Eutopia. Revista de Desarrollo Económico Territorial N.° 19, junio 2021, pp. 76-96

ISSN 13905708/e-ISSN 26028239

DOI: 10.17141/eutopia.19.2021.4976

 

 

 

Juventudes rurales ante el monocultivo de maíz: el caso de Cuquío, Jalisco, México

Rural youth facing corn monoculture: an analysis from graduates of engineering in sustainable agricultural innovation

 

 

David Sánchez Sánchez.Investigador posdoctoral en la Maestría en Gestión y Desarrollo social, Universidad de Guadalajara. Director de Caracol Psicosocial AC.

mpsdavids@gmail.com http://orcid.org/0000-0002-8725-2053

 

 

Recibido: 31/03/2021 - Aceptado: 18/05/2021

Publicado: 30/06/2021

 

Cómo citar este artículo: Sánchez Sánchez, David. 2021. “Juventudes rurales ante el monocultivo de maíz: el caso de Cuquío, Jalisco, México”. Eutopía. Revista de Desarrollo Territorial 19.

DOI 10.17141/eutopia.19.2021.4976

 

 

Resumen: A través del caso de las y los egresados de la Ingeniería en Innovación Agrícola en el municipio de Cuquío, Jalisco, México, este artículo explora las limitaciones y posibilidades de las y los jóvenes de incidir en el ámbito agrícola en el que habitan, el cual está dominado por lógicas agroindustriales que han promovido un supuesto desarrollo por medio del monocultivo de maíz. A través de entrevistas a profundidad y observación participante, se analiza cómo tales jóvenes, que ya tenían alguna relación con la agricultura convencional desde su infancia, al ingresar a la educación superior son formados para incidir en el desarrollo agrícola de la región con una perspectiva de sustentabilidad; sin embargo, al interactuar con su contexto, encuentran obstáculos que les hacen replantearse su papel como jóvenes y como profesionistas, mostrando con ello el carácter socialmente excluyente y ambientalmente depredador del sistema agroalimentario mundial en el que se configura la condición juvenil rural.

 

Palabras clave: condición juvenil rural; innovación agrícola; juventudes rurales; monocultivo; sustentabilidad.

 

Abstract: Through the case of the graduates of the Agricultural Innovation Engineering program in the municipality of Cuquío, Jalisco, Mexico, this article explores the limitations and possibilities of young people to influence the agricultural environment in which they live, which is dominated by agro-industrial logics that have promoted a supposed development through corn monoculture. Through in-depth interviews and participant observation, it is analyzed how these young people, who already had some relationship with conventional agriculture since their childhood, upon entering higher education are trained to influence the agricultural development of the region with a sustainable perspective; however, when interacting with their context, they encounter obstacles that make them rethink their role as young people and as professionals, thus showing the socially exclusive and environmentally predatory nature of the global agri-food system in which the rural youth condition is configured.

 

Keywords: rural youth condition; agricultural innovation; rural youth; monoculture; sustainability.

 

 

Introducción

 

Lo reportado en este artículo forma parte de una investigación postdoctoral titulada “Habitar y confrontarse en una zona de monocultivo de maíz: territorialidades y alternativas desde las juventudes rurales en el Instituto Tecnológico Superior Mario Molina de Cuquío”.[i] La indagación en general está orientada a comprender las formas cómo los y las jóvenes habitan en un contexto campesino en el que se promueve la agroindustria como modelo de desarrollo rural, mientras que, paradójicamente, se forman profesionalmente para proponer proyectos de agricultura sustentable. Para desarrollar el estudio se trabaja con estudiantes con los que se formó un grupo de investigación que tiene por objetivo realizar un diagnóstico de la agricultura en el municipio de Cuquío Jalisco, por medio del cual se pretende involucrar más activamente a las y los jóvenes a participar de la transformación que requiere el actual modelo agrícola que domina el municipio, la región y en general a gran parte del mundo. Todo este proceso de involucramiento sigue la metodología de investigación-acción participativa (Emiro 2010), el cual tiene un fuerte componente educativo; sin embargo, también es necesario contextualizar ampliamente y para eso se buscó el contacto con quienes egresaron de este instituto tecnológico y así conocer su experiencia, la cual es analizada aquí.

En particular, la metodología seguida para este artículo se ha centrado específicamente en entrevistas a profundidad realizadas a seis jóvenes (dos mujeres y cuatro hombres) que egresaron de la ingeniería en innovación agrícola sustentable y que han ejecutado proyectos de agricultura con alguna perspectiva de sustentabilidad, combinando la información obtenida de estas entrevistas con algunos de los diálogos surgidos del grupo de discusión formado por estudiantes, así como de algunas observaciones de corte etnográfico, buscando el objetivo de este artículo que es comprender a qué se enfrentan las y los jóvenes rurales cuando intentan transformar de alguna manera la agricultura que les rodea.

Para contextualizar históricamente, hay que recordar que, con el impulso generado por las prácticas y discursos del desarrollo rural hegemónico que hace décadas impulsó la denominada revolución verde (Hernández 1988), la agricultura en algunas regiones de México entró a un proceso de modernización apoyado desde políticas estatales con créditos, construcción de infraestructura como sistemas de riego y carreteras, el uso de insumos derivados de petróleo e investigación aplicada (Jimenez 1990). En ese proceso, la agronomía y la extensión rural jugaron un papel importante en el proceso de modernización en algunas zonas rurales y en la relación con los campesinos.

El papel de las escuelas de agronomía, así como la disciplina de la extensión rural, han tenido su impacto en las comunidades rurales, tanto positiva como negativamente. Desde esta estrategia “bastaba con extender el conocimiento científico, generado en los campos experimentales y en los laboratorios de las compañías transnacionales de agroquímicos, hasta los productores, por medio de los divulgadores, los extensionistas” (Quintana 2007). Este esquema de pensamiento sigue permeando actualmente a los estudiantes de agronomía, incluidos los de innovación agrícola.

Estos antecedentes explican, en parte, que la carrera de agronomía, al ser una de las más conocidas en las comunidades, sea de las primeras profesiones a las que más han aspirado muchos jóvenes rurales que buscaban estudiar (las otras son profesor, abogado y médico), de manera que había sido en algún momento un posible proyecto de vida para algunas familias rurales que podían enviar a sus hijos a la ciudad a estudiar esa carrera. De esta manera, conforme pasaron los años hay cada vez más jóvenes que deciden estudiar agronomía o agronegocios en la ciudad de capital del estado (en la Universidad de Guadalajara), ingeniería agroindustrial en Tepatitlán (en el Centro Universitario de los Altos de Jalisco), y más recientemente en una opción local que es la Ingeniería en Innovación Agrícola Sustentable (IIAS), en el aula a distancia del Instituto Tecnológico Mario Molina Pasquel y Henríquez, en el municipio de Cuquío.

El caso abordado es de relevancia debido a que la ingeniería mencionada podría constituirse como un proyecto donde se crucen la incubación de alternativas de desarrollo rural y agricultura sustentable con la participación de las juventudes rurales, así como la generación de proyectos y políticas públicas que propongan acciones afirmativas que reduzcan la brecha de desigualdades de las juventudes en el medio rural. Así mismo resulta imprescindible reconocer la condición juvenil rural[ii] en sus diferentes facetas, ya que aun en la actualidad persiste una muy notoria desigualdad entre las juventudes urbanas y las rurales, y estas además siguen siendo invisibilizadas.

En Latinoamérica hay alrededor de 30,7 millones de jóvenes rurales (entre 15 y 29 años); de los cuales 11,9 millones no “trabajan” (estudian, trabajan en quehaceres domésticos) y 9,6 millones trabajan en el sector agrícola, teniendo estos una incidencia de pobreza más alta (Dirven 2016). En el caso de México, cuatro de cada 10 jóvenes en México viven en zonas rurales, y seis de cada 10 jóvenes rurales viven en situación de pobreza y dos de cada 10 en pobreza extrema (Soloaga 2018). Dentro de estos datos estadísticos se esconde toda una heterogeneidad de la condición juvenil rural.

El texto se organiza de la siguiente manera: primero se presenta algunos datos contextuales de Cuquío y las juventudes que estudian en el Instituto Tecnológico; posteriormente se tratan aspectos teóricos para leer dicho contexto; luego se aborda directamente la experiencia de quienes egresan a partir de ejemplos concretos; para finalizar haciendo algunas reflexiones en torno a las posibilidades y obstáculos que tienen las y los jóvenes para proponer transformaciones a la agricultura del lugar que habitan o para integrarse a ese sistema agrícola a pesar de sus efectos socioambientales.

 

 

El contexto de Cuquío y el Instituto Tecnológico Mario Molina

 

Cuquío es un municipio rural del estado de Jalisco, ubicado en la región centro (IIEG 2019). Según el último censo nacional, el municipio tiene 17 820 habitantes (INEGI 2020), de los cuales el 16% (2867) se encuentran entre los 15 y 24 años.

 

Ilustración 1. Localización geográfica de Cuquío

 

Elaboración propia con datos de IIEG, 2019.

 

Histórica y regionalmente es conocido como “El granero de Los Altos” aludiendo a su vocación agrícola, y cuenta con un pequeño valle en el que tradicionalmente se llegó a sembrar trigo a inicios del siglo pasado, y sobre todo ha sido importante el monocultivo de maíz que se alterna con los “coamiles”, que son pequeñas parcelas de autoconsumo, que utilizan sistema milpa (maíz, frijol calabaza), en una dinámica tensa entre la agroindustrialidad y la campesinidad (Toledo 1999). En el municipio de Cuquío, en la década de 1980 y 1990:

 

se implementó un proceso de modernización y urbanización en diversos ámbitos societales, lo que derivó en organizaciones económicas conformadas por campesinos que pretendían funcionar como agroempresas, producciones agropecuarias de tipo intensivas y alta productividad a base de insumos exógenos y para su venta a la industria alimenticia, […] . Sin embargo, esta urbanización y modernización, ha devenido la erosión de las solidaridades locales, […] en una actividad agropecuaria y doméstica de alto consumo de petroinsumos y alta productividad maicera pero de insuficiente rentabilidad y alto impacto ambiental, y, principalmente, ha convertido a los habitantes del municipio en consumidores dependientes de los insumos exógenos, alimentos procesados por la agroindustria (Espinosa 2017).

 

Hacia 2015, en Cuquío el 56,5% de la población se encontraba en situación de pobreza, es decir 9285 personas comparten esta realidad en el municipio, así mismo el 37,3% (6121 personas) de la población es vulnerable por carencias sociales (IIEG 2019). El municipio tiene un índice alto de migración a Estados Unidos y otras zonas urbanas del estado, principalmente a la capital, Guadalajara. En específico, muchos jóvenes migran después de su educación de bachillerato para poder estudiar una carrera profesional. Sin embargo, algunos de ellos optan por ingresar a una opción más local.

El Instituto Tecnológico Mario Molina Pasquel y Enríquez en Cuquío es una extensión o aula a distancia de la Unidad Académica de Tala, en Jalisco. Se trata de una alternativa de formación tecnológica integrada a la institución de educación superior tecnológica más grande de México, el Tecnológico Nacional de México (TecNM).[iii] Constituido por 254 instituciones, en las cuales se atiende a una población escolar de más de 600 000 estudiantes en licenciatura y posgrado en todo el territorio nacional. Destacando que varias de sus sedes están en poblaciones medias de menos de 50 000 habitantes, logrando un impacto creciente en zonas rurales.

Particularmente, en el estado de Jalisco se refunda en 2016, el Instituto Tecnológico José Mario Molina Pasquel y Henríquez (TecMM),[iv] respondiendo a los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo y del Plan Estatal de Desarrollo de Jalisco, que establece el compromiso de un “México con educación de calidad”. Con esto se unifican 13 institutos tecnológicos superiores, en un solo organismo público descentralizado, con una dirección general, 13 unidades académicas en el estado de Jalisco y 12 extensiones. Con ello se tiene un alcance de educación superior en 11 de las 12 regiones del estado de Jalisco con más de 15 000 estudiantes, esto contempla el 9,74% de la matrícula de educación superior, con 16 ingenierías, cinco licenciaturas y dos posgrados.

Para efectos de este artículo, se considera la unidad académica de Tala y su extensión Cuquío, la cual tiene la siguiente oferta académica:

 

·       Ingeniería en Administración.

·       Ingeniería en Sistemas.

·       Ingeniería en Innovación Agrícola Sustentable.

 

Esta aula a distancia se encuentra en funciones desde agosto de 2010; en todo este tiempo han egresado dos generaciones de Ingeniería Industrial, seis de Ingeniería en Administración, una de Ingeniería en Sistemas y cinco de Ingeniería Innovación Agrícola Sustentable. En esta institución trabajan 16 docentes, dos administrativos y estudian 87 alumnos (37 hombres y 50 mujeres).

El análisis de este artículo corresponde a la Ingeniería en Innovación Agrícola Sustentable; pues, a decir de los profesores que en ella laboran, se considera la más exitosa de esta institución en el municipio de Cuquío, por estar íntimamente ligada con la vocación agrícola del mismo, sin embargo, esto es relativo. Esta ingeniería tiene como objetivo: “Formar profesionistas analíticos y críticos, comprometidos socialmente y con sólida cultura científico-tecnológica, que les permita la planeación del desarrollo regional en el contexto de la sustentabilidad, para realizar investigación, validación, transferencia, adaptación, producción e innovación agrícola”. Como se mencionaba, uno de los aspectos más interesantes de esta ingeniería es la tensión entre la intención de agricultura sustentable que declara el instituto tecnológico como objetivo de la formación y el contraste con la promoción de la agroindustria en el estado de Jalisco y el municipio, que genera algunas dinámicas de exclusión social principalmente para mujeres y jóvenes, además de los efectos ambientales que se van acumulando (Emmanueli, Jonsén y Monsalve 2009).

 

 

La condición juvenil rural desde una zona ranchera de monocultivo de maíz

 

Siguiendo la propuesta de la condición juvenil rural[v] (Sánchez 2020), para comprender a profundidad las juventudes rurales en algún lugar, tendremos que considerar tres dimensiones que entrelazadas dan una mirada compleja a los procesos de configuración de lo juvenil. Estas dimensiones son la estructural, la territorial y la intersubjetiva.

Las dimensiones estructural y territorial en conjunto dan el carácter rural específico a las y los sujetos juveniles. Los espacios considerados rurales mediante entramados comunitarios que interactúan con el medio ambiente configuran procesos de territorialización que permiten que en cada lugar se desarrolle un abanico distinto de actividades productivas particulares según su situación geográfica y la interacción de condiciones climáticas, geológicas, hidrológicas, con las condiciones económicas, sociales e históricas. Por lo tanto, no viven ni son iguales los jóvenes de las zonas andinas, que los de las riveras de grandes ríos o los cercanos a desiertos o a lagunas. Los territorios permiten ciertas actividades, las condiciones estructurales las impulsan o las detienen. Con la creciente expansión capitalista de los territorios urbanos a los rurales, a unas comunidades y territorios los amenazan minas, a otros represas, a otras grandes plantaciones de palma o de soja, a otros carreteras que parten sus bosques. De esta manera en cada territorio la dimensión estructural permea distinto y posibilita u obstaculiza procesos a quienes ahí habitan. En el caso analizado, el carácter ranchero (Ávila y Velázquez 2006) de la sociedad de Cuquío ha confluido en una agricultura comercial desde hace décadas.

Pero lo que da el carácter plural a las juventudes son las interacciones sociales en general, y en específico las intergeneracionales, en las cuales se comparten y se renuevan símbolos, significados y sentidos. Todo lo anterior constituye la dimensión intersubjetiva de la condición juvenil rural (Sánchez 2020). Esta dimensión se puede comprender tomando en cuenta dos ejes, el intergeneracional (Lüscher, Klimczuk y Hof 2017), que ayuda a tener una perspectiva temporal e histórica para comprender la actualidad; por otra parte el eje de la acción social de los y las jóvenes, que reconoce la agencia juvenil y su capacidad para aceptar o rechazar elementos de su contexto (Reguillo 2012), y realizar propuestas, tanto en conjunto con otros jóvenes como en interacción y a veces en confrontación con las otras generaciones (Duarte 2013).

Desde una mirada compleja el concepto de condición juvenil rural permite tener elementos para la comprensión de situaciones en las que se desenvuelven las y los jóvenes. Aplicando este concepto a la comprensión de Cuquío y sus alrededores, un elemento territorial y estructural que ha configurado la vida de las últimas tres generaciones entre el surgimiento del desarrollo hasta el neoliberalismo es la constitución de una zona de monocultivo de maíz (Sánchez 2020), fomentada por diferentes programas y proyectos gubernamentales que, buscando el desarrollo rural, comenzaron a promover esta modalidad productiva. En ese contexto, como se mencionaba desde la introducción, algunos de estos jóvenes estudiantes tratan de insertarse a la agricultura de la zona o intentan proyectar algunos cambios en ella.

En el siguiente apartado se abordará la configuración estructural-territorial de esta zona, para pasar en el otro apartado a mostrar desde los discursos de las y los jóvenes entrevistados, los avatares que han enfrentado para habitar este territorio y tratar de actuar en él.

 

 

La dimensión estructural y territorial: la agroindustria y el monocultivo de maíz configurando la zona

 

El municipio de Cuquío, junto al de Ixtlahuacán del Río, integran una zona particular unida por la microcuenca del río Achichilco. En los pequeños valles entre estos dos poblados, en los alrededores del río, antiguamente se acumulaba mucha humedad y con las inundaciones se llegó a sembrar trigo en siglos pasados. Esas tierras actualmente están dedicadas al monocultivo de maíz por el proceso de especialización y modernización de la agricultura conocida como “revolución verde”.

Utilizando la cartografía, podemos tener una idea de cómo ha sido moldeado el territorio por la agricultura. El INEGI cuenta con mapas municipales donde se pueden apreciar los distintos tipos de uso del suelo y vegetación. Juntado el mapa de los dos municipios, se puede observar toda la zona agrícola que es de color blanco, el color amarillo corresponde a zonas de pastizal, muchas de ellas usadas para ganadería también. Por otro lado, está el color rosa que señala la vegetación selvática de la barranca de los ríos Santiago y Verde. Por último, la zona de color verde es la de bosque de pino-encino.

 

Ilustración 2. Uso de suelo en Ixtlahuacán y Cuquío

 

Elaboración propia con datos e imágenes de INEGI.

A nivel mundial el modelo agroindustrial propuesto desde las estrategias de desarrollo y posteriormente las neoliberales (Kay 2019), ha generado serios problemas socioambientales, ha propiciado el acaparamiento de tierra, ha desaparecido opciones de trabajo para millones de campesinas y campesinos, ha despojado a la agricultura de su significado profundo de vida, y la ha querido convertir en negocio (Detsch 2018). En la zona de Ixtlahuacán y Cuquío no es la excepción. El dominio del monocultivo es una realidad, como se puede inferir en la ilustración 2.

Si consideramos que gran parte de la zona blanca en el mapa está sobre la cuenca del río Achichilco, es lógico asumir que todo el uso de agroquímicos en la producción maicera se filtra y se escurre por los suelos hacia el río, generando un “caldo de cultivo” para una crisis ambiental que se asoma en la salud de los habitantes de esta zona y que, según estudios que se vienen realizando en otras zonas del estado de Jalisco, se están acumulando en los tejidos y en la orina de niños, niñas y jóvenes (Sierra-Diaz y otros 2019).

Estas dinámicas socioterritoriales han sido analizadas en otras partes de Latinoamérica, entendidas en el modelo del neoextractivismo:

 

este proceso se inscribe en un movimiento mucho más extenso vinculado con las mutaciones del modelo alimentario, acontecido en las últimas décadas. Hemos asistido a un notorio giro hacia un modelo alimentario con enormes impactos sobre nuestra salud, sobre la vida de animales, plantas y campos, promovidos por políticas de Estado, lógicas de mercadotecnia y poderosos lobbies empresariales que se concretan a espaldas de la sociedad. Se trata de un modelo construido por las grandes firmas agroalimentarias del planeta, que se acompaña de una degradación de todos los ecosistemas: expansión de monocultivos –como la soja y la palma africana– que conllevan la aniquilación de la biodiversidad, tendencia a la sobrepesca, contaminación por fertilizantes y pesticidas, el desmonte y deforestación, acaparamiento de tierras (Svampa 2019).

 

De esta manera lo que ocurre en un territorio como la zona Ixtlahuacán-Cuquío no es solamente particular, sino que se inscribe en lógicas estructurales mundiales, por eso se menciona que la dimensión estructural y la territorial están fuertemente vinculadas. No obstante, estos procesos macro tienen su correlato a nivel micro, y es que los habitantes de estas zonas ven las dinámicas, las viven, las tratan de comprender y hasta de subvertir en la medida de sus posibilidades. Como muestra de que las y los jóvenes analizan su contexto está este análisis que realiza uno de los jóvenes ingenieros, en el que habla del problema de la comercialización monopólica y lo hace considerando la zona:

 

En cuestión técnica Ixtlahuacán va un poco más adelantado que nosotros. Ixtlahuacán su corazoncito agrícola es Palos Altos, de ahí hacia acá, pero en cuestión de innovación si estamos más adelante Cuquío, porque en Ixtlahuacán son bien maiceros pero siguen en lo mismo. En Cuquío si se están implementando cambios. En Ixtlahuacán para mí el problema es el principal comercializador porque los tiene limitados a lo que él diga. Su técnico es muy reconocido por los maiceros. Y es que el dueño de esa empresa es un monopolio, te vende semillas, fertilizantes, agroinsumos, hasta te vende diésel, y pues así estas vendido para él. Mientras que en Cuquío tenemos más microempresas, más variedad que te da un poquito más de libertad (entrevista a egresado J, 2021).

 

Como vemos en este discurso, la agroindustria está fuertemente relacionada con las juventudes rurales de manera histórica puesto que:

 

la inversión en la educación de las generaciones juveniles rurales era un camino que podía acortar la legitimación de los técnicos de la extensión agrícola y acelerar los procesos de transformación tecnológica. La juventud se volvía el punto de partida de la promoción de cambios sociales y tecnologías necesarias al desarrollo del capitalismo en el espacio agrario europeo. Socializarla, en instituciones educativas formales y no formales, era una cuestión de desarrollo socioeconómico (Bevilaqua 2009, 231).

 

Por lo mismo, estudiar los discursos y las prácticas que tienen las y los jóvenes egresados de la ingeniería resulta interesante para entender cómo se dan las transformaciones en el medio rural y el papel que están tomando las y los jóvenes, así como el que podrían tomar.

 

 

Entre la innovación agrícola y el monocultivo agroindustrial vivencias desde las y los jóvenes

 

En esta sección del artículo se utiliza la noción de la dimensión intersubjetiva de la Condición Juvenil Rural (Sánchez 2020). En este sentido, se comprende a las y los jóvenes como actores dentro de un conjunto de relaciones sociales, que expresan propuestas, que se inconforman, que interpelan las tradiciones o que las retoman para darles significados propios; todo lo anterior lo realizan en un entramado de relaciones entre las que más destacan son las intergeneracionales.

Primeramente, se presentan algunos aspectos sobre lo que ha significado el acceso a la educación superior en el propio municipio. En otro inciso muestro algunos ejemplos de proyectos realizados por distintos jóvenes entrevistados, que en algunos casos permite entender en que ámbitos laborales se desempeñan, mientras que en otros permite ver sus primeras aspiraciones de innovación agrícola que se vieron truncadas. Después, se aborda el asunto intergeneracional en el aspecto de la interacción con los mayores para efectuar sus proyectos. También se trata el tema de género pues cada vez hay más mujeres en el municipio que entran a la carrera y buscan ejercerla. Por otra parte, se mencionan algunos aspectos que perciben los jóvenes sobre el contexto de monocultivo de maíz.

 

 

a)     Estudiar en el tecnológico: pros y contras desde los jóvenes

 

Un aspecto común entre quienes fueron entrevistados era su intención de estudiar su carrera universitaria en otro lugar, generalmente Guadalajara como ya se mencionó. Es importante hacer notar que el hecho de que exista una opción de formación superior en el municipio facilita el acceso a muchas familias de las rancherías de poder enviar a sus hijos a la universidad y reducir de alguna manera las brechas de desigualdad y desventajas acumuladas (Saraví 2009) asociadas a vivir en espacios rurales con rezago territorial (RIMISP 2020), destacando varias historias particulares donde jóvenes se han incorporado a trabajos que les han modificado su ingreso y el de sus familias.

La asistencia al Tecnológico tiene una ambivalencia, mientras que algunos lo perciben como un premio de consolación, aludiendo a que en el están algunos estudiantes que pretendieron entrar a la Universidad de Guadalajara (la universidad pública y de mayor prestigio en el estado), otros lo ven como una excelente oportunidad para poder cursar estudios superiores sin tener que enfrentar el choque cultural que implica mudarse a la ciudad y sobrevivir en lo urbano; ya sea por las dinámicas sociales que alcanzan a reconocer como no deseables en las ciudades, o bien porque ir a estudiar a la ciudad económicamente representa un gasto considerable para sus familias, mientras que el estudio en la cabecera municipal es una experiencia similar a la de estudiar el bachillerato, de ahí que también haya quienes llegan a mencionar que estudiar en el Tecnológico es como seguir estudiando en la preparatoria. Sin embargo, la opción educativa puede ayudar a cubrir algunas aspiraciones juveniles de las juventudes rurales de Cuquío y fomentarles una mayor integración económica y laboral a pesar de las contradicciones y tensiones que puedan existir en el contexto de monocultivo de maíz (Cazzuffi et al. 2018).

En cuanto a la importancia de tener una opción de educación profesional en el mismo municipio además de la cercanía, el menor gasto, el seguir en relación con su familia y en la propia casa, resulta importante sobre todo en el caso de las mujeres que por inequidad de género muchas veces no se les permite estudiar en la ciudad. Una de las egresadas menciona: “No inventes, no me voy a ir de mi casa, voy a estudiar lo que a mí me gusta, voy a seguir trabajando y seguir aquí, que a todo dar, para mí fue lo máximo” (entrevista a egresada Y, 2021).

Por otro lado, el hecho de seguir en el propio espacio también hace que para muchos jóvenes la educación superior sea como seguir en el bachillerato, esa misma comodidad no les permite desarrollarse plenamente, otro joven menciona: “Te sientes en casa y sigues como con tu misma rutina, así de ahí voy a entrar nomás aquí al Tec, por seguir estudiando, por la beca, o por cumplir el caprichito de mi papá de que quiere un hijo agrónomo, así yo lo he visto” (entrevista a egresado J, 2021).

 

 

b)     Algunos ejemplos de proyectos realizados

 

En esta sección se comparten algunos de los proyectos que han realizado las y los estudiantes y egresados para dar una muestra de lo que estos jóvenes están proponiendo frente a las problemáticas agrícolas que detectan al estudiar su carrera:

 

·        Yo quería hacer una disminución en el uso de fungicidas e insecticidas, y sonaba loco, descabellado, y de que no lo iba a lograr, yo lo hice en jitomate, pero también se podría en maíz, porque el tomate es más delicado. Me aventé a hacer esta reducción con dos bacterias, yo iba por una reducción y no a quitarlo, al final de cuentas reduje un 65% la aplicación de estos químicos, con aplicaciones foliares y de suelo, si se puede. Trabajé la nutrición de la planta y mis dos bacterias (entrevista a egresado J, 2021).

·        En mi caso yo si le metí la inquietud a mi papá de analizar el suelo, porque no es posible echarle así pura urea, no sabes que necesita la tierra. Y era mi pleito casado con mi papá, hasta que dijo ándale, y ahí hice yo pues todo eso de analizar y ver qué hacer con lo que estaba en mis manos, y esa cosecha salió muy bien. Hice las recomendaciones, se aplicó lo que se necesitaba y no lo que hace la gente aquí que tira un montón de urea y la desperdician y realmente le hacen falta otras cosas a la tierra (entrevista a egresada Y, 2021).

·        Utilicé la aplicación de microrganismos biológicos, fue un proyecto sustentable, que se me interesante, porque es de lo que trata la carrera. Mi proyecto lo desarrollé con chiles serranos, y metí tricodermas a protección de raíz, y por vía foliar metí Bacilus Turingensis, para protección. Se necesita reducir agroinsumos, darle uso adecuado al agua y fertilizantes y reducción de fungicidas e insecticidas (entrevista a egresado R, 2021).

·        A mí me llamaba la atención lo de fertilizantes orgánicos, dure varios años trabajando con lombricomposta, pero luego entré a trabajar y ya fui teniendo menos tiempo de atender eso. Y ya al último de plano ya nos retiramos de todo eso de la innovación y seguimos otra vez con lo tradicional. Lo difícil es meterle a la gente la idea de trabajar con cosas nuevas, y pues yo fui viendo que de ahí no me iba a mantener, además quitaba más tiempo y mejor decidimos seguir con lo tradicional […] ya después con mi familia nos unimos para hacer una empresa de comercialización de maíz (entrevista a egresado M, 2021).

·        Elaboramos un fertilizante con compuestos como un supermagro pero lo complementamos, con cosas que aprendí en otra residencia. Fue prueba y error, Sangre animal leche, ceniza, roca, le pusimos caldo de camarón y pusimos varias cosas. Y para el suelo hicimos un análisis fitopatológico y combatimos con hongos benéficos, esto fue en un cultivo de chile (entrevista a egresado C, 2021).

·        Estimulé el crecimiento radicular en los hijuelos de agave utilizando tratamientos orgánicos, en este caso yo extraje hormonas de crecimiento de lo que fue la lenteja y el sauce llorón, del alpiste, y eso se los aplicaba. Con eso evitaba la aplicación de fertilizantes y hormonas sintéticas. Fue como trabajar en algo diferente, porque estás como consciente de que los productos orgánicos los ven y piensan que no van a funcionar. Mucha gente no lo creen, por el origen, ¿cómo que de esas semillitas vas a sacar algo para que crezca la raíz? Eso fue lo más orgánico que he trabajado, con las semillas, llevaban un proceso de fermentación y de aplicación (entrevista a egresado Mt, 2021).

 

Varios de los proyectos fueron realizados para la titulación de la ingeniería, por lo que comienzan relacionados con la innovación. Sin embargo, los testimonios coincidían que años después de realizado su proyecto tuvieron que adaptarse al medio y trabajar en lo que el contexto les facilitaba y no en lo que ellos quisieran proponer. Este es un ejemplo claro de la tensión a la que se enfrentan los jóvenes, que por un lado pueden presentar una diversidad de ideas y proyectos como se muestra, mientras que por otro terminan asumiéndose parte del sistema de monocultivo, varias de las veces con frustración por la falta de apoyo a sus propuestas.

 

 

c)     “Cambiar el chip”, las complejas relaciones intergeneracionales

 

Las y los jóvenes egresados de la ingeniería coinciden en que lo más difícil de su carrera es interactuar con las personas y proponerles cambios. Sobre todo, mencionan la dificultad de relacionarse con su propia familia, lo cual pertenece al ámbito de las relaciones intergeneracionales que se tensan en este contexto de supervivencia agrícola donde los padres se ven forzados a sobrevivir en el sistema de monocultivo mientras los hijos quieren practicar las innovaciones agrícolas que estudian en su universidad.

“Cambiar el chip” es un discurso que apareció prácticamente en todos los entrevistados, aludiendo a la necesidad de tener nuevas formas de desarrollar la agricultura:

 

Cambiar ese chip ese es un reto para todos los jóvenes, te lo digo porque lo viví en mi casa, con mi papá. Lo que te platico de con mi papá fue como en 2017, si se logró hacer ese giro, desde ahí ya empieza a optar por otros productos, y no la tonelada de urea, y pues ya la gente de alrededor fue notando el cambio y le preguntaba, y pues ya él decía, no pues ahí mi hija que anda de mitotera, ya ves los señores, pero yo si siento que se puede hacer al respecto (entrevista a egresada Y, 2021).

 

La dificultad es constantemente expresada a lo largo de las entrevistas:

 

Por una parte, están las tradiciones no; de qué siempre se hace lo mismo y lo mismo, y tú llegas cómo técnico con una idea nueva, Es la parte más difícil que te encuentras, Cambiar el chip. Cambiar a las personas y que te hagan caso en algo nuevo Eso es lo más difícil de la agronomía (entrevista a egresado J, 2021).

 

Simbólicamente, hablar de chip implica aludir a la tecnología que representa la modernidad y lo juvenil en oposición a lo tradicional encarnado por los padres:

 

Para mí innovación es sinónimo de juventud, si le hablas de innovación a una persona mayor te va a decir que no, yo hice mi servicio en la asociación agrícola de Ixtlahuacán, y mucho que son personas mayores, pero del 100% que tú les haces una recomendación, te la acepta un 5%, y no aceptan, algunos eran hasta groseros, te decían que eras un pendejo, la gente del campo es dura. Pero pues yo no me iba a estar desgastando, peleando y perdiendo el tiempo [...] pues yo lo analicé, y decía no me quiero quedar aquí, yo quiero hacer algo nuevo, y me tengo que ir, porque yo realmente quiero hacer una innovación. Porque yo veo que mis compañeros se quedan aquí, siguen haciendo casi lo mismo que se hace normalmente en el pueblo. Yo no quería seguir trabajando el maíz, porque yo sabía que no le podía hacer un cambio al maíz, por las tradiciones o no sé cómo llamarlo, por las creencias, la gente no te acepta un consejo, y no es cosa que me guste mucho. Yo siento que el hecho de innovación en cuestión de maíz no encaja. El maicero ya tiene su plan de trabajo, ya sabe qué va a aplicar y hasta ahí, ya saben cuál es su siguiente paso, lo veía con mis compañeros y lo veía con mi papá (entrevista a egresado J, 2021).

 

Las y los jóvenes entrevistados coinciden en la dificultad de hacer llegar sus ideas y proyectos al sistema agrícola convencional en el que se desenvuelven sus padres. El monocultivo de maíz en Cuquío ya tiene un funcionamiento altamente estructurado, así lo menciona un joven:

 

Mi familia no ha estado tan metida en la agricultura; yo una vez le había pedido a mi papá que sembráramos, pero cuando me hizo caso, al final no me contempló, solo contemplo a sus hermanos y sembraron entre ellos, pero pues a mí no me importa, al fin de cuentas no me afecta, porque pues si ellos la riegan pues que sea de ellos, y no me estén diciendo que fue mi culpa. Yo no busco trabajar con ellos (entrevista a egresado Mt, 2021).

 

 

d)     Ser mujer, joven rural e ingeniera

 

Desde el ecofeminismo y la economía feminista (Pérez O. 2014), se podría decir que el sistema agroindustrial es patriarcal, capitalista y adultocentrista; una mirada por los campos de monocultivo en Cuquío confirma que el lugar que ocupan jóvenes y mujeres en la agroindustria tiende a ser marginal. Cuando analizamos este tema desde la perspectiva interseccional y de género, podemos reconocer que:

 

la consolidación de configuraciones socioterritoriales, caracterizadas por la masculinización, la desarticulación del tejido social, por la desigualdad y por la sobreapropiación máxima y acelerada, refuerza la matriz de dominación patriarcal y agrava las cadenas de violencia (Svampa 2019).

 

Una de las jóvenes entrevistadas nos comparte su experiencia:

 

Las mujeres claro que nos podemos meter a trabajar el campo, pero a la hora que tú te acerques trabajando ya sea en una empresa o como estudiante, y los señores te dicen que no sabes, y aunque les cuentes que has hecho cosas con tu papá, te dicen que es tu papá el que sabe y no tú. Y otras mujeres me han dicho “Eso es como para los hombres, porque tu cuando vas a andar en el pedazo (de tierra)”. Pero no te creen, te hacen menos. (…) Especialmente a las mujeres, la mayoría de mis compañeras que han salido y que trabajan, son administrativas de empresas agrícolas. Son los hombres los que analizan, los que hacen el trato directo. Y al final del día ella termina diciéndoles algunas cosas que hacer y los asesora, pero no con el crédito que se merece (entrevista a egresada Y, 2021).

 

En diversos acercamientos al tecnológico de Cuquío ha sido común escuchar conversaciones en relación con que varias mujeres que estudian el tecnológico no terminan de estudiar porque se casan. Para unas significa que están desperdiciando su carrera para otras no. Sin embargo, hay varias historias de jóvenes egresadas que a pesar del matrimonio buscan ejercer como ingenieras. Nos cuenta una de ellas:

 

Mi trabajo al salir de la escuela, alrededor de dos años, fue dedicarme a mi familia, que también es trabajo, porque salí embarazada. Posteriormente estuve trabajando en el negocio de mis papás, ya me lo pasaron a mí. Estoy trabajando en lo que es de mi carrera, antes se llamaba BEDR Brigada de educación para el desarrollo rural[…]Los principales obstáculos al salir la carrera fue el que no me sentía capaz de hacer un huerto, como que creo que me hizo falta más práctica, sentía que a lo mejor no encajaba en ningún trabajo, necesitaba como más experiencia con los agricultores, […] quiero pensar que se omitieron ciertas prácticas, porque algunos de mis compañeros ya tenían ranchos y se dedicaban a eso, porque ciertas prácticas en sus cultivos de maíz, para ellos ya eran común, y para mí no, yo nunca he de piscar, yo nunca he de moler, entonces ese tipo de cosas yo quería hacerlas, y nunca me lo enseñaron (entrevista a egresada N, 2021).

 

 

e)     Del círculo vicioso al cono vicioso, metáfora juvenil de la lógica agroindustrial

 

En algunas entrevistas centramos algunos esfuerzos en tratar de comprender el sistema de monocultivo agroindustrial que domina en Cuquío, las y los jóvenes cuentan con algunos elementos de análisis porque están en constante interacción con esas realidades.

Sobre la conciencia de lo devastadoras que son las lógicas agroindustriales un joven mencionaba una interesante metáfora:

 

La agricultura de aquí del municipio de Cuquío, y la de Ixtlahuacán del rio que también la conozco, ya no es un círculo vicioso, ya es un cono, porque empiezas arriba y al final terminas en ese agujerito y vas a terminar haciendo lo que todos te digan. Ya es más cruel que un círculo, porque el círculo das vueltas, pero es más ancho y esto no, en este entras y es como un embudo y ¿a dónde nos está llevando? […] Nuestras plagas y enfermedades cada día tienen mayor resistencia, y ¿qué pasa?, tu usas un insecticida fuerte, por ejemplo un Furadán [prohibido en varios países] y por ejemplo en Chapala se lo ponen a los trips, unos animalitos que ni siquiera dañan tanto al maíz, y les ponemos Furadan, ya ni con eso los controlan, imagínate. Yo les decía, en mi pueblo aplicamos Furadán para las ardillas, y pasan los pájaros, y como que respiran el Furadán y ¡fum!, caen; o las pilononas de animales muertos que tenían en Palos Altos cuando estaban haciendo aplicaciones para el gusano cogollero, con la fumigación aérea, y no poder controlar un trips, ¿hasta qué grado de contaminación estamos llegando? Y tú llegas y les propones hacer una aplicación de una bacteria o un hongo y te dicen, ‘estoy aplicando Furadán, inge y ya ni eso les hace’, y ¿pues así a donde vamos a parar? (entrevista a egresado J, 2021).

 

Este joven describe con una metáfora muy potente la sensación de muchos campesinos que se ven año con año atrapados en la práctica de una agricultura que los va degradando al mismo ritmo que sus suelos, pero de la cual es muy difícil salir pues les implica costos de diferentes tipos. Al respecto del ámbito económico y las dificultades para la agricultura del municipio, otro de los jóvenes, que ha formado una empresa de comercialización de maíz, a través de su experiencia va descubriendo las dinámicas excluyentes de los monopolios y los acaparadores en la zona. Su proyecto es familiar, y es una propuesta interesante ya que ha empleado a otros egresados. Comenzando su proyecto su empresa con algunas pequeñas acciones como pagar a tiempo el maíz a los agricultores marcó diferencias con las otras empresas o asociaciones que acaparaban el grano. Ellos comenzaron su empresa comprando 400 toneladas de maíz a los productores en el primer año, para el segundo año crecieron a dos mil toneladas, el tercer año subieron a seis mil, al cuarto veintidós mil, y en esta última temporada llegaron a comprar treinta y seis mil toneladas, y entre los dos municipios de la zona son la segunda empresa que más compra. Ese crecimiento impresionante, les ha enfrentado con los principales acaparadores quienes han realizado presiones a otros niveles para que empresas más grandes no les compren a ellos y comienzan a ver la competencia desleal que opera en la agroindustria.

 

 

f)      La necesidad de hablar con otros jóvenes en formación sobre su experiencia

 

Un punto común de todos los jóvenes egresados es que ven la necesidad de vincularse con el tecnológico y dar clases o al menos alguna plática para enseñar a estudiantes que están pasando por la experiencia que ellos tuvieron, y de esta manera, prevenirlos o mostrarles aspectos que ellos sienten que les hicieron falta durante su formación. Y aun en este aspecto se observan diferencias de género, pues las mujeres hablan más de la concientización y del cuidado del ambiente, mientras que los hombres hablan de la parte económica y productiva, que es muy diferente a lo que se aprende en clases de manera teórica.

La escuela necesita integrar más fuertemente una formación social que vaya muy de la mano para la promoción de cambios en el modelo de desarrollo; si pensamos muy sintéticamente, de la agricultura típicamente campesina de la región, luego hubo un cambio mediante la revolución verde, que fue apoyado por muchos flancos y provocó un sistema de siembra que ahora los jóvenes ven como normal o tradicional, pero que en realidad no tiene más de dos generaciones implementándose.

Ahora el aspecto ambiental obliga a hacer cambios y la escuela aporta a ellos, sin embargo, modificar esas dinámicas socioeconómicas que rodean al monocultivo de maíz requiere no solo la formación técnica sino también social, sobre todo porque para este cambio no hay el mismo tipo de apoyo estatal que hubo durante la revolución verde y el desarrollo. En épocas neoliberales parecería que son los jóvenes emprendedores los encargados de hacer esfuerzos que casi siempre se quedan en lo individual y no trascienden a una tendencia colectiva porque sigue determinando la dimensión estructural.

En ese sentido no se observa presencia fuerte de un discurso agroecológico con perspectiva socioambiental, se sigue abordando el problema como una cuestión técnica que se puede resolver con innovaciones tecnológicas, esto se puede explicar debido al énfasis técnico de la carrera. Por ejemplo, la agricultura de invernadero es una nueva tecnología centrada en el control de la planta y sus condiciones, pero sigue siendo monocultivo.

La ingeniería, al no fortalecer las herramientas sociales, deja ese ámbito a la experiencia individual, lo cual influye en que muchos de los jóvenes que podrían proponer transformaciones agrícolas por medio de proyectos no los puedan realizar porque no cuentan con el análisis de contexto ni con las herramientas que den sentido a su labor, y terminan muchas de las veces cooptados por el sistema agroindustrial como agentes de ventas de agroinsumos y no como científicos que podrían planificar un desarrollo territorial diferente, pues cuentan con la parte técnica, pero no con la parte social.

 

 

Conclusiones

 

Como se presentó, la dinámica agroindustrial del municipio de Cuquío está gestando una crisis socioambiental cuyos efectos serán más duros para las nuevas generaciones. La agricultura como se conoce actualmente es cada vez menos viable por la sobreexplotación de suelos y agua, y por el desgaste ocasionado por estas dinámicas productivas que atañen a las dimensiones territorial y estructural que configuran la condición juvenil rural.

Tras la revolución verde se pasó de un paradigma de modernización y extensionismo, a uno donde las y los campesinos se hicieron productores de maíz, dominan la técnica productiva de manera relativamente exitosa (sin considerar los costos socioambientales); de manera que los campesinos productores tienen arraigado un sistema de monocultivo que los somete a dinámicas muy desgastantes. Los hijos e hijas jóvenes, por su parte, tratan de innovar en la agricultura, pero varias de las veces sus esfuerzos se esfuman ante una dimensión estructural que no los considera realmente como agentes de transformación de las dinámicas agrícolas, por lo que terminan haciendo esfuerzos individuales con altos costos personales, o directamente asimilándose al sistema de monocultivo en los pocos espacios que este permite, en específico, ejerciendo como agentes de ventas de las empresas agroindustriales y no como declara su carrera promoviendo el desarrollo territorial.

Frente a esos panoramas, los jóvenes solamente son formados en la faceta técnica del problema, sin embargo, si retomamos la idea de la sustentabilidad, no solo habría que ver lo económico y lo ambiental, sino que falta complementar una visión social que permita una comprensión más integral de las problemáticas que se están enfrentando. En este sentido, se requiere una perspectiva de la sustentabilidad más integral (Gutierrez-Rosete 2011) que permita un mayor análisis de contexto a los jóvenes y los ayude a desarrollar aptitudes de proactividad ante su contexto, ser más autogestivos y críticos, y a comenzar a generar proyectos colectivos que permitan hacer frente a la crisis agrícola que se avecina para el municipio.

Es en este sentido que toma relevancia la dimensión intersubjetiva de la condición juvenil rural. Primero porque, desde una perspectiva intergeneracional, los adultos aún se encuentran activos productivamente y no siempre están abiertos a las preocupaciones e ideas de los jóvenes, lo que dificulta la integración generacional o el llamado relevo generacional. Y segundo, porque a pesar de lo excluyente que es la producción en monocultivo, las y los jóvenes siguen insistiendo en buscar alternativas y encontrando en la interacción con su medio nuevas formas de comprender la problemática que se vive actualmente, como ejemplo más claro está la metáfora del “cono vicioso” que hace referencia al carácter decadente de esta agricultura, la cual es percibida por las juventudes, por lo que muchos de ellos optan por no involucrarse, sobre todo si los adultos no toman en cuenta sus análisis ni sus propuestas.

Este entramado que se ha presentado da cuenta de la condición juvenil rural en el municipio de Cuquío, presentando los retos a los que se enfrentan las y los jóvenes para echar a andar sus proyectos profesionales y gozar de una vida digna en entornos rurales.

 

 

Referencias

 

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Notas



[i] La estancia postdoctoral es financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) en México.

[ii] Este concepto busca ir más allá de jóvenes concretos (sus ideas, proyectos, trayectorias, obstáculos, determinaciones y agencias), de la juventud (como concepto moderno) que ha ido abriéndose paso entre los diferentes conceptos y adaptándose de ellos, y las juventudes (precisión conceptual que trata de nombrar y reconocer la diversidad de formas que la juventud ha tomado según los contextos) (Sánchez 2020).

[iii] Toda la información relacionada con el Tecnológico Nacional de México ha sido tomada y sintetizada de diferentes secciones de la página web de la institución: https://www.tecnm.mx/

[iv] Toda la información relativa al Tecnológico Mario Molina ha sido recuperada de la página http://tecmm.edu.mx/ y sintetizada para fines de presentación.

[v] Este concepto es propuesto y sustentado a profundidad en la tesis doctoral “Palos Altos entre la muchachada y la juventud. La condición juvenil rural en una comunidad ranchera de Jalisco” (Sánchez 2020).