EUTOPÍA. Revista de Desarrollo Económico Territorial N.° 14, diciembre de 2018

DOI: http://dx.doi.org/10.17141/eutopia.14.2018.3607

ISSN 1390 5708/e-ISSN 26028239

 

 

La espacio-temporalidad de los trabajadores agrarios transitorios. Notas para un abordaje teórico-conceptual y metodológico

The spatio-temporality of temporary agrarian workers. Notes for a theoretical-conceptual and methodological approach

A espaço-temporalidade dos trabalhadores agrários transitórios. Notas para uma abordagem teórico-conceitual e metodológica

 


Juan Pablo Venturini (A) y Hortensia Castro (B)

Fecha de envío: 7 de septiembre de 2018

Fecha de aceptación: 21 de noviembre de 2018


(A) Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”, Universidad de Buenos Aires, venturinijuanpablo@gmail.com

(B) Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”, Universidad de Buenos Aires, sitacastro@yahoo.com.ar


Resumen

El modelo del agronegocio en América Latina, marcado por el imperativo de flexibilidad, el desarrollo tecnológico y la producción en red ha supuesto profundas transformaciones en el empleo y en las pautas de movilidad territorial de capitales y trabajadores agrarios. Pese a su escasa visibilidad en los estudios recientes, los asalariados transitorios migrantes son un grupo complejo y heterogéneo, presente en una amplia variedad de mercados de trabajo. El objetivo de este artículo es reflexionar sobre la espacialidad de estos trabajadores, desde una perspectiva crítica. Se revisan los estudios sobre los trabajadores transitorios migrantes en América Latina (focalizando en Argentina, México y Brasil), con el fin de examinar el modo en que ha sido abordada la dimensión espacial, tomando como referencia el paso de las miradas estructuralistas sobre la movilidad a las post-estructuralistas. Se presenta un estudio de caso en el la región pampeana argentina, sobre asalariados especializados en nuevas tecnologías. Se desarrolla una propuesta teórico-conceptual y metodológica con eje en el concepto de “arreglo espacio-temporal”, el cual permite abordar de forma integrada y dialéctica los distintos sentidos de la espacialidad, la dimensión espacial y la temporal y las estrategias de los trabajadores en relación con las del capital.

Palabras clave: arreglo espacio-temporal; espacialidad; migraciones; trabajadores agrarios transitorios 

Abstract

The model of agribusiness in Latin America, marked by the imperative of flexibility, technological development and network production, has led to profound changes in employment and in the patterns of spatial mobility of capital and agrarian workers. Despite their limited visibility in recent studies, migrant temporary agrarian workers are a complex and heterogeneous group, present in a wide variety of labor markets. The aim of this article is to reflect on the spatiality of these workers, from a critical perspective. We review studies referred to migrant temporary workers in Latin America (focusing on Argentina, Mexico and Brazil), in order to examine the way in which the spatial dimension has been approached, taking as reference the passage from structuralist perspectives on mobility to post-structuralist. We present a case study in the Pampas region (Argentina) about workers specialized in new technologies. We offer a theoretical-conceptual and methodological proposal with axis in the concept of “spatio-temporal fix”, which allows to approach in an integrated and dialectical way the different senses of spatiality, the spatial and temporal dimension and the strategies of workers in relation to those of capital.

Key words: migrations; spatiality; spatio-temporal fix; temporary agrarian workers

Resumo

O modelo do agronegócio na América Latina, marcado pelo imperativo da flexibilidade, desenvolvimento tecnológico e da produção em rede, levou a mudanças profundas no emprego e nos padrões de mobilidade espacial do capital e dos trabalhadores agrários. Neste contexto, apesar de sua visibilidade limitada em estudos recentes, os trabalhadores rurais migrantes transitórios são um grupo complexo e heterogêneo que está presente em uma ampla variedade de mercados de trabalho. O objetivo deste artigo é refletir sobre a espacialidade desses trabalhadores a partir de uma perspectiva crítica. Na primeira parte, apresenta-se uma revisão dos estudos referidos a trabalhadores migrantes transitórios na América Latina (com foco na Argentina, México e Brasil), a fim de examinar o modo como a dimensão espacial tem sido abordada, tomando como referência a passagem das perspectivas estruturalistas para a pós-estruturalistas sobre a mobilidade. Em segundo lugar, é apresentado um estudo de caso na Região Pampeana argentina sobre trabalhadores especializados em novas tecnologias. A terceira parte oferece uma proposta teórico-conceitual e metodológica com um eixo no conceito de “arranjo espaço-temporal”, que permite abordar de forma integrada e dialética os diferentes sentidos de espacialidade, dimensão espacial e temporal e as estratégias de trabalhadores em relação àqueles do capital.

Palavras chave: arranjo espaço-temporal; espacialidade; migrações; trabalhadores agrários transitórios


Introducción

El agronegocio constituye en la actualidad la modalidad productiva dominante en el agro latinoamericano. Está vinculado a los procesos de globalización y reestructuración económica desarrollados desde mediados de la década de 1970. Uno de sus rasgos característicos es el desplazamiento de la explotación agropecuaria como unidad y eje de la actividad por la producción en red, basada en variados y dinámicos encadenamientos productivos multi-escalares, atravesados por el imperativo de la flexibilidad. Esto ha supuesto profundas transformaciones en el empleo agrario y en las pautas de movilidad territorial de capitales y trabajadores.

En este contexto, los trabajadores agrarios transitorios constituyen un grupo complejo y heterogéneo, presente en una amplia variedad de circuitos productivos. En la actualidad, entre ellos hay tanto trabajadores dedicados a tareas manuales de bajos requerimientos de calificación formal como trabajadores calificados especializados en el manejo de las nuevas tecnologías vinculadas al agro, empleados por lo general por empresas de servicios. Participan en la producción de commodities como la soja, la caña de azúcar para generar biocombustibles y la producción de semillas. También, en la producción de las denominadas specialities o productos de nicho, como determinadas variedades de bayas, en enclaves de producción intensiva de hortalizas y frutas para la exportación y en las cosechas de cultivos industriales como tabaco, vid y yerba mate, así como en actividades pecuarias. Entre estos trabajadores predomina la residencia urbana, es muy frecuente la multiocupación y suelen estar sumidos en una alta precariedad socioeconómica, especialmente los menos calificados. Asimismo, gran parte de ellos se inserta en esos mercados de trabajo a través de migraciones temporarias.

A partir del reconocimiento de estas situaciones, así como de su escasa visibilidad (sobre todo en las políticas públicas y, en menor medida, en los estudios sobre el agro), nos formulamos las siguientes preguntas: ¿cómo ha sido abordada la dimensión espacial de estas migraciones?, ¿cómo se relacionan los trabajadores agrarios transitorios migrantes con el espacio geográfico y se desenvuelven en él en tanto grupo social?, ¿qué características presenta la movilidad territorial de trabajadores asalariados en el contexto de globalización, flexibilización y tecnificación del agro latinoamericano, en las últimas décadas?, ¿cuáles son sus principales diferencias con respecto a las migraciones temporarias de hogares campesinos estudiadas tradicionalmente?

Siguiendo a Soja (1985), definimos la espacialidad a partir de la dialéctica sociedad-espacio: como una parte integral de la estructuración de la vida social, que es a la vez un producto de esta. La espacialidad, como espacio socialmente producido, existe tanto como formas materiales concretas como en un conjunto de relaciones entre individuos y grupos. La producción social de la espacialidad incorpora y transforma tanto el espacio físico como el espacio mental de la cognición y la representación.

Por movilidad territorial entendemos una práctica social basada en el desplazamiento en el espacio de individuos o grupos sociales, con algún fin determinado. Está estructurada en función de distintas combinaciones de lugares, momentos, ritmos y escalas temporales y espaciales de movimiento. Se trata de un concepto amplio, que abarca un continuum que va desde la migración definitiva hasta los movimientos recurrentes sin residencia fija. La migración temporaria es un tipo de movilidad territorial, ubicada en una situación intermedia dentro de ese continuum. Se basa en la ausencia del lugar de residencia habitual por un período considerable, aunque variable, según los casos.1 Siempre existe la intención de retornar, por lo cual podemos entender a este lugar en términos de “residencia base” (Bendini, Radonich y Steimbreger 2006, 118). En la actividad agraria, las migraciones temporarias están relacionadas con demandas de mano de obra para determinadas tareas, en momentos puntuales del ciclo productivo.

El texto comprende cuatro partes. En la primera exponemos una revisión de los estudios referidos a los trabajadores transitorios migrantes del agro latinoamericano, con el fin de examinar el modo en que ha sido abordada la dimensión espacial. En cuanto a los estudios más actuales, nos centramos en investigaciones realizadas en Argentina, Brasil y México, por ser los principales exponentes en la región de los procesos de globalización y reestructuración productiva del agro. Luego, presentamos un estudio de caso sobre trabajadores de la región pampeana argentina, especializados en el manejo de maquinaria agrícola. En la tercera parte, desarrollamos una propuesta teórico-conceptual y metodológica con eje en el concepto de “arreglo espacio-temporal”. A partir de este, reconocemos tres ejes fundamentales para abordar las estrategias migratorias: las redes, los significados y el itinerario laboral. Finalmente, presentamos las conclusiones y reflexiones generales.

El abordaje espacial en el estudio de los trabajadores transitorios en el agro latinoamericano

El abordaje de la dimensión espacial en los estudios sobre los trabajadores agrarios migrantes temporarios del agro latinoamericano presenta dos momentos diferenciados. En el cambio de perspectivas aparece como bisagra el paso desde el contexto de la modernización de mediados del siglo XX (que influyó en las investigaciones sobre el tema hasta mediados de los años 80), hacia el escenario de la globalización y la reestructuración productiva del agro, que comienza a delinearse en los años 70 y 80. Dicho cambio también puede ser leído en términos del paso en las ciencias sociales de las perspectivas estructuralistas a las post-estructuralistas.

Con respecto al primer momento, cabe destacar el predominio de enfoques estructuralistas, que señalaban el carácter bimodal del campo latinoamericano, expresado bajo los dualismos latifundio/minifundio, tradicional/moderno y capitalista/campesino. Más allá de algunas variantes, entre las décadas de 1950 y 1970 existió una preocupación central por la lentitud en el crecimiento de la producción agropecuaria (referenciada en el crecimiento demográfico regional) y su asociación con una estructura muy polarizada de tenencia de la tierra. Precisamente, esa estructura se caracteriza por la alta concentración de tierras, aguas y recursos financieros en muy pocas manos y la existencia de una enorme masa de minifundistas y trabajadores sin recursos, que explicaría la condición de “atraso” del agro latinoamericano (García 1981; Astori 1984).

Los estudios sobre las migraciones de trabajadores agrarios seguían, por lo general, esas miradas dualistas. Balán (1980) marcaba que las migraciones temporarias pueden ser abordadas básicamente desde dos enfoques. Por un lado, aquel centrado en la demanda, es decir, en las lógicas de requerimiento de mano de obra transitoria por parte del capital, como factor explicativo de las migraciones temporarias. Por otro lado, el enfoque que analizaba estos procesos desde los mecanismos de conformación de la oferta de trabajadores migrantes. Dentro de este último, tradicionalmente han sido consideradas las estrategias campesinas, pues este era el principal origen de los trabajadores transitorios migrantes. Tales estrategias cristalizaban en el fenómeno de la semi-proletarización, que consistía en la participación estacional en alguna cosecha, de miembros del grupo doméstico, como asalariados, para recibir un ingreso complementario a la producción de la unidad campesina, que era la unidad de análisis en esos estudios (Pispal, Cenep y CIUDAD 1986).

Estos trabajos no indagaban sobre la dimensión espacial de los procesos e, incluso, subyacían en ellos concepciones absolutas del espacio. Por ejemplo, en los trabajos pioneros en Argentina sobre migrantes temporarios (Reboratti 1983; Reboratti y Sabalain 1980) el espacio aparece solo como contexto, como contenedor de las migraciones temporarias. Esa concepción se reflejaba en la delimitación y descripción de sistemas migratorios, entendidos como conjunción de áreas emisoras o expulsoras (oferta) y áreas receptoras o atractivas (demanda), entre las cuales se establecían flujos de migrantes relativamente estables. Otros autores identificaban “enclaves” de demanda y “áreas satelizadas” de oferta (Bisio y Forni 1975).

En los años 70 y 80 comenzaron a delinearse los rasgos característicos del agro latinoamericano en la actualidad, asociados con la globalización, la reestructuración productiva y la profundización del cambio tecnológico. El agronegocio se erigió como modalidad productiva dominante, desarrollando su aspiración integradora, internacionalista y transectorial. Decimos “integradora e internacionalista” porque introduce pautas globales en cuanto a qué se produce, cuándo, de qué manera y para qué mercados, con miras a un supuesto demandante global. Mientras que el carácter transectorial se basa en la integración de la producción agraria hacia atrás y hacia adelante: desde la producción de insumos hasta la comercialización, lo cual abarca la producción primaria, la elaboración industrial y los servicios asociados, ya sea mediante integración vertical (las empresas son propietarias de activos en más de un eslabón) o agricultura de contrato. Las explotaciones agropecuarias tradicionales ceden terreno frente a las “empresas-red” y las redes productivas inter-empresariales, entendidas en términos de encadenamientos, contratos y asociaciones entre diversos actores económicos e institucionales a diversas escalas (Hernández 2009).

Como derivación de este contexto, muchos autores han identificado transformaciones en los patrones de movilidad territorial de los trabajadores agrarios. Se configuran desplazamientos múltiples y diversos, que incluyen migraciones temporarias cíclicas u ocasionales, de duración variable, a un lugar de destino o a más de uno. Según Lara (2006; 2010), la difuminación del carácter estacional de la producción agraria (“desestacionalización”) y la dispersión geográfica de las empresas explican el cambio de los patrones tradicionales de migración temporaria pendular (residencia-trabajo-residencia) hacia circuitos migratorios caracterizados por desplazamientos multipolares y hacia situaciones de itinerancia permanente.

Dentro de ese marco, la dimensión espacial de las migraciones temporarias de trabajadores agrarios, más allá de los aspectos puramente económicos o sociales del fenómeno, ha empezado a ser abordada con mayor profundidad y por lo general en forma explícita, desde distintas disciplinas sociales y con enfoques diferentes al identificado para el período anterior. En los estudios recientes hemos encontrado dos perspectivas principales; ambas pueden situarse dentro de la definición crítica y amplia de espacialidad presentada en la introducción de este trabajo.

La primera perspectiva está centrada en la práctica social de los trabajadores migrantes en tanto sujetos protagonistas de la movilidad y en las cambiantes conexiones, trayectorias, identidades, significados y procesos de socialización que se producen a través de esta. Al basarse en la perspectiva y la agencia de los actores, esa manera de abordar la espacialidad puede enmarcarse dentro de las miradas post-estructuralistas. En dicha línea podemos situar los trabajos sobre el caso mexicano de
Lara (2006; 2010), quien desarrolla la noción de “territorios migratorios”. La autora los define como la serie de lugares de origen, destino y circulación de los trabajadores, que conforman un conjunto organizado, con una cohesión y lógica propias. A través de los territorios migratorios se desarrollan nuevas identidades y formas de sociabilidad, se construyen redes y se elaboran estrategias. Lara remarca la importancia de considerar en la producción de estos territorios migratorios tanto los lugares reales y concretos como aquellos aspectos relativos a lo subjetivo. La autora muestra cómo en regiones agrícolas intensivas de exportación (horticultura, floricultura y fruticultura) coinciden territorios migratorios de grupos sociales de distinto origen, en un entramado de circuitos con distintas direcciones y escalas temporales y espaciales (local, regional, nacional e internacional).

El concepto de territorios migratorios es retomado con el mismo sentido en Brasil para estudiar las migraciones, tanto definitivas como temporarias, de oriundos de la región del nordeste para trabajar en los cañaverales del estado de San Pablo. Se trata de una expansión reciente del cultivo de caña de azúcar en dicho estado, para la producción de biocombustibles a través de empresas del agronegocio integradas a cadenas agroalimentarias globales (De Melo 2008; Silva 2010). Destaca en estos trabajos la importancia de las redes sociales en la articulación de los lugares distantes que conforman los territorios migratorios.

Para el caso argentino, resaltan los aportes de Bendini, Radonich y Steimbreger, que arriban a la descripción de trayectorias espaciales y circuitos laborales en torno a cultivos industriales regionales. Analizan la zafra de la caña de azúcar y la cosecha de cítricos, tabaco y hortalizas en el noroeste del país, la fruticultura del norte de la Patagonia y la cosecha de vid en la provincia de Mendoza. Las autoras sostienen que los trabajadores migrantes temporarios (pero también los productores y empresarios) experimentan el espacio como una “cadena de lugares interconectados” (Bendini y Steimbreger 2010, 284). Esa complejidad es abordada a través de un concepto abarcador, el de “espacio de vida”, que representa el conjunto de sitios en los cuales el individuo realiza todas sus actividades (Bendini, Radonich y Steimbreger 2006, 117).

Con el concepto de territorios migratorios, la espacialidad de los migrantes temporarios es abordada como territorialidad, lo cual remite fundamentalmente a la apropiación (material y simbólica) del espacio y a la constitución de identidades. Lo que se analiza es cómo los migrantes se territorializan en cada uno de los lugares donde residen y trabajan a las vez que se mueven, entendiendo por territorialización la creación de mediaciones espaciales que les proporcionen poder sobre su reproducción concreta, en tanto grupo social (Arzeno 2018). Según De Melo (2008, 173), la circulación por las redes que articulan los territorios migratorios refuerza su constitución “en la medida en que expresa una forma de apropiación del espacio en la movilidad”. Sin embargo, en el marco de las relaciones de poder imperantes, la territorialidad de los trabajadores migrantes no deja de ser precaria, marcada por el desarraigo y subordinada a la territorialidad dominante de los empresarios.

Según Bendini, Radonich y Steimbreger (2006, 132), estos trabajadores están sumidos en una “mayor atomización social y espacial respecto de otros trabajadores rurales, lo cual dificulta su filiación social y sindical” y hace que no tengan sólidos vínculos de pertenencia a un lugar determinado. Para muchos trabajadores agrarios transitorios, la migración es una condición de vida. “No es solo que las formas de empleo y de trabajo a las que tienen acceso, en general, sean sumamente precarias, sino que el trabajar supone necesariamente un ir y venir, y una vida precaria en sí misma” (Lara 2010, 260-261). Estas ideas de desarraigo y de una territorialidad de los trabajadores subordinada con respecto al capital remiten a la noción de “desterritorialización”, aplicada por distintos autores al estudio de migrantes (Arzeno 2018; Haesbaert 2011).

La segunda perspectiva que hemos identificado está centrada en las transformaciones en el territorio asociadas con las migraciones de trabajadores agrarios. Para Bendini y Steimbreger (2010, 288), “la migración laboral interviene en tanto proceso espacial y temporal en la construcción social de los territorios agrícolas”. Estas autoras entienden el territorio como espacio social producido a partir de procesos económicos, culturales y políticos, tanto endógenos como exógenos, y del accionar diferencial de distintos sujetos agrarios.

En el caso de Brasil, se han estudiado las transformaciones territoriales asociadas con procesos de expansión de fronteras agrarias que involucran trabajadores migrantes. En otro trabajo sobre la migración temporaria de nordestinos hacia los cañaverales del Estado de San Pablo (Costa y Cleps 2014), se estudian los impactos de las migraciones en la producción del espacio rural y urbano de un municipio de dicho estado, considerando los cambios en su dinámica poblacional, en su organización espacial, en las actividades económicas y en los hábitos locales. En la misma línea se encontraría el trabajo de Rodrigues (2014) sobre la expansión de la frontera agrícola de la soja en el nordeste de Brasil. Este autor estudia la producción del territorio con énfasis en el rol del trabajo, marcado en este caso por la aparición de relaciones de producción capitalistas novedosas para la zona. Este cambio se basa en importantes movimientos hacia la frontera de trabajadores, tanto de asalariados no calificados como especializados en el manejo de las nuevas tecnologías, en el contexto de las transformaciones en el espacio rural y urbano, a partir de las nuevas actividades productivas y de servicios vinculadas al complejo sojero.

En las dos perspectivas acerca de la espacialidad de las migraciones de trabajadores agrarios, esta aparece como territorialidad en los dos sentidos identificados por Arzeno (2018, 109) para el concepto: “como algo propio de un actor”, en el caso de la primera perspectiva descripta, o “como configuración resultante de la organización social en un determinado ámbito espacial”, en el caso de la segunda. Creemos que estas miradas no son opuestas o excluyentes, sino complementarias, ya que las prácticas y experiencias migratorias de los sujetos están imbricadas en procesos territoriales y se manifiestan en la producción del territorio. Podría pensarse que la ambivalencia de la territorialidad, que abarca tanto las estrategias de los sujetos como la producción de estructuras socio-espaciales, así como lo material junto con lo simbólico, remite a la posibilidad (y necesidad) de no excluir mutuamente, sino de articular las miradas estructuralistas y post-estructuralistas de la movilidad, cuestión que retomaremos más adelante.

Un estudio de caso: los operadores de maquinaria agrícola del agro pampeano (Argentina)

A continuación presentamos un caso de estudio en la región pampeana argentina (Venturini 2018), a partir del cual elaboramos nuestra propuesta teórico-conceptual y metodológica, que desarrollamos en el siguiente apartado.

Los operadores de maquinaria agrícola son trabajadores asalariados que han sido conceptualizados como “nuevos transitorios”, por pertenecer al conjunto de trabajadores de alta calificación, especializados en el manejo de tecnologías aplicadas a la producción agraria (Aparicio y Benencia 1999). Son empleados por los denominados contratistas de maquinaria, que son empresarios dedicados a prestar servicios de cosecha de cereales y oleaginosas. En Argentina, los contratistas y los operadores de maquinaria agrícola se concentran mayoritariamente en la zona núcleo de la región pampeana (norte de la provincia de Buenos Aires y sur de la provincia de Santa Fe). Sin embargo, la permanente y marcada disminución de los tiempos de trabajo, debido al avance tecnológico, tiende a crear un excedente de contratistas y de mano de obra en dicha zona. Por tanto, los contratistas deben prestar servicios en otras regiones, para obtener una rentabilidad adecuada. Sus empleados se ven obligados a migrar para aumentar el tiempo de ocupación a lo largo del año, lo cual los convierte en verdaderos migrantes temporarios. Los itinerarios laborales de estos trabajadores van desde el noroeste argentino (NOA) (provincias de Salta y Tucumán) hasta el sur de la provincia de Buenos Aires, entre septiembre y enero, en el caso de los cultivos de invierno (trigo, cebada, centeno, lino, cártamo), y desde la zona núcleo pampeana hasta el NOA, entre mediados de marzo y agosto, para los cultivos de verano (soja, maíz, girasol).

Desarrollamos el trabajo de campo en la localidad de San Vicente, ubicada en el centro de la provincia de Santa Fe. Es una ciudad pequeña, históricamente vinculada a la fabricación de maquinarias agrícolas y a la prestación de servicios para su entorno rural. Partimos de considerar a los trabajadores asalariados como sujetos invisibilizados dentro del agro pampeano, lo cual habilitó la adopción de una estrategia cualitativa basada en el método biográfico. Este se aboca a la reconstrucción de las experiencias personales de los sujetos a partir de su propio relato. Lo situamos en el contexto socio-histórico y geográfico en el que transcurren sus vidas (Sautu 2004).

Realizamos entrevistas exploratorias a informantes clave y entrevistas semiestructuradas a contratistas y operadores de maquinaria, los cuales fueron consultados sobre sus inserciones laborales, condiciones de trabajo, conocimientos laborales y dinámicas migratorias. A partir de un diseño de investigación flexible, los avances en el trabajo de campo mostraron la importancia de considerar las estrategias migratorias de los trabajadores junto con las estrategias de contratación y movilidad de las empresas, así como la necesidad de combinar una mirada sincrónica con una diacrónica. Esto derivó en reformulaciones y perfeccionamientos en el marco teórico-conceptual, y dio lugar a una relación de ida y vuelta entre la teoría, la metodología y lo empírico.

Observamos que, desde finales de los años 90 y con cada vez más fuerza a lo largo de la década de 2000, la movilidad territorial de los contratistas de San Vicente comenzó a disminuir con respecto a épocas anteriores, por distintas razones. En primer lugar, la adopción generalizada de nuevas variedades de soja tendió a unificar las épocas de cosecha en distintos lugares del país, con lo cual se encontraban más superpuestas y menos escalonadas. En segundo lugar, la aplicación de maquinaria cada vez más grande redujo marcadamente la duración de la cosecha en todos lados y llevó a un aumento de la competencia entre los contratistas, que optaron por asegurarse pocos clientes, en localizaciones específicas. Por último, la normativa vial se ha vuelto más restrictiva para el transporte de maquinaria por las rutas del país, lo cual representa un alto costo para los contratistas. Ante ese panorama, se configuró un perfil de contratistas que ya no tienen una gran escala de desplazamiento, sino que prestan servicios solo en los alrededores de San Vicente. Por el otro lado, los contratistas más capitalizados conservan clientes en el NOA (Tucumán, Salta, Santiago del Estero) o en el noreste argentino (NEA) (Chaco), pero racionalizan al máximo el desplazamiento. Ya no circulan por distintas regiones del país.

En cuanto a los operadores de maquinaria, hemos observado diferencias entre las distintas generaciones. En primer lugar, los trabajadores de más de 30 años de trayectoria, que superan los 50 años de edad, ya no están dispuestos a migrar grandes distancias para trabajar en la cosecha, por lo cual han buscado emplearse con contratistas de escala local. Además del agotamiento físico debido a la edad, su principal motivo para evitar la migración es ya no querer pasar períodos prolongados lejos de sus familias. Sin embargo, manifiestan una valoración positiva de su trayectoria laboral y las migraciones realizadas parecen haberlos dotado de un capital cultural y simbólico muy apreciado por ellos mismos.

En segundo lugar, los trabajadores de menor edad (entre 30 y 50 años), que ingresaron a la actividad a lo largo de la última década, son los que aún migran largas distancias para trabajar. Han estado enfrentados a una situación laboral menos favorable, signada sobre todo por la permanente disminución de los tiempos de trabajo, debido al avance de la maquinaria y los cambios en los cultivos. Lo que ganan en la cosecha continúa siendo el principal ingreso de sus hogares, pero es muy difícil que puedan mantener una familia exclusivamente con este empleo. Por lo tanto, su apreciación del oficio no es tan positiva como la de los trabajadores de trayectoria más extensa, lo cual pone en riesgo su continuidad en el sector.

Según la perspectiva de los empleadores, los operarios más jóvenes carecen de calificación y experiencia para manejar las cosechadoras y no se adaptan a los grandes desplazamientos y a los ritmos de trabajo, lo cual colocaría a los contratistas frente a un problema de recambio generacional en la oferta de mano de obra. Además, a principios de la década de 2000, a partir de una intensa actividad sindical, muchos trabajadores de San Vicente comenzaron a cuestionar ciertas prácticas de los contratistas, que los perjudicaban laboralmente (transitoriedad e informalidad laboral, trabajo “a destajo”, sobreexplotación). Frente a esos problemas en el acceso a la mano de obra, los contratistas de San Vicente comenzaron a contratar “gente de afuera”, es decir, de pueblos vecinos y también del NOA, en especial de Tucumán. Estos trabajadores poseen baja calificación, escasa trayectoria en el oficio, bajo grado de organización y, por lo tanto, constituyen una mano de obra desvalorizada, más proclive a tolerar las disposiciones de sus patrones, con lo cual estos pueden obtener mayor plusvalía.

El concepto de arreglos espacio-temporales del trabajo y del capital: hacia una propuesta teórico-conceptual y metodológica

A diferencia de los esquemas de migraciones pendulares estudiados hasta mediados de los años 80, en el contexto del agronegocio y la producción agraria en red no solo se produce la movilidad de la fuerza de trabajo, sino que cobra gran relevancia la movilidad espacial de los capitales, sobre todo de las empresas de servicios agropecuarios. Sus estrategias de movilidad están atravesadas por el imperativo capitalista de la flexibilidad en el uso de los factores productivos, es decir, la capacidad de disponer de ellos en el tiempo, forma, lugar y cantidad adecuados a cada momento del ciclo productivo, para optimizar el proceso de acumulación, lo cual ha complejizado las demandas de trabajo agrario transitorio.

Lo anterior nos lleva a preguntarnos por la relación entre las estrategias migratorias de los trabajadores y las características de sus inserciones laborales. Como muestra el estudio de caso desarrollado, dicha pregunta deriva, a su vez, en dos cuestiones que constituyen el eje de nuestra propuesta teórico-conceptual y metodológica. La primera: considerar las estrategias de contratación y de movilidad de las empresas puede echar luz sobre las estrategias laborales y migratorias de los trabajadores. La segunda: en su análisis, es necesario articular la espacialidad con la temporalidad, ya que ambas aparecen “como simultáneamente presuposiciones y corporizaciones de las relaciones de producción” (Soja 1985; resaltado del autor).

La hipótesis fundamental de este trabajo es que los trabajadores agrarios migrantes desarrollan una espacio-temporalidad específica, que está condicionada en gran medida por la del capital. A continuación desarrollamos este planteamiento a través del concepto de arreglos espacio-temporales, tratando de articular una mirada post-estructuralista de la movilidad con la consideración de cuestiones estructurales.

Los arreglos espacio-temporales del capital

David Harvey (1982; 2003; 2004) introdujo el concepto de “arreglo espacio-temporal”2 para referirse a las acciones desplegadas por el capital en el espacio, para superar los obstáculos al proceso de acumulación que derivan de sus contradicciones internas y que se manifiestan fundamentalmente como sobreacumulación de capital en un territorio determinado. Los arreglos espacio-temporales del capital son, en lo fundamental, estrategias de expansión o movilidad geográfica mediante la exportación de mercancías y/o de capitales. Acciones como la producción de espacio construido, la reorganización espacial, la penetración en formaciones sociales preexistentes, la promoción de nuevas regiones como espacios dinámicos para la acumulación, con el consiguiente acceso a recursos más baratos, y la creación de nuevas divisiones territoriales del trabajo, constituyen canales para absorber el exceso de capital y de mano de obra. De esta manera, el capital evita la devaluación de sus activos y puede retomar el proceso de acumulación, al menos temporalmente.

En el proceso actual de globalización y flexibilidad productiva del agro, resulta fundamental para el capital tener la capacidad de crear y recrear diversos arreglos espacio-temporales, los cuales deben tenerse en cuenta para estudiar mejor la movilidad territorial de los trabajadores. Harvey (1982, 427) plantea que las “importaciones de fuerza de trabajo fresca proveniente de otras regiones” también son parte de dichos arreglos. Por su parte, Santos (1996) propone vislumbrar las migraciones como efecto de la adición de capital a un espacio. Esto produce la expulsión de los trabajadores que no se adaptan a los nuevos niveles técnicos y la atracción de aquellos que están dotados de las nuevas capacidades exigidas por el sistema productivo. En estas ideas nos basamos para considerar la contratación de migrantes temporarios como un arreglo espacio-temporal del capital, mediante el cual este se vale de las características del espacio geográfico para hacerse de un recurso fundamental, la mano de obra, en la cantidad necesaria y en el momento indicado del ciclo productivo.

Resulta fundamental tener en cuenta que los arreglos espacio-temporales del capital recurren a y reproducen las diferencias geográficas y los desarrollos geográficos desiguales en diferentes escalas (Harvey 1982; 2003). En los procesos de conformación de los mercados de trabajo agrario migratorio entran en juego las diferencias geográficas y los desarrollos geográficos desiguales, ya que determinados territorios participan en los circuitos de acumulación capitalista como proveedores o receptores de mano de obra o capitales. Al emplear migrantes temporarios de regiones donde priman las condiciones socioeconómicas desfavorables o migrantes temporarios calificados de las regiones más ricas, el capital se basa sobre los desarrollos geográficos desiguales y, a la vez, los reproduce, al emplear a esos trabajadores en condiciones laborales diferenciales (registro, estabilidad, condiciones de trabajo, salarios, habitación, etc.), como parte de las condiciones impuestas por la reestructuración productiva. Este proceso va unido a la profundización de la división espacial del trabajo.

La migración temporaria como arreglo espacio-temporal del trabajo

Para presentar nuestro abordaje de las estrategias de los trabajadores agrarios migrantes, en primer lugar, profundizaremos sobre la cuestión de la temporalidad. Como expusimos en la introducción, la migración temporaria está ubicada en el medio de un continuum que va desde la migración definitiva hasta los movimientos recurrentes sin residencia fija. Siempre hay intención de retornar al lugar de origen, es decir, no hay una ruptura con este.3

Estudios recientes desarrollan la idea de que en las migraciones internacionales, entendidas tradicionalmente como definitivas, tampoco hay una verdadera ruptura con el lugar de origen; la posibilidad de retornar siempre puede aparecer e incluso concretarse (Pedone 2007; 2010). En ese sentido, sostenemos aquí que es el carácter transitorio de la inserción laboral de los migrantes en el/los lugar/es de destino lo que determina la condición temporaria de la migración que llevan a cabo. El migrante parte de su residencia base sabiendo que su estadía en destino está supeditada a la inserción laboral transitoria y que, una vez finalizada, retornará.

La Geografía anglosajona, dentro del campo de la denominada Geografía Laboral, presenta algunas reflexiones interesantes sobre la espacialidad y la temporalidad de los trabajadores agrarios migrantes, así como algunas claves para interpretar las estrategias migratorias, en términos de la agencia social de los trabajadores en su dialéctica con el accionar del capital. Destacamos el trabajo de Rogaly (2009), quien a partir de ideas de David Harvey (2006 [1982], citado por Rogaly 2009) remarca la necesidad de considerar la dimensión espacial conjuntamente con la temporal, las posibilidades de agencia de los trabajadores frente al capital a través de la movilidad y el reconocimiento de la complejidad de esta. El autor sostiene que los trabajadores migrantes temporarios poseen mundos de vida caracterizados por espacio-temporalidades distintivas, que hacen a la organización gremial muy poco probable. Su tesis es que estos sujetos producen a través de su (pobre) agencia cambios de microescala (en lugares de trabajo o alojamiento, formas de transporte, presión por mejores condiciones de trabajo o formas de pago) que generan transformaciones en el contexto espacial de sus vidas cotidianas, tanto materiales como en la experiencia subjetiva del empleo.

Rogaly (2009) concibe a la migración temporaria como una estrategia espacial de los trabajadores, que contribuye a construir los paisajes del capitalismo en particulares tiempos y espacios (llenando y vaciando de gente, cambiando el número de trabajadores disponibles y, cuando hay escasez, presionando a los empleadores para mejorar las condiciones de trabajo o, incluso, considerar la mecanización). Agrega que puede implicar cambios en el significado del espacio para los trabajadores, en particulares momentos del tiempo. Sin embargo, según Castree (2007), la Geografía Laboral no ha prestado la debida atención a las migraciones laborales a la hora de analizar la agencia y los arreglos espaciales de los trabajadores.

Tanto el accionar de los trabajadores como el del capital está restringido por la historia, por la geografía, por estructuras fuera de su control y por las acciones de las clases sociales que se les oponen (Castree et al. 2004, 159-162; Herod 1997). En el marco de esos constreñimientos, los trabajadores poseen una “agencia geográfica”, que remite a su capacidad de uso y producción del espacio en busca de su propia reproducción social. Así, el trabajo muchas veces no es simplemente un factor de localización del cual dispone y sobre el cual actúa el capital, sino que los trabajadores tienen un rol activo, intencional e inintencionalmente, en la conformación de la geografía económica del capitalismo (Herod 1997, 17). En este sentido, Soja (1985) remarca que una perspectiva crítica de la espacialidad implica considerar la práctica o agencia social como parte de la constitución y estructuración espacio-temporal de la vida social.

El carácter geográfico de la agencia se manifiesta con claridad cuando el trabajador toma la decisión de migrar, ya que al moverse entre lugares, “comanda el espacio” (Castree et al. 2004, 75, 185). Podemos decir que las condiciones socioestructurales (como las escasas ofertas laborales en origen y la existencia de demandas transitorias de trabajo en destino), si bien ejercen una coerción, no determinan causalmente la migración temporaria. En cambio, abren la posibilidad para su ocurrencia, activándola en tanto estrategia a la que recurren los trabajadores. En términos de Bendini, Radonich y Steimbreger (2006, 121), la movilidad territorial de los trabajadores es un “complejo proceso social que combina las condiciones estructurales del lugar de origen y de destino con las propias posiciones y comportamientos sociales del trabajador migrante y de su familia”. Con base en estas ideas, resaltamos la importancia de considerar los aspectos estructurales junto con la agencia social de los trabajadores.

Proponemos conceptualizar las estrategias de migración temporaria como arreglos espacio-temporales del trabajo. Esta propuesta conceptual está inspirada en la noción de “arreglo espacial del trabajo” introducida por Herod (1997, 17), a partir de las ideas de Harvey (1982) sobre los “arreglos espaciales” del capital. Según Herod (1997, 17), el concepto permite “pensar cómo las acciones sociales de los trabajadores se relacionan con su deseo de implementar en el paisaje físico sus propias visiones espaciales de una geografía del capitalismo que permita su auto-reproducción y sobrevivencia social”. Al igual que con el capital, es “necesario ver las actividades de los trabajadores en términos de su deseo de crear arreglos espaciales particulares adecuados a sus propias condiciones y necesidades en particulares momentos y lugares” (Herod 1997, 17). Con base en lo desarrollado en párrafos anteriores, incorporamos al concepto de Herod la dimensión temporal.

Con el concepto de arreglo espacio-temporal del trabajo queremos dar cuenta de las prácticas concretas a través de las cuales la clase trabajadora –así como lo hace el capital– se despliega en el espacio, lo usa, lo “comanda” (Castree et al. 2004, 75, 185) y, de esta manera, participa en su producción. Al igual que el capital, aunque con menor capacidad de acción, los trabajadores recurren a las posibilidades que se les presentan en el espacio geográfico, determinadas por el desarrollo geográfico desigual, para elaborar sus propios arreglos espacio-temporales, con el objetivo primario de lograr su reproducción social. La migración temporaria claramente puede considerarse uno de esos arreglos, manifestado en una conexión entre distintos lugares, en la combinación de escalas temporales y espaciales de movimiento y en la elección de momentos y ritmos de movimiento. Siguiendo a Herod (1997), remarcamos la importancia de conocer las estrategias migratorias de los trabajadores para comprender la conformación de la geografía económica del capitalismo en el agro.

A partir de lo desarrollado hasta aquí, y sintetizando algunos temas y conceptos fundamentales en los estudios sobre migrantes temporarios en Latinoamérica proponemos tres ejes de análisis para terminar de delinear nuestra propuesta teórico-metodológica, basada en el concepto de arreglos espacio-temporales del trabajo. Estos son: las redes, los significados y el itinerario laboral migratorio.

a) Las redes

Para desarrollar sus estrategias migratorias, los trabajadores agrarios transitorios recurren a redes de distinto tipo, que envuelven y organizan el curso de sus itinerarios laborales. Con el análisis de las redes queremos dar cuenta de cómo, a través de qué medios, se produce la migración temporaria. Las redes son un elemento clave en el marco de la ruralidad globalizada, ya que en esta se otorga una importancia estratégica a la flexibilidad, la conexión y los flujos de capital, de información y de personas. Ello genera nuevos procesos de movilidad territorial y también resignifica otros, de carácter más tradicional, como lo son las migraciones temporarias de trabajadores agrarios.

Por un lado, en los estudios sobre migraciones, en general, y en los que tratan sobre migraciones de trabajadores agrarios, en particular, normalmente se habla de redes para hacer referencia a los lazos o vínculos sociales establecidos entre determinados sujetos para el establecimiento y la reproducción en el tiempo de los flujos migratorios. Esto abarca tanto lazos familiares y de amistad como el accionar de intermediarios en la conformación de los mercados de trabajo (Massey et al. 1993; Pedone 2007; 2010; Steimbreger, Trpin y Bendini 2012; Bendini, Steimbreger y Trpin 2011). Según de Arce y Mateo (2013), al estudiar migraciones es muy importante considerar las redes sociales, porque constituyen un eslabón (nivel mesoscópico) entre la decisión individual de migrar (nivel microscópico) y los factores estructurales, políticos, etc. que propician la migración (nivel macroscópico). Por otro lado, las redes suelen analizarse también desde sus aspectos económicos o productivos, entendidas en términos de encadenamientos, contratos y asociaciones entre diversos actores económicos e institucionales (Hernández 2009).

La movilidad territorial de los trabajadores agrarios transitorios ocurre en el marco de redes productivas que, a su vez, se nutren de redes sociales basadas en lazos de diversa índole. En síntesis, entendemos a las redes como tramas de sujetos y lugares que entran en relación para (y a través de) el establecimiento de diversos flujos, con el objetivo de lograr la inserción laboral de los trabajadores y cubrir demandas de trabajo agrario transitorio. Esta definición permite abarcar relaciones de diferente tipo y carácter (de producción, contractuales, familiares, de amistad, de vecindad, de asociación, de intermediación, de subordinación, etc.), considerar flujos de variada índole (de personas, de información, de capital, de bienes simbólicos) y resaltar la dimensión espacial de las redes.

Es justamente a través de una territorialidad en red (Haesbaert 2011), entendida en términos sociales y económicos, que se concretan las relaciones entre los arreglos espacio-temporales de los trabajadores y los de las empresas que los emplean. En ese sentido, los intermediarios laborales constituyen un eslabón o nodo clave dentro de las redes, al vincular la demanda de trabajo agrario transitorio con la oferta e, incluso, facilitar las migraciones asociadas. Las redes son estructuradas fundamentalmente a partir de los arreglos espacio-temporales del capital. Por tanto, condicionan y moldean los itinerarios laborales de los trabajadores, pero estos, al ser parte de las redes, contribuyen a reproducirlas e incluso pueden ampliarlas, al fomentar la entrada de más trabajadores a través de los vínculos familiares, de amistad, de vecindad, etc.

b) Los significados

Una estrategia de migración temporaria tiene significados que entendemos compuestos por las razones que llevan a adoptarla y por las expectativas o metas que el trabajador migrante vuelca en ella. En otras palabras, con la idea de significados nos referimos al por qué y para qué de la estrategia migratoria. Estas razones y expectativas deben entenderse principalmente en función de las características de la inserción laboral del trabajador. El recurso a la migración temporaria puede estar relacionado con una respuesta ante la escasez o ausencia de oportunidades laborales en el lugar de origen, con obtener mayores salarios o con aumentar el período de ocupación a lo largo del año y disminuir los posibles períodos de desocupación. Además, es importante tener en cuenta si el salario obtenido como trabajador agrario migrante temporario es el único ingreso o es complementado con otros. Cabe remarcar que las características y el significado de la estrategia migratoria no los define el trabajador migrante en soledad, sino en el marco de su hogar.4

c) El itinerario laboral migratorio

Las estrategias de migración temporaria, en tanto arreglos espacio-temporales de los trabajadores, devienen itinerarios laborales migratorios concretos: una sucesión de lugares a partir de la residencia base, en los cuales el migrante temporario trabaja en determinados momentos del año. Aquí nos referimos al dónde y al cuándo de la migración temporaria. La dimensión espacial alude a la escala espacial de la migración (intraprovincial, interprovincial, interregional, internacional) y al desplazamiento entre el lugar de origen y uno o más lugares de destino. El migrante puede desplazarse desde su residencia base hacia solo un lugar de destino (itinerario pendular), pero también puede encadenar inserciones laborales en distintos lugares, configurando un itinerario migratorio circular. Por su parte, la dimensión temporal tiene que ver con el momento del año y el período de tiempo en que se está fuera de la residencia base y en cada uno de los lugares de destino. También, con el ritmo de los desplazamientos, que se manifiesta en la cantidad de períodos de ausencia a lo largo del año y en el mantenimiento o las variaciones de los itinerarios laborales migratorios, año tras año. Con base en esto último, puede haber migraciones temporarias cíclicas o no cíclicas.

La multiplicación de migraciones multipolares o circulares y el decaimiento de los desplazamientos pendulares tradicionales (Lara 2006; 2010) hacen que pueda no ser fructífera la búsqueda de delimitación de sistemas migratorios, es decir, de conjuntos de áreas emisoras y receptoras (Reboratti 1983) entre las que se dan flujos relativamente estables de migrantes. Lo mismo sucede con la idea de mercados de trabajo satelizados (Bisio y Forni 1975). Indagar sobre los itinerarios laborales migratorios desde la práctica de los sujetos involucrados en la movilidad, en sintonía con los conceptos de “trayectorias espaciales” (Bendini, Radonich y Steimbreger 2006, 115, 126) y “territorios migratorios” (Lara 2006, 1; 2010, 252), parece ser la forma más adecuada de captar la complejidad actual de las migraciones temporarias de trabajadores.

Conclusiones y reflexiones finales

En los estudios de las últimas décadas sobre trabajadores transitorios migrantes en el agro latinoamericano, la espacialidad ha ocupado un lugar de cierta importancia. Ha sido considerada en sus distintos sentidos y, por lo general, desde perspectivas críticas. Ello ha enriquecido el abordaje sobre estos trabajadores, a pesar de su aún escasa visibilidad en los estudios sobre el agro. La propuesta teórico-conceptual y metodológica presentada en este artículo intenta constituir un aporte en dicho sentido. Creemos que la riqueza del concepto de arreglo espacio-temporal radica en que permite, a partir de una perspectiva crítica de la espacialidad, abordar en forma integrada y dialéctica distintas cuestiones.

Por un lado, posibilita articular lo espacial con lo temporal, captando de esa manera la complejidad de las estrategias migratorias, en su vinculación con las inserciones laborales de los trabajadores. Por otro lado, permite abordar la relación de las estrategias de los trabajadores con las del capital, situando a la capacidad de agencia de los primeros en el marco de los condicionamientos impuestos por las relaciones de producción, signadas por la flexibilidad y las dinámicas en red típicas del modelo del agronegocio. A su vez, al vincular los arreglos espacio-temporales del trabajo y del capital con el desarrollo geográfico desigual (como base y como resultado del despliegue de esos arreglos), de alguna manera se integran las dos perspectivas de la espacialidad identificadas en los estudios recientes: la que focaliza en las prácticas de los sujetos y la que se centra en las transformaciones en el territorio derivadas de la movilidad de capitales y trabajadores. En definitiva, los planteamientos desarrollados en este artículo pueden llevar a repensar la relación entre las miradas estructuralistas y post-estructuralistas de la movilidad.

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Notas al pie

Según Venegas y Rodríguez (en Pispal, Cenep y CIUDAD 1986), las migraciones temporarias tipo rural-rural de miembros de familias campesinas tenían, por lo general, una duración que fluctuaba entre los tres y seis meses. Sin embargo, estos autores ya advertían sobre la inconveniencia de fijar criterios de dirección y durabilidad rígidos, por la alta complejidad y variabilidad del fenómeno.

2 David Harvey utilizó el concepto de “arreglo espacial” [“spatial fix”] por primera vez en The Limits to Capital (1982, 415). Le incorporó la dimensión temporal en El nuevo imperialismo (2004, 97). En las ediciones en español de sus trabajos, “spatial fix” se tradujo como “solución espacial” pero aquí creemos que el término “arreglo” constituye una traducción más fiel y se ajusta mejor al concepto que Harvey desea transmitir. El término “solución” remite a la eliminación unidireccional y definitiva de un problema; en cambio, “arreglo” puede vincularse a la idea de estrategia y dar cuenta mejor de condiciones complejas, multideterminadas y cambiantes.

3 Esta idea está claramente reflejada en la expresión “se fue a volver”, que titula una obra clásica sobre las migraciones temporarias en América Latina (Pispal, Cenep y CIUDAD 1986).

4 En este punto, podrían considerarse los planteos de la “nueva economía de la migración” (Massey et al. 1993), que hace hincapié en el papel que juega la emigración en la economía doméstica.