EUTOPÍA. Revista de Desarrollo Económico Territorial N.° 13, junio de 2018, pp. 177-180

DOI: http://dx.doi.org/ 10.17141/eutopia.13.2018.3476

ISSN 1390 5708/e-ISSN 26028239

 

Desarrollo rural y cooperativismo agrario en Ecuador. Trayectorias históricas de los pequeños productores en la economía global1

Esteban Daza


Ecuador. Maestría de Filosofía y Pensamiento Social en FLACSO-Ecuador. Miembro del Grupo de Trabajo de  “Desarrollo Rural, estudios críticos” de CLACSO. Correo: dazaesteban@gmail.com


Este libro ha sido publicado en la Serie Estudios del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente del Gobierno de España (2014) y se sitúa en medio de la coyuntura generada por la declaración2 del “Año Internacional de la Agricultura Familiar”, a la cual el autor interpela por el carácter determinista y reductor que esta hace de la complejidad del sector campesino latinoamericano. Se trata de un trabajo compuesto por ocho capítulos desarrollados en dos grandes bloques: el primero, titulado la Metamorfosis del mundo rural, expone los momentos de continuidad y ruptura de la cuestión agraria e involucra el análisis los discursos de “verdad” que reflexionan sobre esta realidad. El segundo, denominado Trayectorias históricas, introduce la lectura sobre la modernización de la agricultura en el Ecuador a partir de la segunda mitad del siglo XX, período en que se despliega la estrategia cooperativista de organización campesina.

Dos ejes importantes componen la parte inicial del su estudio. El primero se centra en la enmarañada estructura material y simbólica de producción y reproducción del campesinado, que disputa su existencia a lo largo de un proceso histórico gobernado por diversos regímenes de fuerza, que parten de la eliminación del tributo indígena hasta la consolidación de la hacienda serrana para la región andina y las plantaciones para el litoral. El texto resalta la importancia durante todo el periodo de las estrategias subalternas que asedian dichas formas de expresión de poder. 

Al mismo tiempo, da cuenta de la articulación de los cambios suscitados en las dinámicas agrícolas locales con las transformaciones del mundo rural, señalando cómo las transformaciones registradas en el mercado mundial de materias primas para la alimentación, terminan induciendo los usos de la tierra en el país, por ejemplo, el cacao durante finales del XIX, el banano a mediados del XX o el brócoli a finales del XX e inicios del XXI. Para el autor esta conexión de lo global con lo local no representa una lógica determinista de incidencia de lo externo sobre las dinámicas agrarias del país, sino que dichas influencias se conectan con las particularidades y diversidades de formas de administrar el poder sobre los recursos en las haciendas vinculadas al mercado de alimentos y las plantaciones emparentadas a los rubros de exportación. En otras palabras, cada hacienda y plantación utiliza sus propios mecanismos de control y disciplinamiento para generar un “estado de excepción” que les garantice el poder político y el aumento de sus ganancias. 

Carrillo señala que las relaciones de fuerza en el agro entran en acelerados cambios desde inicios de la década del 50, periodo de emergencia del proceso de modernización conservadora. Dos son las prácticas que definen durante esta fase los cambios en la agricultura, por un lado, la “revolución verde”, y por otro, la promulgación de las dos leyes de Reforma Agraria (1964 y 1973). Bajo este contexto de transformación del paisaje agrario, hace su aparecimiento el cooperativismo como acto de “respuesta del campesinado a la arremetida de la agricultura capitalista que circunda sus prácticas colectivas”. El cooperativismo se convierte para los agricultores, campesinos y comunidades en una estrategia de “resiliencia al despojo” provocado por la modernización agraria (Carrillo 2014, 137).

Haciendo un paréntesis sobre la narrativa histórica del agro en Ecuador, el autor propone un segundo eje de discusión, el cual se inscribe en la problematización de toda una tradición de estudios agrarios que han hegemonizado la comprensión de la realidad agraria y su influencia en la elaboración de instrumentos de intervención política y económica. Señala con detalle que ha sido el pensamiento “economicista” el predominante en las reflexiones y los diagnósticos sobre el mundo agrario, y dentro de este, las tesis del liberalismo político y económico han impuesto el factor “productividad antes que la sostenibilidad, la sobreexplotación antes que la conservación” (Carrillo 2014, 57). Al mismo tiempo, reconoce en las políticas agrarias la influencia del historicismo de Rostow, en tanto que considera que tales políticas fueron orientadas por las nociones de desarrollo, progreso, modernización, avance tecnológico, propuestas que señalan el camino para superar el subdesarrollo. Además, dichas nociones durante la segunda mitad de siglo XX, se encontraban en medio de la disputa ideológica con el “espectro del socialismo” que había instalado en el continente por la Revolución Cubana.

En lo que respecta, específicamente, el caso ecuatoriano, el autor sostiene que entre las décadas del 60 y 70 será la sociología la disciplina que produzca la mayor cantidad de estudios sobre la realidad agraria. Define a estos estudios como aportes valiosos e interesantes para la reconstrucción de un pensamiento agrario, sin embargo, manifiesta que en muchas ocasiones estas “investigaciones viajaban más por abstracciones que por hechos concretos” (Carrillo 2014, 82). Además, encuentra en algunos de estos análisis sobre el carácter político del campesinado ciertos “reduccionismos” que clasifican a las luchas campesinas de un frente anticapitalista.

A partir de esta crítica, Carrillo se instala en la querella sobre la re-significación del papel que las movilizaciones sociales agrarias –sindicatos, partidos políticos y gremios– jugaron en la negociación de su incorporación a la modernización capitalista.  Para ello señala oportuno “renovar el interés por las micro-historias y los estudios de caso” (Carrillo 2014, 82), en tanto que posibilitan iluminar la singularidad del acontecimiento y permiten identificar, al mismo tiempo, elementos de la estructura material y simbólica de la sociedad de mercado, evadiendo por esta vía las interpretaciones demasiado teóricas e ideologizadas.

La primera parte del libro cierra con la discusión sobre las reformas agrarias y el cooperativismo rural. En esta sección, el autor sostiene la importancia de la transferencia de la tierra a manos de agricultores. Las haciendas debían pasar por efecto de la reformas a núcleos de “campesinos organizados en cooperativas o pre-cooperativas” (Carrillo 2014, 128). La cooperativa jugará un rol importante en el Ecuador y en el resto de la región latinoamericana, al constituirse en una “forma de organización social y de empresa como método de integración nacional de las masas campesinas y como estructura de canalización de servicios asistenciales del Estado” (García 1970 citado en Carrillo 2014).   

La segunda parte del texto inicia su discusión a partir de la premisa que el cooperativismo sirve de andamiaje organizativo para los campesinos en tiempo de reforma agraria. Bajo el título de Trayectorias históricas, el autor enlaza la primera parte reflexiva del texto, con el análisis de un estudio de caso sobre la experiencia cooperativista del litoral desarrollada al clamor de la demanda productiva de banano y las transformaciones de la agricultura en general.

Con el enfoque histórico de fondo, el relato sobre el cooperativismo en el Ecuador aborda el proceso de constitución y persistencia de la Unión Regional de Organizaciones Campesinas del Litoral (UROCAL). El estudio de esta cooperativa va desde el  momento en que fue colonia agrícola asentada en el caserío Shumiral, luego aborda los conflictos que mantuvo con la United Fruit Company por el derecho a la tierra, su relación con la teología de la liberación y los sindicatos agrarios, hasta los modestos beneficios que obtuvo de la segunda Ley de Reforma Agraria de 1973, que le permitiría el acceso a la tierra. Durante los primeros años de constitución de la UROCAL esta se ve sujeta a las drásticas transformaciones del paisaje agrario.

El autor destaca dos momentos clave durante este periodo: primero, la arremetida y persecución del Estado a dirigentes y líderes a través de sus cuerpos represivos; y segundo, aquel ambiente en el que los campesinos dependían de lo que produce su tierra se verá drásticamente modificado hasta el punto de una cuasi desaparición de la agricultura tradicional. El recorrido histórico de la UROCAL da cuenta que la cooperativa se integra, años posteriores a la reforma agraria, a los proyectos de Desarrollo Rural Integral (DRI). Son épocas de inicio de las políticas de ajuste estructural que abandona el proceso reformista que impulso el cooperativismo. En su lugar se instala una serie de políticas que desregularizan el acceso a la tierra por parte de sectores campesinos. La promulgación de la  Ley de Desarrollo Agrario de 1994 es el síntoma del momento neoliberal que cierra la etapa de la reforma agraria en el país.

En medio de este contexto, Carrillo (2014) desarrolla una serie de descripciones acerca de los logros que la UROCAL consigue a través de su historia, incluso llegando hasta la primera década del siglo XXI. El primer momento de consolidación da cuenta de la experiencia crediticia de la cooperativa con el Fondo de Desarrollo Rural Marginal, el primer proyecto de producción y comercialización de cacao, la participación de la UROCAL en el paro cacaotero, la respuesta al fenómeno del Niño entre 1982-1983 que desplegó una serie de programas de atención a la población, hasta la orientación de la cooperativa hacia la actividad de extracción minera. Mientras, el segundo momento de consolidación se centra en la producción y comercialización de productos orgánicos, primero banano y después cacao, a pesar de la ola agroindustrial que concentra capitales, recursos productivos y mercado.  

Ahora bien, la constatación en terreno que hace el autor al visitar los territorios de incidencia de la UROCAL, le permitirán definir el carácter organizativo, que hasta la actualidad, sostiene esta organización. La propuesta de la cooperativa intenta, por un lado, fortalecer la apuesta de producción orgánica del sector bananero a nivel regional; y por otro lado, consolidar una agenda agraria para la región de la costa. Esta segunda parte del texto finaliza con la reflexión que hace el autor acerca del recorrido histórico y coyuntural que vivió la UROCAL, que ha pasado de una etapa reformista a una etapa empresarial y “productivista”; sin embargo dichos cambios no implicaron el abandono de los principios políticos y socioeducativos adquiridos en su trayectoria histórica, sino que han sido principios esenciales que coadyuvan a definir un tipo de organización campesina “exitosa” que correlaciona su carácter campesino con la disponibilidad financiera para sus proyectos.

A manera de conclusión, podemos señalar tres contribuciones que el presente estudio de caso, realizado por Germán Carrillo, aporta a las discusiones sobre la cuestión agraria. Primero, retoma con interés la lucha por la tierra llevada a cabo por campesinos provenientes de pisos altos y cejas de montaña que se ven inmersos en una “historia de coyunturas en la que el Estado primero, el mercado después, delimitara la vida de estos campesinos y campesinas” (Carrillo 2014, 335). Segundo, explora un periodo de tiempo poco profundizado por los análisis agrarios e historiográficos contemporáneos, y lo hace a través del estudio de aproximadamente 40años de una organización campesina que “colige con gran parte de las transformaciones de la historia nacional” (Carrillo 2014, 335). Tercero, sitúa los espacios locales incididos por dimensiones globales, aunque como constata el autor, también dichos espacios generan sus propios espacios sociales y democráticos, además de sus actividades económicas.    

Notas al pie

1 Carrillo, Germán. 2014. El Desarrollo Rural y Cooperativismo Agrario en Ecuador. Trayectorias históricas de los pequeños productores en la economía global. Madrid: Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

2 Esta declaración la realizó la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura el 25 de febrero de 2014.