolas, incluyendo papa, zanahorias y repollo, con doce grupos locales diferentes en la zona de Intibucá y Yamaranguila, incluyendo cooperativas, grupos de mujeres y grupos informales. Tienen un total de 325 miembros, de los cuales el 35% son mujeres, y la mayoría tiene menos de tres hectáreas de tierra.

Desde 2011, la asociación presta asistencia técnica y tiene una línea de crédito formal para sus miembros con un importante banco nacional. A lo largo de los años ha recibido apoyo financiero y técnico de un amplio grupo de organismos donantes. La cooperativa ha sido un importante impulsador del desarrollo empresarial hondureño. Como intermediarios, proporcionan a sus miembros acceso al mercado minorista de alto valor en San Pedro Sula y Tegucigalpa. Al igual que otras asociaciones de agricultores, ECARAI negocia el volumen, los ciclos de producción y los precios con los compradores. Como uno de los miembros de la Junta Directiva de ECARAI explica, “somos el enlace entre el agricultor y el cliente, tratando de romper la intermediación informal. Queremos mejorar sus ingresos [de los agricultores] para que puedan mejorar su calidad de vida recibiendo la mayor parte de los beneficios.”

ECARAI es un ejemplo interesante de cómo las cooperativas agrarias han cambiado con el tiempo. Comenzando como un movimiento de resistencia que luchaba por obtener acceso a la tierra, ECARAI se ha convertido ahora en una asociación con estrictas reglas de funcionamiento y con sus miembros sembrando sus cultivos según un calendario definido, recibiendo formación y entregando un producto que cumple con un determinado estándar. Según uno de los miembros de la Junta Directiva: “ECARAI es ahora una empresa más formal, ya que tenemos todo ese tipo de controles para garantizar la calidad. No ha sido un proceso fácil. Muchos querían hacer las cosas de forma fácil y finalmente abandonaron la asociación. Pero la gente que ahora forma ECARAI es la que realmente quiere hacer las cosas de la manera correcta”. Esta “manera correcta” consiste en gestionar la asociación de forma empresarial y disciplinada para generar mejores ingresos para sus miembros.

La transformación de ECARAI de una cooperativa de reforma agraria en una asociación empresarial tiene similitudes con el nacimiento de una institución disciplinaria (escuela, prisión, hospital), tal y como describe Foucault (Foucault, 1995). No sólo se anima a ECARAI, sino también a sus miembros, a que se vuelvan responsables y racionales al cambiar su modo de explotación agrícola a una forma empresarial. Cuanto más se impliquen la asociación y sus miembros en la producción de cultivos de alto valor, más se considera que esto es beneficioso y eficiente para ellos. Los pequeños agricultores están interesados en pertenecer a un imaginario sociotécnico de cultivos de alto valor y tienen el deseo de incorporarse a las cadenas de valor en las que pueden generar mayores ingresos, pero en las que domina la regla del mercado. ECARAI estabiliza la identidad de su conjunto reforzando la homogeneidad interna y definiendo cómo es un miembro deseable. De este modo, no sólo regula el acceso a los mercados de alto valor y a recursos como el crédito, sino que también aumenta la influencia sobre el modo de producción de sus agricultores.

La historia de éxito de ECARAI no es fácil de replicar por otros grupos de agricultores organizados. Muchas otras asociaciones de agricultores no han podido hacer la transición de una organización orientada a la política (reforma agraria) a una organización basada en la empresa. Los almacenes desocupados, las cámaras frigoríficas vacías y los sistemas de riego abandonados son frecuentes en la zona. Ninguna de las asociaciones incluidas en este análisis puede mantener su personal sin el apoyo de los donantes. Meijer et al. (2008) estimaron que, en promedio, las asociaciones de agricultores reciben el 3% del precio final al consumidor por sus tareas de colecta, preselección y administración. La combinación de bajos márgenes y bajos volúmenes de producto hace que muchas asociaciones no puedan cubrir sus costos operativos, lo que también explica el constante interés de las asociaciones de agricultores por participar en proyectos de desarrollo.

Estudio de caso 2: Línea de fuga

Las agencias de desarrollo han aceptado ampliamente el desarrollo de la cadena de valor como un enfoque factible para reducir la pobreza rural. Sin embargo, también hay iniciativas locales en el occidente de Honduras que no sólo buscan mejorar los medios de vida rurales, sino que también celebran el papel de los pequeños agricultores en la sociedad hondureña y promueven su derecho a definir sus propios sistemas alimentarios y agrícolas.

Puede que no sea el conocimiento hegemónico en la zona, pero es claramente un conocimiento alternativo con capacidad de acción. Se presenta el caso de la “Asociación de Mujeres Intibucanas Renovadas” (AMIR), una asociación local de base formada por 650 mujeres de la zona de Intibucá, que buscan una forma de desarrollarse en sus propios términos.

AMIR es una organización local de mujeres indígenas que tiene sus orígenes en la Iglesia Católica. Establecida en 1980, AMIR se creó para proporcionar un espacio a través del cual las mujeres lencas pudieran abordar cuestiones socioeconómicas, nutricionales, de salud, de género y de desarrollo que afectan a sus vidas, familias y comunidades. Aunque la oficina de AMIR se encuentra en la ciudad de La Esperanza, tiene aproximadamente 25 grupos comunitarios afiliados repartidos por todo el departamento de Intibucá. La afiliación a AMIR está abierta a las mujeres lencas, incluidas las jóvenes que viven en la zona.

AMIR se centra en la producción agroecológica y la nutrición; además, trabaja en cuestiones de género y desarrollo comunitario. En su mayor parte, AMIR diseña sus programas de desarrollo basándose en las necesidades e intereses de las mujeres locales. En los últimos años, AMIR ha llevado a cabo varios proyectos relacionados con la gestión integrada de plagas y la conservación del suelo. La mayoría de los hogares suelen tener un sistema de producción basado en los principios de la revolución verde, con un uso intensivo de fertilizantes, herbicidas y pesticidas. Este es el caso, sobre todo, en cultivos como la papa y la fresa. En las últimas décadas, con el apoyo de organismos donantes externos, se ha prestado más atención a las prácticas agrícolas sostenibles. En los talleres y sesiones de formación, las mujeres miembros de AMIR son cada vez más conscientes del impacto del uso inadecuado de productos agroquímicos y se interesan por hacer su producción más respetuosa con el medio ambiente.

AMIR busca ampliar la autonomía de sus miembros, lo que se traduce en un enfoque de desarrollo endógeno. Este enfoque trata de aprovechar al máximo los recursos y sistemas de conocimiento locales para evitar la creación de relaciones de dependencia. Esto concuerda con lo que Van der Ploeg (2008) llama el “estilo de agricultura campesina”. La estrategia de AMIR y sus miembros es una forma de apartarse a la idea de que el mercado como coordinador es una solución factible para resolver la pobreza rural. “Mientras que los proyectos de desarrollo en la región buscan soluciones a corto plazo con beneficios económicos a corto plazo”, explica la coordinadora de AMIR, “nosotros buscamos objetivos a largo plazo, en los que la producción agrícola se integre en la vida de los miembros de nuestras familias y en el entorno en el que vivimos”. En varias ocasiones, AMIR ha decidido incluso no participar en proyectos de desarrollo que actúan en la zona, porque la promoción de sistemas de producción que se asocian con altos niveles de uso de insumos y dependencia de los mercados va en contra de su filosofía.

AMIR es gestionada en su totalidad por mujeres de origen lenca, y en sus prácticas cotidianas se percibe una huida de la masculinidad, de la agricultura de la revolución verde y de los proyectos de desarrollo paternalistas y verticales. El enfoque de AMIR está directamente relacionado con el papel marginal de las mujeres indígenas en la sociedad hondureña y es un esfuerzo proactivo para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de este grupo. El enfoque de AMIR es constructivo en el sentido de que toma las iniciativas en sus propias manos en la búsqueda de soluciones. AMIR y sus miembros se proponen producir alimentos apropiados desde el punto de vista sociocultural y agroecológico, aumentar la autoestima de sus miembros y mejorar sus medios de vida. Además de sus actividades relacionadas con el género y la identidad indígena, durante la última década AMIR ha trabajado en la promoción de huertos familiares para mejorar el estado nutricional de los hogares y la agricultura agroecológica.

La estrategia organizativa de AMIR de buscar la autonomía y la independencia de los proyectos de desarrollo no siempre es factible, especialmente a nivel de grupo o de miembros. Por tanto, ni AMIR ni sus grupos locales desalientan la participación de sus miembros en otras iniciativas de desarrollo, que se consideran oportunidades emergentes que pueden encajar en la estrategia de los medios de vida del hogar. En particular, los cónyuges de los miembros pueden unirse a otros tipos de asociaciones y beneficiarse de los proyectos de desarrollo existentes. Las múltiples estrategias y el establecimiento de diversas conexiones por parte de los hogares rurales se asemejan al concepto de rizoma de Deleuze y Guattari (1987). Los proyectos de desarrollo van y vienen, y los hogares se conectan o desconectan con múltiples proyectos a lo largo del tiempo; si uno de ellos se detiene, los hogares continuarán por otro camino y buscarán otras iniciativas, siempre con el deseo de mejorar su forma de vida.

Sería ir demasiado lejos percibir a AMIR como una red establecida cuyas socias están a la vanguardia del feminismo rural. Un rizoma no es estable, y siempre hay mecanismos que pueden interrumpir las relaciones establecidas entre las socias. Otros proyectos, prioridades o circunstancias familiares pueden tener un efecto desestabilizador en el trabajo de AMIR. Además, existe el riesgo interno como en toda asociación de que algunas socias se sientan más importantes que otras. Sin embargo, cuarenta años de existencia en circunstancias a veces difíciles, es un excelente indicador de que AMIR tiene la capacidad de mantenerse como un rizoma funcional en el proceso de dar voz a las mujeres indígenas de Intibucá.

Discusión y conclusiones

 

Al utilizar el pensamiento de ensamblaje para analizar las cadenas de valor hortícola, se ha tratado de llamar la atención sobre las formas en las que los pequeños agricultores, las ideas y las cosas se unen en complejos ensamblajes afectivos heterogéneos. La existencia de los ensamblajes hortícolas puede influir en la reproducción de todo tipo de hábitos y reglas sociales y puede producir nuevas formas de conexiones imprevistas. Es importante señalar que convertirse en productor hortícola y mantener los ensamblajes del modo campesino no son procesos opuestos, como podría esperarse. Convertirse en productor hortícola es parte de un ensamblaje que incluye ideas de modernización, aspiración y deseo, supermercados, extensionistas, agroquímicos y nuevas tecnologías. ECAV espera que la gobernanza de las cadenas de valor en los países en desarrollo pueda ajustarse para facilitar la integración de los agricultores pobres en el mercado. Este estudio de caso revela que el conjunto de la cadena de valor es relativamente complejo, con muchas relaciones con diferentes intereses y afectos.

Se presentó el caso de ECARAI como ejemplo de territorialización. ECARAI pasó, gradualmente, de su misión original como movimiento de derechos sobre la tierra vinculado a la reforma agraria a una asociación de pequeños agricultores centrada en el procesamiento y la comercialización de los productos de sus miembros. Este proceso de transformación no ha sido fácil, pero con el apoyo de múltiples agencias donantes, ECARAI se ha establecido como una importante asociación de productores hortícolas en la zona. El caso de ECARAI demuestra que en el medio rural hondureño es indispensable tener acceso al apoyo externo (financiero) e integrarse en el mercado capitalista. Esta situación no es exclusiva de ECARAI. Otras asociaciones de agricultores hortícolas también han tenido dificultades para sobrevivir sin el dinero de los donantes y están interesadas en establecer relaciones de mercado con grandes compradores formales. Para que ECARAI sobreviviera, tuvo que abandonar su pensamiento dicotómico de asociación campesina y asumir el papel de intermediario comercial. Para que la asociación fuera rentable o financieramente sostenible, tuvo que introducir prácticas comerciales propias de la cadena de valor. La gestión de las asociaciones como empresa ayudó a ECARAI a atraer inversiones y a ampliar sus actividades comerciales.

La experiencia de AMIR se presentó como una línea de fuga, en la que un grupo de mujeres optó por establecer su propio camino de desarrollo, a través de una red local de productoras cuyo sistema de producción se basa en principios agroecológicos. Esta línea de fuga es un buen ejemplo de cómo las organizaciones de base pueden desempeñar un papel en la construcción de una economía local y un sistema alimentario alternativo. Como argumentan Sachs et al. (2016) en el contexto de Pensilvania, los esfuerzos realizados por las mujeres agricultoras están transformando el feminismo agrario al proporcionar una crítica y una alternativa al actual sistema de producción patriarcal. Los diferentes montajes de la cadena de valor ofrecerán a las mujeres lencas diferentes tipos de agencia. Las agricultoras tienen el deseo de mejorar su situación social y económica. También se enfrentan a numerosas dificultades relacionadas con la vida y el trabajo en un entorno rural, marcado por la pobreza y el machismo. La lucha cotidiana de las mujeres lencas y su enfoque en la producción de alimentos agroecológicos relaciona ideas, identidad, deseo y materialidad en una especie de ensamblaje mujer-lenca y agricultura, donde confluyen el feminismo y las prácticas de producción de alimentos.

Es la opinión del autor de este trabajo, que cambiar el ensamblaje de la cadena de valor hortícola requiere un enfoque más crítico para reducir la pobreza en las zonas rurales de Honduras. En una intervención de desarrollo como el enfoque de la cadena de valor, hay que responder a importantes preguntas sobre hacia dónde se dirige el enfoque; cuáles son los impactos esperados y para quiénes son; además de cómo debe construirse el enfoque. El desarrollo rural debe fomentar el desarrollo agrícola local y regional, apoyando las iniciativas locales que se inscriben en la soberanía alimentaria.

No se trata de idealizar el pasado agrario de los pequeños agricultores hondureños, pero a través del pensamiento de ensamblaje es posible identificar nuevos tipos de relaciones e iniciativas que ayuden a los pequeños agricultores a mantener su autonomía para resistir la subordinación y la dependencia del mercado y lograr un mejor control sobre su base de recursos (Escobar 2008; Ploeg van der 2014). En este proceso, la interacción a nivel local a través de las asociaciones de agricultores es de gran importancia para dotar a los pequeños productores y a sus asociaciones la capacidad de ser más resilientes y un proceso de desarrollo hacia una agricultura sostenible que fomente la interacción de los elementos humanos y no humanos.

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Notas

 



[i] La investigación se desarrolló como parte de las actividades del proyecto “Las mujeres en las redes agrícolas en Honduras”. El proyecto de investigación ha sido ejecutado por la Universidad Zamorano en coordinación con la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State University y ha sido apoyado por el Laboratorio de Innovación en Horticultura, con fondos de USAID.

[ii] Agencia es definida como la capacidad de los individuos de actuar de forma independiente y de tomar sus propias decisiones libremente.